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La transcripción utiliza el ADN como molde para
crear la molécula de ARN. Después de esto el ARN
sale del núcleo se dirige al ribosoma en el citoplasma
y así dar inicio a la traducción. La traducción lee el
código genético en el ARNm y crea una proteína.
VACUNAS DE ARN REPLICANTE
En una publicación realizada por la Universidad
de Washington en Seattle y del National Institute
of Allergy and Infectious Diseases se abordó sobre
una posible vacuna frente al SARS-CoV-2 (de
ARN autorreplicante o RepARN).
Se expuso resultados en ratones y en monos que
incluye la información génica que codifica la
glicoproteína S de la cubierta y, previo a su
exposición, dando a entender el papel de esa
proteína y de los mecanismos de producción, de
igual modo señalando las ventajas que podrían
aportar desde la perspectiva de la protección
clínica.
Son autorreplicantes, ya que disponen del
ARN polimerasa para replicar ARN pero no de
nuevos virus.
Al precisar menor concentración de antígeno y
el poder de administrarse en una dosis se
reduciría el tiempo para la fabricación a gran
escala. Las vacunas de ARMm se degradan
con gran rapidez por lo que precisan más de
una dosis para alcanzar una óptima respuesta.
Suelen administrarse con una cobertura
lipídica para protección y en favor al paso del
antígeno a la célula presentadora de antígeno,
potencia la inmunogenicidad y hace estable la
vacuna a temperatura ambiente durante cierto
tiempo.
Producen múltiple descendencia mediante
transcripción de sí mismo lo que causa que en
esa transcripción se produce abundante
cantidad de proteína inmunizante, ahí radica la
diferencia con las vacunas de ARN mensajero
por lo que y es por esta razón que una dosis de
vacuna podría ser suficiente.
Se sugiere que la capacidad de protección de las
vacunas contra el Covid-19 pueda estar mediada
por los anticuerpos anti-S y por consiguiente que
produzca respuestas Th1 con anticuerpos
neutralizantes y sin producir fenómenos de
inmunopatologías, características obtenidas con
este tipo de vacunas.
Las vacunas de ARN llevan la ventaja de la
facilidad de producción ya que al ser sintéticas no
dependen del cultivo del patógeno o de la
fabricación a gran escala de proteínas
recombinantes. Además, respecto a las vacunas de
vectores víricos, no existirían interferencias con la
inmunidad preexistente que pudiera disminuir la
inmunogenicidad de la vacuna.
Las vacunas de ARN pueden ser de ARN mensajero o
de ARN autorreplicante (RepARN). Estas últimas se
caracterizan por los siguientes aspectos:
Derivan de un alfavirus (virus de ARN no
segmentado) que tiene dos segmentos: uno que
codifica la RNA polimerasa y otro que codifica
proteínas estructurales. El segmento que codifica
las proteínas estructurales se reemplaza por el
antígeno inmunizante (S), mientras que la
replicasa vírica permanece como parte integral de
la vacuna y provoca la amplificación intracelular
del ARN postinmunización.
Figura 2. Expresión de antígenos por el ARN del
replicador (SAVALnet, 2020)
ARN MENSAJERO AUTOREPLICATIVO
El ARNm de la vacuna es replicado naturalmente
por el virus y realiza miles y miles de copias de
antígenos. Esto permite una protección más
completa y potente que las demás vacunas que
llevan unos 4 000 nucleótidos de la proteína S,
mientras que el ARNm autoreplicativo lleva unos
20 000.
Hablando de vacunas de ADN, Se probaron dos
formas de vacuna que se han creado. La primera
con nanopartículas y otra con el mismo ARNm.
Para ello replican su ARNm en unas células y con
ello el obtiene la proteína necesaria para producir
el embalaje dando como resultado partículas
víricas (VLP). Estas partículas tienen el mismo
aspecto exterior
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