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Mi cabeza no para! Qué es el trastorno de ansiedad generalizada

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control de todo y la dificultad frente a la incertidumbre, la única que nos queda es

retirarnos. Aflojar la presión por el único lado posible para nosotros, salir del circuito. De

eso se trata la evitación en este tipo de casos, de dar un paso al costado.

Ojalá mi cerebro tuviera el sentido común de un lavarropas, que después de

unos años de girar, de dar vueltas, de cargarse y descargarse y funcionar sin

parar, un día planta bandera, dice hasta acá llegué, y tenés que salir a comprar

otro. En muchas cuestiones se parecen, mi cabeza y el lavarropas. Los dos

estamos todo el día meta máquina con ese ruido de fondo, los dos mezclamos

una cosa con otra, le damos mil quinientas vueltas a lo mismo, nos llenamos de

agua hasta el cuello y sin embargo seguimos, paramos unos segundos y

enseguida arrancamos de nuevo… A la noche silencio total, agotamiento, la

nada misma, el sueño. Y a la mañana otra vez la máquina al mismo ritmo, los

giros sobre sí mismos. Lo que no puedo creer es que el lavarropas después de

unos años es capaz de presentar una renuncia indeclinable, y mi cabeza no.

¿Cómo es que el cerebro no me colapsa, por qué no se descompone o se le salta

un tornillo así puedo vivir en paz? Sería la única manera de poder parar, pero

no ocurre… Por eso tuve que empezar a correrme de algunas cosas, no puedo

seguir funcionando a tanta presión, me voy a enfermar.

Suena a paradoja, pero queda claro que no lo es. Los mismos que nos

sobrecomprometemos, los que decimos a todo que sí, los que trabajamos hasta tarde,

controlamos la salud y tareas de los demás, chequeamos y rechequeamos nuestra tarea y

la ajena, los que nos dormimos y nos levantamos preocupados, pensando, evaluando

ideas ya evaluadas mil veces, en ocasiones llegamos al punto de rehuir esa carga, de

dejársela a otros. Nosotros ya no podemos. No podemos porque nos preocupa nuestro

estado de preocupación, nos entra miedo de caer en una depresión, de tener un infarto,

de volvernos locos. Es entonces donde entramos de lleno en la etapa de evitación.

Empezamos a dar un paso al costado, eludimos los compromisos, no queremos saber

nada con situaciones que sobrepasen nuestra capacidad de absorción o trámite. Esto

sucede de diferente manera según el área de actividad que consideremos.

En el trabajo: sabemos por experiencia el modo en que nos desgasta la carga de

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