Mi cabeza no para! Qué es el trastorno de ansiedad generalizada
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excesiva, a su vez pueden ser buscados (o provocados, o interpretados como ansiógenos)
por el movimiento del circuito en el sentido de detectar peligro. La intolerancia a la
incertidumbre constituye un factor determinante del problema si entendemos el desorden
por preocupación excesiva como una necesidad insoslayable de control frente a una
realidad (externa o interna) interpretada como amenazante o caótica.
Las vivencias de indefensión constituyen uno de los núcleos del proceso de
preocupación excesiva, y son responsables en buena medida de la existencia de los otros
elementos. El hecho de vivenciarnos débiles e incapaces de poder controlar aquello por
venir confiere mayor peligrosidad y enorme peso, a nuestros ojos, a los contenidos
catastróficos. El circuito se retroalimenta mediante la selección de elementos afines,
siempre negativos, que dan sentido, justifican y refuerzan la preocupación excesiva.
Aquellos elementos de juicio que no nos conduzcan en ese sentido van a ser rápidamente
descartados. El circuito de preocupación excesiva es una corriente que arrastra consigo
solo elementos de su mismo signo.
Subrayemos aquí, una vez más, la función de doble agente de la preocupación
excesiva. Por un lado, retroalimenta el circuito aprensivo. Por el otro, nos confiere una
sensación de control, ilusoria, frente al horizonte de amenazas, también ilusorio, que
vislumbramos.
Los pensamientos catastróficos más angustiantes causarán, a su vez, sensaciones de
indefensión más profundas. El monitoreo en busca de amenazas motivado por la
distorsionada estimación de probabilidad de que ocurran eventos adversos, es fogoneado
a su vez por la catastrofización y las vivencias de indefensión, a las que, por su parte y
en venganza, acrecienta. El conjunto de elementos lleva a una mayor necesidad de
control, que solo incentiva a los demás componentes del conjunto. En el centro, en
negrita, como el humor que nos genera, la preocupación excesiva, nombre que damos a
esta maquinaria en movimiento.
En otras palabras, si nuestro estado de constante alerta busca (y encuentra) amenazas
en cada momento y lugar, si además nos vemos asaltados por ideas catastróficas acerca
de lo que va a ocurrir (catastrofización) y, por último, nos sentimos débiles frente a tales
exigencias de la realidad (vivencias de debilidad o indefensión), se comprende sin
dificultad que nos hayamos convertido en portadores de semejante bomba de tiempo en
nuestras cabezas. Aunque parezca, y lo es, un modo de preocuparse inadecuado, ineficaz
y alejado del sentido común, así es como lo hacemos quienes sufrimos de preocupación
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