Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...
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<strong>La</strong> Ciudad y <strong>los</strong> Perros <strong>Mario</strong> <strong>Vargas</strong> <strong>L<strong>los</strong>a</strong><br />
paso vivo tras la primera compañía. Era entretenido ver actuar a Gamboa, que se tomaba la campaña en<br />
serio.<br />
Al llegar a las faldas <strong>de</strong>l cerro, Gamboa comprobó que <strong>los</strong> ca<strong>de</strong>tes estaban realmente fatigados; algunos<br />
corrían con la boca abierta y el rostro lívido, y todos tenían <strong>los</strong> ojos clavados en él; en sus miradas<br />
Gamboa veía la angustia con que esperaban la voz <strong>de</strong> alto. Pero no dio esa or<strong>de</strong>n; miró las<br />
circunferencias blancas, las la<strong>de</strong>ras <strong>de</strong>snudas, ocres, que <strong>de</strong>scendían hasta hundirse en el campo <strong>de</strong><br />
algodones, y, al otro lado <strong>de</strong> <strong>los</strong> blancos, varios metros más arriba, la cresta <strong>de</strong>l cerro, una gran comba<br />
maciza, esperándo<strong>los</strong>. Y siguió corriendo, primero junto al cerro, luego a campo abierto, a toda la<br />
velocidad que podía, luchando por no abrir la boca, aunque sentía él también que su corazón y sus<br />
pulmones reclamaban una gran bocanada <strong>de</strong> viento puro; las venas <strong>de</strong> su garganta se anchaban y su<br />
piel, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>los</strong> cabel<strong>los</strong> hasta <strong>los</strong> pies, se hume<strong>de</strong>cía con un sudor frío. Se volvió todavía una vez, para<br />
calcular si se habían alejado ya unos mil metros <strong>de</strong>l objetivo y luego, cerrando <strong>los</strong> ojos, consiguió<br />
apresurar la carrera dando saltos más largos y azotando el aire con <strong>los</strong> brazos; así llegó hasta <strong>los</strong><br />
matorrales que alborotaban la tierra salvaje, fuera <strong>de</strong>l sembrío, junto a la acequia indicada en las<br />
instrucciones <strong>de</strong> la campaña como límite <strong>de</strong>l emplazamiento <strong>de</strong> la primera compañía. Allí se <strong>de</strong>tuvo y<br />
sólo entonces abrió la boca y respiró, <strong>los</strong> brazos extendidos. Antes <strong>de</strong> dar media vuelta, se limpió el<br />
sudor <strong>de</strong> la cara, a fin <strong>de</strong> que <strong>los</strong> ca<strong>de</strong>tes no supieran que él también estaba agotado. Los primeros en<br />
llegar a <strong>los</strong> matorrales fueron <strong>los</strong> suboficiales y el brigadier Arróspi<strong>de</strong>. Luego llegaron <strong>los</strong> <strong>de</strong>más, en<br />
completo <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n: las columnas habían <strong>de</strong>saparecido, quedaban sólo racimos, grupos dispersos. Poco<br />
<strong>de</strong>spués, las tres secciones se reagrupaban formando una herradura en torno a Gamboa. Éste<br />
escuchaba la respiración animal <strong>de</strong> <strong>los</strong> ciento veinte ca<strong>de</strong>tes, que habían apoyado <strong>los</strong> fusiles en la tierra.<br />
-Vengan <strong>los</strong> brigadieres - dijo Gamboa. Arróspi<strong>de</strong> y otros dos ca<strong>de</strong>tes abandonaron la fila- Compañía,<br />
¡<strong>de</strong>scanso!<br />
El teniente se alejó unos pasos, seguido <strong>de</strong> <strong>los</strong> suboficiales y <strong>de</strong> <strong>los</strong> tres brigadieres. Luego, trazando<br />
cruces y rayas en la tierra, les explicó <strong>de</strong>talladamente <strong>los</strong> diferentes movimientos <strong>de</strong>l asalto.<br />
-¿Comprendida la disposición <strong>de</strong> <strong>los</strong> cuerpos? - dijo Gamboa y sus cinco oyentes asintieron- Bien. Los<br />
