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Mi cabeza no para! Qué es el trastorno de ansiedad generalizada

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¿MIS EMOCIONES SIEMPRE TIENEN RAZÓN?

¿QUÉ ES EL RAZONAMIENTO EMOCIONAL?

Si me siento un tonto es porque realmente lo soy. Si tengo miedo es porque hay

peligro. Si me siento ofendido es porque el otro efectivamente me intentó lastimar. Si la

tristeza me invade es porque la pérdida es irreparable. Si estoy inquieto y tenso es porque

algo anda o va a andar mal. ¿Realmente esto es así? Las emociones son reacciones que

nos permiten adaptarnos al entorno. Nos dan una explicación rapidísima de lo que está

sucediendo y movilizan la energía para actuar en respuesta a esa situación. El miedo

estimula la lucha, la huida o la paralización ante la percepción de amenaza. El enojo y la

rabia promueven agresión al interpretar el daño infligido por otro. La tristeza lleva al

retraimiento frente a la pérdida. Pero, como nos explica la teoría en la que se basa la

terapia cognitiva, estas emociones no son reacciones directamente ocasionadas por los

hechos, sino que están mediadas por la particular interpretación de quien las experimenta.

Cada sujeto construye a lo largo del tiempo esquemas mentales a través de los cuales

filtra, lee e interpreta el mundo y a sí mismo. Estos esquemas, o formas estables de

pensar y procesar la información, pueden tener mayor o menor apego con la realidad

más objetiva. Las distorsiones cognitivas son creencias maladaptativas basadas en errores

lógicos a la hora de procesar la información. Son prejuiciosas, rígidas, poco basadas en

datos objetivos. De estas distorsiones se derivan múltiples malestares anímicos y

emocionales que afectan de manera sistemática a quien las pone en práctica. Una de las

distorsiones cognitivas más habituales que se identificaron es el pensamiento o

razonamiento emocional: creer que si algo se siente de una manera específica es porque

es realmente así, sin detenerse a evaluar si el cúmulo de pensamientos que sustentan esa

emoción son adecuados, correctos o lógicos. Las personas que sufren de preocupación

excesiva frecuentemente le otorgan veracidad a sus pensamientos atemorizantes en

función de la ansiedad e inquietud que sienten: “si estoy intranquilo es porque realmente

algo puede pasar”. Las emociones no son ni buenas ni malas, pero a veces algunas de

ellas nos perjudican, sobre todo si, una vez que aparecen, las dejamos correr libremente

sin evaluar el grado de ajuste de las interpretaciones que las movilizan. A veces es bueno

parar la pelota, levantar la cabeza y preguntarnos: ¿de qué manera estoy pensando esta

situación para sentirme así? Esta sencilla reflexión muchas veces alcanza para sacudirle el

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