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Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...

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<strong>La</strong> Ciudad y <strong>los</strong> Perros <strong>Mario</strong> <strong>Vargas</strong> <strong>L<strong>los</strong>a</strong><br />

-Después <strong>de</strong> las clases, reúna a la primera sección. Que <strong>los</strong> ca<strong>de</strong>tes saquen sus fusiles. Lléve<strong>los</strong> al<br />

estadio.<br />

-¿Revista <strong>de</strong> armas, mi teniente?<br />

-No. Los quiero formados en grupos <strong>de</strong> combate. Dígame, Pezoa, en la última campaña no se alteró la<br />

formación, ¿no e s así? Quiero <strong>de</strong>cir, la progresión se llevó a cabo en el or<strong>de</strong>n normal; grupo uno<br />

a<strong>de</strong>lante, luego el dos y al final el tres.<br />

-No, mi teniente -dijo el suboficial- Al revés. En las instrucciones, el capitán or<strong>de</strong>nó poner en la<br />

vanguardia a <strong>los</strong> más pequeños.<br />

-Es verdad -dijo Gamboa- Bien. Lo espero en el estadio.<br />

El suboficial saludó y se fue. Gamboa regresó a las cuadras. <strong>La</strong> mañana seguía muy clara y había poca<br />

humedad. <strong>La</strong> brisa agitaba apenas la hierba <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scampado; la vicuña ejecutaba veloces carreras en<br />

círculo. Pronto llegaría el verano; el colegio quedaría <strong>de</strong>sierto, la vida se volvería muelle y agobiante; <strong>los</strong><br />

servicios serían más cortos, menos rígidos, podría ir a la playa tres veces por semana. Su mujer ya<br />

estaría bien; llevarían al niño <strong>de</strong> paseo en un coche. A<strong>de</strong>más, dispondría <strong>de</strong> tiempo para estudiar. Ocho<br />

meses, no era un plazo muy gran<strong>de</strong> para preparar el examen. Decían que sólo habría veinte plazas para<br />

capitán. Y eran doscientos postulantes.<br />

Llegó a la secretaría. El capitán estaba sentado en su escritorio y no levantó la cabeza cuando él entró.<br />

Un momento <strong>de</strong>spués, mientras revisaba <strong>los</strong> partes <strong>de</strong> campaña, Gamboa escuchó:<br />

-Dígame, teniente.<br />

-Sí, mi capitán.<br />

-¿Qué cree usted? -El capitán Garrido lo miraba con el ceño fruncido. Gamboa dudó antes <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r.<br />

-No sé, mi capitán -dijo- Es muy difícil saber. He comenzado la investigación. Quizá saque alga en claro.<br />

-No hablo <strong>de</strong> eso -dijo el capitán- Quiero <strong>de</strong>cir, las consecuencias. ¿Ha pensado usted?<br />

-Sí -dijo Garriboa- Pue<strong>de</strong> ser grave.<br />

-¿Grave? -El capitán sonrió- ¿Se ha olvidado que este batallón se halla a mi cargo, que la primera<br />

compañía está a sus ór<strong>de</strong>nes? Pase lo que pase, <strong>los</strong> fregados seremos usted y yo.<br />

-He pensado también en eso, mi capitán -dijo Gamboa- Tiene usted razón. Y no crea que me hace gracia<br />

la i<strong>de</strong>a.<br />

-¿Cuándo le toca ascen<strong>de</strong>r?<br />

-El próximo año.<br />

-A mí también -dijo el capitán”. Los exámenes serán fuertes, cada vez hay menos vacantes. Hablemos<br />

claro, Gamboa. Usted y yo tenemos excelentes fojas <strong>de</strong> servicio. Ni una sola sombra. Y nos harán<br />

responsables <strong>de</strong> todo. Ese ca<strong>de</strong>te se siente apoyado por usted. Háblele. Convénzalo. Lo mejor es<br />

olvidarnos <strong>de</strong> este asunto.<br />

Gamboa miró a <strong>los</strong> ojos al capitán Garrido.<br />

-¿Puedo hablarle con franqueza, mi capitán?<br />

-Es lo que estoy haciendo yo, Gamboa. Le hablo como a un amigo, no como a un subordinado.<br />

Gamboa <strong>de</strong>jó <strong>los</strong> partes <strong>de</strong> campaña en una repisa y dio unos pasos hacia el escritorio.<br />

-A mí me interesa el ascenso tanto como a usted, mi capitán. Haré todo lo posible por conseguir ese<br />

galón. Yo no quería ser <strong>de</strong>stacado aquí, ¿sabe usted? Entre esos muchachos no me siento <strong>de</strong>l todo en el<br />

Ejército. Pero si hay algo que he aprendido en la Escuela Militar, es la importancia <strong>de</strong> la disciplina. Sin<br />

ella, todo se corrompe, se malogra. Nuestro país está como está porque no hay disciplina, ni or<strong>de</strong>n. Lo<br />

único-o que se mantiene fuerte y sano es el Ejército, gracias a su estructura, a su organización. Si es<br />

verdad que a ese muchacho lo mataron, si es verdad lo <strong>de</strong> <strong>los</strong> licores, la venta <strong>de</strong> exámenes y todo lo<br />

<strong>de</strong>más, yo me siento responsable, mi capitán. Creo que es mi obligación <strong>de</strong>scubrir lo que hay <strong>de</strong> cierto<br />

en toda esa historia.<br />

-Usted exagera, Gamboa -dijo el capitán, algo sorprendido. Había comenzado a pasear por la habitación,<br />

como durante la entrevista con Alberto- Yo no digo echar tierra a todo. Lo <strong>de</strong> <strong>los</strong> exámenes y lo <strong>de</strong>l licor<br />

hay que castigarlo, naturalmente. Pero no olvi<strong>de</strong> tampoco que lo primero que se apren<strong>de</strong> en el Ejército<br />

es a ser hombres. Los hombres fuman, se emborrachan, tiran contra, culean. Los ca<strong>de</strong>tes saben que si<br />

son <strong>de</strong>scubiertos se les expulsa. Ya han salido varios. Los que no se <strong>de</strong>jan pescar son <strong>los</strong> vivos. Para<br />

hacerse hombres, hay que correr riesgos, hay que ser audaz. Eso es el Ejército, Gamboa, no sólo la<br />

disciplina. También es osadía, ingenio. Pero, en fin, po<strong>de</strong>mos discutir sobre eso <strong>de</strong>spués. Lo que me<br />

preocupa ahora es lo otro. Es un asunto completamente imbécil. Pero aun así, si llega hasta el coronel,<br />

pue<strong>de</strong> traernos serios perjuicios.<br />

-Perdón, mi capitán -dijo Gamboa- Mientras yo no me dé cuenta, <strong>los</strong> ca<strong>de</strong>tes <strong>de</strong> mi compañía pue<strong>de</strong>n<br />

hacer todo lo que quieran, estoy <strong>de</strong> acuerdo con usted. Pero ya no puedo hacerme el <strong>de</strong>sentendido, me<br />

sentiría cómplice. Ahora sé que hay algo que no marcha. El ca<strong>de</strong>te Fernán<strong>de</strong>z ha venido a <strong>de</strong>cirme nada<br />

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