Mi cabeza no para! Qué es el trastorno de ansiedad generalizada
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¿Yo, vivencias de indefensión? ¿Yo, creerme débil? ¿Y por eso me alarmo y
no puedo parar mi cabeza, mi preocupación, frente a cuestiones de todos los
días? ¿Yo, condicionado por esas creencias acerca de mí, que por otra parte
desconozco? ¿Mi interior una ciudad olvidada? Mmm, no me estaría
sonando...
Bien, de eso se trata, de que uno no suele estar consciente de las fuerzas que lo
manejan. Y quizás no te sea necesario si tu vida marcha bien, si no sufrís una ansiedad
que te incomoda a diario, si la inseguridad o la angustia no consumen buena parte de tus
fuerzas. Pero, si no es así, date un momento para reflexionar acerca de lo siguiente. ¿Me
estará sucediendo algo de lo que no me doy cuenta? ¿Es posible que esté funcionando de
acuerdo a un patrón estable o rígido, disfuncional, que podría ser modificado? Cuestionar
lo establecido, desear esa permeabilidad a lo nuevo en nuestro interior, abre las puertas a
la posibilidad de un mejor conocimiento de uno mismo y por ende, al cambio.
Hasta ahora hemos funcionado así, como si incluso problemas pequeños fueran
demasiado para nosotros. Todo es angustiante o peligroso, todo nos desborda. Se puede
tratar de la perspectiva de problemas económicos como de un próximo viaje. Puede
agobiarnos tanto la aparición de una pequeña grieta en una pared de nuestra casa como la
indecisión de un hijo acerca de cuál carrera estudiar, el desperfecto en la computadora
como un ganglio que me parece sentir en el cuello o la espera de exámenes de sangre de
rutina. Pero como no sabemos que esa es nuestra manera de vivenciar la realidad,
como no estamos enterados de que allá en las profundidades de lo que somos operan, y
nos condicionan, esas vivencias de indefensión, le adjudicamos gravedad a los hechos
externos. Nos resultan irreparables, angustiantes, portadores de un peligro que, por lo
general no tienen. Y es lógico que los vivamos así, casi todo resulta demasiado para
nosotros. Para nosotros. Las vivencias de indefensión nos colocan en ese lugar de
disparidad con las fuerzas de la realidad. Somos más débiles, nos sentimos más débiles.
Descubrir ese núcleo de debilidad e indefensión y dedicarle nuestras mejores energías a
trabajarlo es tarea clave para poder visualizar con mayor objetividad la realidad y salir del
circuito en el cual nos encontramos inmersos.
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