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Descargar - International Committee of the Red Cross

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Marzo de 2009, N.º 873 de la versión original<br />

Las armas inteligentes<br />

En gran medida, los estrategas diseñaron las nuevas armas como inteligentes<br />

(con tecnología informática), precisas (los famosos ataques quirúgicos),<br />

comandadas a distancia (eventualmente, desde una “sala de guerra” equipada de<br />

incontables monitores), como armas que gozan de la cuasi omnisciencia que procura<br />

la observación satelital, económicas tanto en fuerzas de destrucción como en<br />

vidas humanas, que atacan más la organización o los medios de coordinación enemigos<br />

que las vidas humanas, capaces de “conmocionar y destruir” a un enemigo<br />

totalmente superado.<br />

Aunque la idea de una guerra que cause “cero muertes” fue más un invento<br />

periodístico que una verdadera doctrina del Pentágono, se está propagando la idea<br />

de una guerra técnicamente perfecta, donde el uso de la violencia se reduciría a lo<br />

estrictamente necesario y donde ésta se emplearía en el punto más eficaz. De allí se<br />

desprenden dos desarrollos significativos.<br />

Las armas no letales y las de la información<br />

Popularizada desde los años 1980, y luego con un fuerte desarrollo de la<br />

investigación desde la década de 1990, el arma que no mata, es decir, que no provoca<br />

ningún daño irreversible, ha entrado realmente en el universo mental de los<br />

estrategas. Las armas llamadas no letales o de baja letalidad (están diseñadas para<br />

no matar, pero no existe nada que —empleado de cierta forma o en determinadas<br />

condiciones— no pueda llegar a matar a un ser humano) adoptan distintas<br />

formas. Son los proyectiles de energía cinética (como las balas de goma), los productos<br />

químicos irritantes o “incapacitantes”, las armas paralizantes a impulsión<br />

electrónica, pero también los sistemas s<strong>of</strong>isticados destinados a paralizar vehículos,<br />

a interrumpir sistemas de comunicación, a volver inhabitables ciertas instalaciones.<br />

Por no mencionar los aparatos de ciencia ficción como una suerte de radares que<br />

proyectan ondas que generan sensaciones de quemadura, ruidos insoportables para<br />

el oído humano, etc. 18<br />

Todas esas panoplias responden a un doble fin. Primero, se trata de evitar,<br />

sobre todo frente a las cámaras de televisión internacionales, el espectáculo de<br />

cualquier brutalidad, en actividades de mantenimiento del orden interno frente a<br />

grupos de manifestantes o agitadores o, en el exterior, durante las confrontaciones<br />

con la población civil ocupada. La segunda noción es que el soldado moderno dispondrá<br />

de un arma a la vez “reostática” (cuyos efectos pueden regularse en función<br />

del grado de peligrosidad del blanco) y de un medio intermedio para situaciones<br />

donde la amenaza o la autoridad no bastan, pero donde aún no conviene descargar<br />

toda la fuerza destructiva de las “armas verdaderas”.<br />

Esas cuasi guerras donde el fuerte desea, ante todo, limitar su violencia (y<br />

ahorrarle el espectáculo de ésta a la opinión pública), donde establece una distinción<br />

18 David Fidler, “El significado de Moscú: las armas “no letales” y el derecho internacional a comienzos del<br />

siglo XXI”, <strong>International</strong> Review <strong>of</strong> <strong>the</strong> <strong>Red</strong> <strong>Cross</strong>, N.º 859, 2005, disponible en www.cicr.org/spa/revista.<br />

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