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Mi cabeza no para! Qué es el trastorno de ansiedad generalizada

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¿QUÉ ES LA PREOCUPACIÓN EXCESIVA?

Llamamos así a un estado de gran ansiedad caracterizado por el fluir casi permanente

de pensamientos negativos y estrategias defensivas relacionados con situaciones futuras

potencialmente conflictivas o de riesgo. La preocupación prácticamente se adueña de

nuestro pensamiento y de nuestro ánimo, pero aun así no nos damos cuenta de que la

intensidad, la duración y el desgaste que nos produce resultan desproporcionados con

relación a la potencial importancia del evento temido y al grado de probabilidad objetiva

de que en verdad ocurra. Tal estado de agobio, damos fe, suele dispararse por

circunstancias menores y cotidianas como entrevistas de rutina con el médico, exámenes

en el colegio o facultad o desperfectos en la casa. También recrudece cuando tenemos

que concurrir a una fiesta con demasiada gente, cuando le hemos visto mala cara a

nuestro jefe o cuando nos vemos obligados a variar un plan prestablecido. Todos estos

sucesos, más o menos naturales en la vida del común de la gente, adquieren para

nosotros un peso específico desmesurado y fuera de proporción con la probabilidad de

que en verdad llegara a ocurrir el mal desenlace temido.

En otras ocasiones la inquietud se vincula a situaciones de mayor peso, por ejemplo,

problemas de salud, inestabilidad laboral o enfermedad de un ser querido. Aun en estos

casos la preocupación resulta inadecuada. Exageramos no solo la probabilidad de que se

materialicen las dificultades temidas sino también la potencial virulencia de un mal

desenlace.

Como si todo lo anterior fuera poco, una característica distintiva de quienes

padecemos este tipo de inquietudes es que consideramos pertinente nuestro estado de

preocupación, aun tomando en cuenta las intensidades que detenta. Nos parece acorde al

riesgo percibido. Es más, nos sorprende que los demás no se tomen las cosas del mismo

modo. ¿Cómo pueden ser tan irresponsables, imprudentes y poco comprometidos? Aun

cuando lo justificamos, nos damos cuenta de que el circuito imparable de pensamientos

negativos que nos gobierna no es gratuito. Sucede que otra característica de la

preocupación excesiva es su carácter fuertemente intrusivo. ¿Qué queremos decir con

esto? Que no encontramos la manera de moderarla, de ponerle freno. Si bien no es una

preocupación de la cual tengamos intención de deshacernos (ya que consideramos que

ahí existe un problema digno de tal estado de atención), a veces nos gustaría descansar

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