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Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...

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<strong>La</strong> Ciudad y <strong>los</strong> Perros <strong>Mario</strong> <strong>Vargas</strong> <strong>L<strong>los</strong>a</strong><br />

SEGUNDA PARTE<br />

J'avais vingt ans. Je ne laisserai personne dire que c’est le plus bel âge <strong>de</strong> la vie.<br />

PAUL NIZAN<br />

I<br />

Tengo pena por la perra Malpapeada que anoche estuvo llora y llora. Yo la envolvía bien con la frazada y<br />

<strong>de</strong>spués con la almohada pero ni por ésas <strong>de</strong>jaban <strong>de</strong> oírse <strong>los</strong> aullidos tan largos. A cada rato parecía<br />

que se ahogaba y atoraba y era terrible, <strong>los</strong> aullidos <strong>de</strong>spertaban toda la cuadra. En otra época, pase.<br />

Pero como todos andan nerviosos, comenzaban a insultar y a carajear y a <strong>de</strong>cir "sácala o llueve" y tenía<br />

que estar guapeando a uno y a otro <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi cama, hasta que a eso <strong>de</strong> la medianoche ya no había<br />

forma. Yo mismo tenía sueño y la Malpapeada lloraba cada vez más fuerte. Varios se levantaron y<br />

vinieron a mi cama con <strong>los</strong> botines en la mano. No era cosa <strong>de</strong> machucarse con toda la sección, ahora<br />

que estamos tan <strong>de</strong>primidos. Entonces la saqué y la llevé hasta el patio y la <strong>de</strong>jé pero al darme vuelta la<br />

sentí que me estaba siguiendo y le dije <strong>de</strong> mala manera: "quieta ahí, perra, qué<strong>de</strong>se don<strong>de</strong> la he <strong>de</strong>jado<br />

por llorona", pero, la Malpapeada siempre <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> mí, la pata encogida sin tocar el suelo, y daba<br />

compasión ver <strong>los</strong> esfuerzos que hacía por seguirme. Así que la cargué y la llevé hasta el <strong>de</strong>scampado y<br />

la puse sobre la hierbita y le rasqué un rato el cogote y <strong>de</strong>spués me vine y esta vez no me siguió. Pero<br />

dormí mal, mejor dicho no dormí. Me estaba viniendo el sueño y, zaz, <strong>los</strong> ojos se me abrían so<strong>los</strong> y<br />

pensaba en la perra y a<strong>de</strong>más comencé a estornudar porque cuando la saqué al patio no me puse <strong>los</strong><br />

zapatos y todo mi pijama está lleno <strong>de</strong> huecos creo que había mucho viento y a lo mejor llovía. Pobre la<br />

Malpapeada, congelándose ahí afuera, ella que es tan friolenta. Muchas veces la he pescado en la noche<br />

enfureciéndose porque yo me muevo y me <strong>de</strong>stapo. Tiesa <strong>de</strong> cólera, se incorpora murmurando y con <strong>los</strong><br />

dientes jala la frazada hasta volver a taparse o se mete sin más hasta el fondo <strong>de</strong> la cama para sentir el<br />

calorcito <strong>de</strong> mis pies. Los <strong>perros</strong> son bien fieles, más que <strong>los</strong> parientes, no hay nada que hacer. <strong>La</strong><br />

Malpapeada es chusca, una mezcla <strong>de</strong> toda clase <strong>de</strong> <strong>perros</strong>, pero tiene un alma blanca. No me acuerdo<br />

cuándo vino al colegio. Seguro no la trajo nadie, pasaba y le dio ganas <strong>de</strong> meterse a ver, y le gustó y se<br />

quedó. Se me ocurre que ya estaba en el colegio cuando entramos. A lo mejor nació aquí y es<br />

leonciopradina. Era una enanita, yo me fijé en ella, andaba metiéndose en la sección todo el tiempo<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la época <strong>de</strong>l, bautizo, parecía sentirse en su casa, cada vez que entraba uno <strong>de</strong> cuarto se le<br />

lanzaba a <strong>los</strong> pies y le ladraba y quería mor<strong>de</strong>rlo. Era machaza: la hacían volar a patadones y ella volvía<br />

a la carga, ladrando y mostrando sus dientes, unos dientes chiquitos <strong>de</strong> perrita muy joven. Ahora ya está<br />

crecida, <strong>de</strong>be tener más <strong>de</strong> tres años, ya está vieja para ser perra, <strong>los</strong> animales no viven mucho, sobre<br />

todo si son chuscos y comen poco. No recuerdo haber visto que la Malpapeada coma mucho. Algunas<br />

veces le tiro cáscaras, esos son sus mejores banquetes. Porque la hierba sólo la mastica: se chupa el<br />

jugo y la escupe. Se mete un poco <strong>de</strong> hierba en la boca y se queda horas masca y masca, como un indio<br />

su coca. Siempre estaba metida en la sección y algunos <strong>de</strong>cían que traía pulgas y la sacaban, pero la<br />

Malpapeada siempre volvía, la botaban mil veces y al poquito rato la puerta comenzaba a crujir y ahí<br />

abajo aparecía, casi junto al suelo, el hocico <strong>de</strong> la perra y nos daba risa su terquedad y a veces la<br />

<strong>de</strong>jábamos entrar y jugábamos con ella. No sé a quién se le ocurrió ponerle Malpapeada. Nunca se sabe<br />

<strong>de</strong> dón<strong>de</strong> salen <strong>los</strong> apodos. Cuando empezaron a <strong>de</strong>cirme Boa me reía y <strong>de</strong>spués me calenté y a todos<br />

les preguntaba quién inventó eso y todos <strong>de</strong>cían Fulano y ahora ni cómo sacarme <strong>de</strong> encima ese apodo,<br />

hasta en mi barrio me dicen así. Se me ocurre que fue Vallano. P-1 me <strong>de</strong>cía siempre: "haznos una<br />

<strong>de</strong>mostración, orina por encima <strong>de</strong> la correa", "muéstrame esa paloma que te llega a la rodilla". Pero no<br />

me consta.<br />

Alberto sintió que lo cogían <strong>de</strong>l brazo. Vio un rostro sinuoso, que no recordaba. Sin embargo, el<br />

muchacho le sonreía como si se conocieran. Tras él, se mantenía rígido otro ca<strong>de</strong>te, más pequeño. No<br />

podía ver<strong>los</strong> bien; eran sólo las seis <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, pero la neblina se había a<strong>de</strong>lantado. Estaban en el patio<br />

<strong>de</strong> quinto, en las proximida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la pista. Grupos <strong>de</strong> ca<strong>de</strong>tes circulaban <strong>de</strong> un lado a otro.<br />

-Espera, poeta - dijo el muchacho- Tú que eres un sabido, ¿no es cierto que ovario es lo mismo que<br />

huevo, sólo que femenino?<br />

-Suelta - dijo Alberto-. Estoy apurado.<br />

-No friegues, hombre -insistió aquél- Sólo un momento. Hemos hecho una apuesta.<br />

-Sobre un canto - dijo el más pequeño, acercándose- Un canto boliviano. Éste es medio boliviano y sabe<br />

canciones <strong>de</strong> allá. Cantos bien raros. Cántaselo, para que vea.<br />

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