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Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...

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<strong>La</strong> Ciudad y <strong>los</strong> Perros <strong>Mario</strong> <strong>Vargas</strong> <strong>L<strong>los</strong>a</strong><br />

-No en la noche -respon<strong>de</strong> Alberto- Quiero salir ahora. Mientras <strong>de</strong>sfilan al comedor.<br />

Esta vez, Arróspi<strong>de</strong> lo mira con interés.<br />

-Tengo que salir - dice Alberto- Es muy importante.<br />

-¿Tienes un plancito, o una fiesta?<br />

-¿Pasarás el parte sin mí?<br />

-No sé - dice Arróspi<strong>de</strong>- Si te <strong>de</strong>scubren, me friego yo también.<br />

-Sólo hay una formación -insiste Alberto-. Sólo tienes que poner en el parte "efectivo completo".<br />

-Eso y nada más - dice Arróspi<strong>de</strong>- Pero si hay otra formación no te paso como presente.<br />

-Gracias.<br />

-Mejor sales por el estadio - dice Arróspi<strong>de</strong>- Anda a escon<strong>de</strong>rte por ahí <strong>de</strong> una vez, ya no <strong>de</strong>mora el pito.<br />

-Sí - dice Alberto- Ya sé.<br />

Regresó a la cuadra. Abrió su ropero. Tenía dos soles, bastaba para el autobús.<br />

-¿Quiénes son <strong>los</strong> imaginarias <strong>de</strong> <strong>los</strong> dos primeros turnos? -preguntó a Vallano.<br />

-Baena y Ru<strong>los</strong>.<br />

Habló con Baena y éste aceptó pasarlo como presente. Luego fue hasta el baño. Los tres seguían<br />

acurrucados; al verlo, el Jaguar se incorporó.<br />

-¿No me has entendido?<br />

-Tengo que hablar dos palabras con el Ru<strong>los</strong>.<br />

-Anda a hablar con tu madre. Fuera <strong>de</strong> aquí.<br />

-Voy a tirar contra en este momento. Quiero que el Ru<strong>los</strong> me pase presente.<br />

-¿En este momento? - dijo el Jaguar.<br />

-Sí.<br />

-Está bien - dijo el Jaguar- ¿Sabes lo <strong>de</strong> Cava? ¿Quién ha sido?<br />

-Si supiera ya lo habría machucado. ¿Qué me crees? Supongo que no piensas que soy un soplón.<br />

-Espero que no - dijo el Jaguar- Por tu bien.<br />

-A ése no lo toca nadie - dijo el Boa-. A ése me lo <strong>de</strong>jan a mí.<br />

-Cállate - dijo el Jaguar.<br />

-Tráeme una cajetilla <strong>de</strong> Inca y te paso presente - dijo el Ru<strong>los</strong>.<br />

Alberto asintió. Al entrar a la cuadra, escuchó el silbato y las voces <strong>de</strong>l suboficial, llamando a filas. Echó<br />

a correr y pasó como una centella por el patio, entre <strong>los</strong> embriones <strong>de</strong> hileras. Avanzó por la pista <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>sfile, tapándose las hombreras rojas con las manos, por si algún oficial <strong>de</strong> otro año lo interceptaba. En<br />

las cuadras <strong>de</strong> tercero, el batallón estaba ya formado y Alberto <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> correr; caminó a paso vivo, con<br />

naturalidad. Cruzó ante el oficial <strong>de</strong> año y saludó: el teniente contestó maquinalmente. En el estadio,<br />

lejos <strong>de</strong> las cuadras, sintió una gran calma. Contorneó el galpón <strong>de</strong> <strong>los</strong> soldados; oyó voces y groserías.<br />

Corrió pegado a la baranda <strong>de</strong>l colegio, hasta el extremo, don<strong>de</strong> <strong>los</strong> muros se encontraban en un ángulo<br />

recto. Todavía seguían allí, amontonados, <strong>los</strong> ladril<strong>los</strong> y <strong>los</strong> adobes que habían servido para otras<br />

coniras. Se tiró al suelo y miró <strong>de</strong>tenidamente <strong>los</strong> edificios <strong>de</strong> las cuadras, separados <strong>de</strong> él por la mancha<br />

ver<strong>de</strong> y rectangular <strong>de</strong> la cancha <strong>de</strong> fútbol. No veía casi nada pero oía <strong>los</strong> silbatos; <strong>los</strong> batallones<br />

<strong>de</strong>sfilaban hacia el comedor. Tampoco se veía a nadie cerca <strong>de</strong>l galpón. Sin levantarse, arrastró unos<br />

ladril<strong>los</strong> y <strong>los</strong> apiló, al pie <strong>de</strong>l muro. ¿Y si le faltaban las fuerzas para izarse? Siempre había tirado contra<br />

por el otro lado, junto a "<strong>La</strong> Perlita". Echó una última mirada alre<strong>de</strong>dor, se incorporó <strong>de</strong> un salto, trepó a<br />

<strong>los</strong> ladril<strong>los</strong>, alzó las manos.<br />

<strong>La</strong> superficie <strong>de</strong>l muro es áspera. Alberto hace flexión y consigue elevarse hasta tocar la cumbre con <strong>los</strong><br />

ojos; ve el campo <strong>de</strong>sierto, casi a oscuras, y a lo lejos, la armoniosa línea <strong>de</strong> palmeras que escolta la<br />

avenida Progreso. Unos segundos <strong>de</strong>spués sólo ve el muro, pero sus manos siguen prendidas <strong>de</strong>l<br />

bor<strong>de</strong>.”Eso sí, juro por Dios que ésta sí me las pagas, Esclavo, <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> ella me la vas a pagar, si me<br />

resbalo y me rompo una pierna llamarán a mi casa y si viene mi padre le diré por fin qué pasa, a mi me<br />

han expulsado por tirar contra pero tú te escapaste <strong>de</strong> la casa para irte con las putas y eso es peor." Los<br />

pies y las rodillas se adhieren a la erizada superficie <strong>de</strong>l muro, se apoyan en grietas y salientes, trepan.<br />

Arriba, Alberto se encoge como un mono, sólo el tiempo necesario para elegir un pedazo <strong>de</strong> tierra plana.<br />

Luego salta: choca y rueda hacia atrás, cierra <strong>los</strong> ojos, se frota la cabeza y las rodillas, furiosamente,<br />

luego se sienta; se mueve en el sitio, se incorpora. Corre, atraviesa una chacra pisoteando <strong>los</strong> sembríos.<br />

Sus pies se hun<strong>de</strong>n en una tierra muelle; siente en <strong>los</strong> tobil<strong>los</strong> las punzadas <strong>de</strong> las hierbas. Algunos<br />

tal<strong>los</strong> se quiebran bajo sus zapatos. "Y qué bruto, cualquiera pudo verme y <strong>de</strong>cirme y la cristina, y las<br />

hombreras, es un ca<strong>de</strong>te que se está escapando, como mi padre, y si fuera don<strong>de</strong> la Pies Dorados y le<br />

dijera, mamá, ya basta por favor, acepta, total ya estás vieja y la religión es suficiente, pero ésta me las<br />

pagarán <strong>los</strong> dos, y la vieja bruja <strong>de</strong> la tía, la alcahueta, la costurera, la maldita." En el para<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l<br />

autobús no hay nadie. El ómnibus llega junto con él y <strong>de</strong>be subir a la volada. Nuevamente siente una<br />

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