Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...
Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...
Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>La</strong> Ciudad y <strong>los</strong> Perros <strong>Mario</strong> <strong>Vargas</strong> <strong>L<strong>los</strong>a</strong><br />
Y un gran oficial. ¿Seguirá pudriéndose en la guarnición <strong>de</strong> Borja?" Al regresar <strong>de</strong> Chorril<strong>los</strong>, Gamboa<br />
imitaba <strong>los</strong> a<strong>de</strong>manes <strong>de</strong>l capitán Montero. Había sido <strong>de</strong>stacado a Ayacucho y pronto ganó fama <strong>de</strong><br />
severo. Los oficiales le <strong>de</strong>cían "el Fiscal" y la tropa "el Malote". Se burlaban <strong>de</strong> su estrictez, pero él sabía<br />
que en el fondo lo respetaban con cierta admiración. Su compañía era la más entrenada, la <strong>de</strong> mejor<br />
disciplina. Ni siquiera necesitaba castigar a <strong>los</strong> soldados; <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un adiestramiento rígido y <strong>de</strong> unas<br />
cuantas advertencias, todo comenzaba a andar sobre ruedas. Imponer la disciplina había sido hasta<br />
ahora para Gamboa, tan fácil como obe<strong>de</strong>cerla. Él había creído que en el Colegio Militar sería lo mismo.<br />
Ahora dudaba. ¿Cómo confiar ciegamente en la superioridad <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> lo ocurrido? Lo sensato sería tal<br />
vez hacer como <strong>los</strong> <strong>de</strong>más. Sin duda, el capitán Garrido tenía razón: <strong>los</strong> reglamentos <strong>de</strong>ben ser<br />
interpretados con cabeza, por encima <strong>de</strong> todo hay que cuidar su propia seguridad, su porvenir. Recordó<br />
que al poco tiempo <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>stinado al Leoncio Prado, tuvo un inci<strong>de</strong>nte con un cabo. Era un serrano<br />
insolente, que se reía en su cara mientras él lo reprendía. Gamboa le dio una bofetada y el cabo le dijo<br />
entre dientes:”si fuera ca<strong>de</strong>te no me hubiera pegado, mi teniente". No era tan torpe ese cabo, <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> todo.<br />
Pagó la Cola y regresó a la pista <strong>de</strong> <strong>de</strong>sfile. Esa mañana había elevado cuatro nuevos partes sobre <strong>los</strong><br />
robos <strong>de</strong> exámenes, el hallazgo <strong>de</strong> las botellas <strong>de</strong> licor, las timbas en las cuadras y las contras.<br />
Teóricamente, más <strong>de</strong> la mitad <strong>de</strong> <strong>los</strong> ca<strong>de</strong>tes <strong>de</strong> la primera <strong>de</strong>berían ser llevados ante el Consejo <strong>de</strong><br />
Oficiales. Todos podían ser severamente sancionados, algunos con la expulsión. Sus partes se referían<br />
sólo a la primera sección. Una revista en las otras cuadras sería inútil: <strong>los</strong> ca<strong>de</strong>tes habían tenido tiempo<br />
<strong>de</strong> sobra para <strong>de</strong>struir o escon<strong>de</strong>r <strong>los</strong> naipes y las botellas. En <strong>los</strong> partes, Gamboa no aludía siquiera a<br />
las otras compañías; que se ocuparan <strong>de</strong> ellas sus oficiales. El capitán Garrido leyó <strong>los</strong> partes en su<br />
<strong>de</strong>lante, con aire distraído. Luego le preguntó:<br />
-¿Para qué estos partes, Gamboa?<br />
-¿Para qué, mi capitán? No entiendo.<br />
-El asunto está liquidado. Ya se han tomado todas las disposiciones <strong>de</strong>l caso.<br />
