Mi cabeza no para! Qué es el trastorno de ansiedad generalizada
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un rato. Es entonces cuando se hace más patente que las ideas o pensamientos
automáticos nos asaltan a nuestro pesar, casi de manera autónoma, que nos toman por
asalto y no se van, que no nos permiten relajarnos un poco, olvidarlas por un rato. No,
de ningún modo, apenas nos distraemos se presentan y nos sumergen otra vez en esa
maquinaria alimentada por dudas, anticipación, dramatización y zozobra, combustibles
lamentablemente no perecederos. Pero bueno, por lo menos en ese sentido la
preocupación excesiva es ecológica. Si funcionara a base de electricidad, gas o nafta,
provocaríamos, entre todos, un colapso energético planetario. Pero no, funciona con
nuestra vitalidad, o con lo que nos va quedando de ella. El colapso no lo sufren nuestras
altruistas corporaciones transnacionales de suministro de gas y electricidad, lo sufrimos
nosotros. Deberíamos conectarnos a energía solar, al menos. Porque la preocupación
excesiva no para, nos agota, se vuelve casi obsesiva y adherente, se adueña de buena
parte de nuestra actividad mental. ¡Y aun así no dejamos de considerarla justificada! Nos
damos cuenta de todo: nos hace mal, ya hace rato que no dormimos como se debe, nos
volvimos irritables. El problema es que la creemos necesaria. Nuestra preocupación y el
malestar psíquico y físico que nos desencadena se corresponden, en calidad e intensidad,
según nuestro buen juicio y comprensión, con los problemas sobre los cuales se centra.
Estamos convencidos de su razonabilidad, de su concordancia con la amenaza supuesta o
con la gravedad del problema existente. Ese acuerdo sin condiciones entre nosotros y
nuestra preocupación deberá ser puesto en cuestión si pretendemos vivir un poco más
tranquilos.
Sin embargo, no perdemos de vista que el asunto es por demás peliagudo: ¿cómo
convencernos de que nos preocupamos en exceso? ¿Quién nos puede ayudar a
comprender que nuestros temores no provienen de la peligrosidad de la circunstancia en
sí, sino de nuestras propias inseguridades para afrontar los conflictos, las situaciones de
incertidumbre, lo imprevisible del devenir? ¿Cómo persuadirnos de que, aun bajo nuestro
hipotético control, no todo lo posible, lo potencialmente existente, presenta probabilidad
cierta de ocurrir?
Para avanzar en una comprensión más acabada y tangible del pensamiento negativo,
pesimista y anticipatorio, pasemos a la siguiente pregunta.
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