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Descargar - International Committee of the Red Cross

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François-Bernard Huyghe - La impureza de la guerra<br />

La guerra es un camaleón<br />

Es fácil comprobar que hoy esas certezas se han disuelto. Por ejemplo, si<br />

se es francés, como el autor de estas líneas, o europeo, basta con hacer a sus conocidos<br />

la pregunta “¿Estamos en guerra en Afganistán?” para obtener las respuestas<br />

más diversas. De los que consideran que una operación para el mantenimiento de<br />

la paz internacional no tiene nada que ver con una guerra a los que afirman que<br />

estamos librando una guerra colonial al servicio del imperialismo de Estados Unidos.<br />

Pasando por los pragmáticos que piensan que, si en agosto de 2008 los talibán<br />

pudieron matar a diez soldados franceses y si le están ganando provincias enteras<br />

a la OTAN, esto comienza a parecerse más a una guerra que a una intervención de<br />

la policía internacional.<br />

En este caso, lo que alimenta la incertidumbre es la pluralidad de criterios<br />

de la guerra (a la que Clausewitz calificaba de “camaleón”) 5 .<br />

• Criterio relativo a los actores: ¿qué significa “los talibán”? ¿Son un ejército,<br />

una guerrilla, un grupo terrorista? ¿A partir de qué estadio de organización<br />

o de legitimidad una de ambas partes merece el nombre de ejército? ¿Cuándo<br />

se la deja de considerar como un factor de desorden para acceder a la<br />

dignidad de eventual actor de la Historia? ¿Y cuándo deja de ser del orden<br />

de la represión para ganarse el prestigioso estatus de enemigo reconocido?<br />

• Criterio ligado a los medios utilizados. Cuando una parte emplea misiles y la<br />

otra, morteros, se vuelve difícil hablar de una violencia privada o marginal.<br />

• Criterio del grado de violencia, e incluso de la tasa de mortalidad, que en<br />

Afganistán es todo menos despreciable, sobre todo si se toma en consideración<br />

a las víctimas civiles.<br />

• Criterio de la conciencia que los beligerantes tienen de estar “en guerra”,<br />

e incluso de la categoría política a la que se refieren. Pero, en ese caso, los<br />

que se proclaman en jihad tienen la certeza de ello, mientras que los occidentales<br />

niegan la realidad de la guerra. A menos que intenten disimular<br />

bajo acrónimos y neologismos como “asistencia militar”, “mantenimiento<br />

de la paz” u “operaciones distintas de la guerra” (OOTW, Operations O<strong>the</strong>r<br />

Than War en la jerga de la OTAN), una realidad cuyo reconocimiento <strong>of</strong>icial<br />

honraría demasiado al adversario. No es motivo de satisfacción que un<br />

pueblo pueda estar en guerra “sin saberlo”, sin preocuparse demasiado por<br />

las a veces peligrosas tareas de mantenimiento del orden que ejercen en su<br />

nombre algunos pr<strong>of</strong>esionales en la periferia del Imperio.<br />

• Criterio de los objetivos de las fuerzas armadas. Bien sabido es que “hacemos<br />

la guerra para tener paz” (San Agustín) y que, a la vez, “la guerra es la<br />

continuación de la política por otros medios” (Clausewitz) 6 . Claramente,<br />

aunque la guerra pueda servir para fines privados (las fantasías del Príncipe<br />

o los intereses de los fabricantes de armas de guerra), sólo tiene sentido<br />

5 von Clausewitz, op. cit, nota 3, vol. 1, capítulo 1.<br />

6 Ibíd.

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