-Está liquidado lo <strong>de</strong>l ca<strong>de</strong>te Fernán<strong>de</strong>z, mi capitán. Pero no lo <strong>de</strong>más.<br />
El capitán hizo un gesto <strong>de</strong> hastío. Volvió a tomar <strong>los</strong> partes y <strong>los</strong> revisó; sus mandíbulas proseguían,<br />
incansables, su masticación gratuita y espectacular.<br />
-Lo que digo, Gamboa, es para qué <strong>los</strong> papeles. Ya me ha presentado un parte oral. ¿Para qué escribir<br />
todo esto? Ya está consignada casi toda la primera sección. ¿A dón<strong>de</strong> quiere usted llegar?<br />
-Si se reúne el Consejo <strong>de</strong> Oficiales, se exigirán partes escritos, mi capitán.<br />
-Ah -dijo el capitán- No se le quita <strong>de</strong> la cabeza la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l Consejo, ya veo. ¿Quiere que sometamos a<br />
disciplina a todo el año?<br />
-Yo sólo doy parte <strong>de</strong> mi compañía, mi capitán. <strong>La</strong>s otras no me incumben.<br />
-Bueno -dijo el capitán”. Ya me dio <strong>los</strong> partes. Ahora, olví<strong>de</strong>se <strong>de</strong>l asunto y déjelo a mi cargo. Yo me<br />
ocupo <strong>de</strong> todo.<br />
Gamboa se retiró. Des<strong>de</strong> ese momento, el abatimiento que lo perseguía, se agravó. Esta vez, estaba<br />
resuelto a no ocuparse más <strong>de</strong> esa historia, a no tomar iniciativa alguna. "Lo que me haría bien esta<br />
noche, pensó, es una buena borrachera." Fue hasta la Prevención y entregó la carta al oficial <strong>de</strong> guardia.<br />
Le pidió que la <strong>de</strong>spachara certificada. Salió <strong>de</strong> la Prevención y vio, en la puerta <strong>de</strong>l edificio <strong>de</strong> la<br />
administración, al comandante Altuna. Éste le hizo una seña para que se acercara.<br />
-Hola, Gamboa -le dijo- Venga, lo acompaño.<br />
El comandante había sido siempre muy cordial con Gamboa, aunque sus relaciones eran estrictamente<br />
las <strong>de</strong>l servicio. Avanzaron hacia el comedor <strong>de</strong> oficiales.<br />
-Tengo que darle una mala noticia, Gamboa. -El comandante caminaba con las manos cogidas a la<br />
espalda esta es una información privada, entre amigos. ¿Compren<strong>de</strong> lo que quiero <strong>de</strong>cir, no es verdad?<br />
-Sí, mi comandante.<br />
-El mayor está muy resentido con usted, Gamboa. Y el coronel, también. Hombre, no es para menos.<br />
Pero ése es otro asunto. Le aconsejo que se mueva rápido en el Ministerio. Han pedido su traslado<br />
inmediato. Me temo que la cosa esté avanzada, no tiene mucho tiempo. Su foja <strong>de</strong> servicios lo protege.<br />
Pero en estos casos las influencias son muy útiles, usted ya sabe.<br />
“No le hará ninguna gracia salir <strong>de</strong> Lima, ahora, pensó Gamboa. En todo caso tendré que <strong>de</strong>jarla un<br />
tiempo aquí, con su familia. Hasta encontrar una casa, una sirvienta."<br />
-Le agra<strong>de</strong>zco mucho, mi comandante -dijo- ¿No sabe usted a dón<strong>de</strong> pue<strong>de</strong>n trasladarme?<br />
-No me extrañaría que fuera a alguna guarnición <strong>de</strong> la selva. O a la puna. A estas alturas <strong>de</strong>l año no se<br />
hacen cambios, sólo hay puestos por cubrir en las guarniciones difíciles. Así que no pierda tiempo. Tal<br />
vez pueda conseguir una <strong>ciudad</strong> importante, digamos Arequipa o Trujillo. Ah, y no olvi<strong>de</strong> que esto que le<br />
digo es algo confi<strong>de</strong>ncial, <strong>de</strong> amigo a amigo. No quisiera tener inconvenientes.<br />
140