grupos <strong>de</strong> combate comenzarán a <strong>de</strong>splegarse en abanico <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que se dé la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> marcha;<br />
<strong>de</strong>splegarse quiere <strong>de</strong>cir no ir como carneros, sino separados, aunque en una misma línea.<br />
¿Comprendido? Bien. A nuestra compañía le correspon<strong>de</strong> atacar el frente Sur, ése que tenemos <strong>de</strong>lante.<br />
¿Visto?<br />
Los suboficiales y brigadieres miraron el cerro y dijeron: "visto".<br />
-¿Y qué instrucciones hay para la progresión, mí teniente? -murmuró Morte. Los brigadieres se volvieron<br />
a mirarlo y el suboficial se ruborizó.<br />
-A eso voy - dijo Gamboa- Saltos <strong>de</strong> diez en diez metros. Una progresión intermitente. Los ca<strong>de</strong>tes<br />
recorren esa distancia a toda carrera y se arrojan, al que entierre el fusil le parto el culo a patadas.<br />
Cuando todos <strong>los</strong> hombres <strong>de</strong> la vanguardia están tendidos, toco silbato y la segunda línea dispara. Un<br />
solo tiro. ¿Entendido? Los tiradores saltan y progresan diez metros, se arrojan. <strong>La</strong> tercera línea dispara y<br />
progresa. Luego comenzamos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio. Todos <strong>los</strong> movimientos se hacen a mis ór<strong>de</strong>nes. Así<br />
llegaremos a cien metros <strong>de</strong>l objetivo. Allí <strong>los</strong> grupos pue<strong>de</strong>n cerrarse un poco para no invadir el terreno<br />
don<strong>de</strong> operan las otras compañías. El asalto final lo dan las tres secciones a la vez, porque el cerro ya<br />
está casi limpio y quedan apenas unos cuantos focos enemigos.<br />
-¿Qué tiempo hay para ocupar el objetivo? -preguntó Morte.<br />
-Una hora - dijo Gamboa- Pero eso es asunto mío. Los suboficiales y brigadieres <strong>de</strong>ben preocuparse <strong>de</strong><br />
que <strong>los</strong> hombres no se abran ni se peguen <strong>de</strong>masiado, <strong>de</strong> que nadie se que<strong>de</strong> atrás y <strong>de</strong>ben estar<br />
siempre en contacto conmigo, por si <strong>los</strong> necesito.<br />
-¿Vamos a<strong>de</strong>lante o en la retaguardia, mi teniente? -preguntó Arróspi<strong>de</strong>.<br />
-Uste<strong>de</strong>s con la primera línea, <strong>los</strong> suboficiales atrás. ¿Alguna pregunta? Bueno, vayan a explicar la<br />
operación a <strong>los</strong> jefes <strong>de</strong> grupo. Comenzamos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> quince minutos.<br />
Los suboficiales y brigadieres se alejaron al paso ligero. Gamboa vio venir al capitán Garrido y se iba a<br />
incorporar, pero el Piraña le indicó con la mano que permaneciera como estaba, en cuclillas. Ambos<br />
quedaron mirando a las secciones que se <strong>de</strong>smenuzaban en grupos <strong>de</strong> doce hombres. Los ca<strong>de</strong>tes se<br />
apretujaban <strong>los</strong> cinturones, anudaban <strong>los</strong> cordones <strong>de</strong> sus botines, se encasquetaban las cristinas,<br />
limpiaban el polvo <strong>de</strong> <strong>los</strong> fusiles, comprobaban la soltura <strong>de</strong> la corre<strong>de</strong>ra.<br />
-Esto sí les gusta - dijo el capitán- Ah, pen<strong>de</strong>jos. Míre<strong>los</strong>, parece que fueran a un baile.<br />
-Sí - dijo Gamboa- Se creen en la guerra.<br />
-Si algún día tuvieran que pelear <strong>de</strong> veras - dijo el capitán”, éstos serían <strong>de</strong>sertores o cobar<strong>de</strong>s. Pero,<br />
por suerte para el<strong>los</strong>, acá <strong>los</strong> militares sólo disparamos en las maniobras. No creo que el Perú tenga<br />
nunca una verda<strong>de</strong>ra guerra.<br />
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