Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...
Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...
Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>La</strong> Ciudad y <strong>los</strong> Perros <strong>Mario</strong> <strong>Vargas</strong> <strong>L<strong>los</strong>a</strong><br />
-Más aún, mi coronel. Yo me atrevería a afirmar que la bala salió <strong>de</strong>l fusil <strong>de</strong>l propio ca<strong>de</strong>te. Es imposible<br />
que, apuntando a blancos situados a varios metros <strong>de</strong> altura sobre el terreno, la trayectoria <strong>de</strong> una bala<br />
sea rampante. El ca<strong>de</strong>te ha podido accionar el gatillo inconscientemente, al caer sobre el fusil. He visto<br />
con mis propios ojos que <strong>los</strong> ca<strong>de</strong>tes se arrojaban <strong>de</strong> manera <strong>de</strong>fectuosa, sin ninguna técnica. Y el<br />
ca<strong>de</strong>te Arana jamás se distinguió en las campañas.<br />
-Después <strong>de</strong> todo, es posible -dijo el coronel, muy calmado-. Todo es posible en este mundo. ¿Y usted<br />
<strong>de</strong> qué se ríe, Gamboa?<br />
-No me río, mi coronel. Perdóneme, pero se ha confundido.<br />
-Así espero -dijo el coronel, palincándose el vientre y sonriendo, por primera vez- Y que esto les sirva <strong>de</strong><br />
lección. El quinto año y sobre todo la primera compañía, nos ha dado ma<strong>los</strong> ratos, señores. Hace unos<br />
días expulsamos a un ca<strong>de</strong>te que robaba exámenes, rompiendo ventanas, como un gangster <strong>de</strong> película.<br />
Ahora esto. Pongan mucho cuidado en el futuro. No hago amenazas, señores, entiéndanlo bien. Pero<br />
tengo una misión que cumplir aquí. Y uste<strong>de</strong>s también. Debemos cumplirla como militares, como<br />
peruanos. Sin contemplaciones ni sentimentalismos. Venciendo todos <strong>los</strong> obstácu<strong>los</strong>. Pue<strong>de</strong>n retirarse,<br />
señores.<br />
El capitán Garrido y el teniente Gamboa salieron. El coronel se quedó mirándo<strong>los</strong>, con expresión<br />
solemne, hasta que la puerta se cerró tras el<strong>los</strong>. Entonces, se rascó la barriga.<br />
Una tar<strong>de</strong> que regresaba <strong>de</strong>l colegio, el flaco Higueras me dijo: “¿no te importa que vayamos a otro<br />
sitio? Prefiero no entrar a esa cantina". Le dije que no me importaba y me llevó a un bar <strong>de</strong> la avenida<br />
Sáenz Peña, oscuro y sucio. Por una puerta muy pequeña, junto al mostrador, se pasaba a un salón<br />
gran<strong>de</strong>. El flaco Higueras conversó un momento con el chino que atendía; parecían conocerse mucho. El<br />
flaco pidió dos cortos y cuando terminamos <strong>de</strong> beber, me preguntó mirándome muy serio, si yo era un<br />
hombre tan macho como mi hermano. "No sé, le dije, creo que sí. ¿Por qué?" "Me <strong>de</strong>bes cerca <strong>de</strong> veinte<br />
soles, me respondió. ¿No es cierto?" Sentí una culebra en la espalda, ya no me acordaba que ese dinero<br />
era prestado y pensé, ahora me va a pedir que le pague y qué hago. Pero el flaco me dijo: "no es para<br />
cobrarte. Sólo que ya eres un hombre y necesitas plata. Yo puedo prestarte cuanto te falte. Pero para<br />
eso es necesario que la consiga. ¿Quieres ayudarme a conseguir plata?". Le pregunté qué tenía que<br />
hacer y me contestó: "es peligroso y si te da miedo, no hemos dicho nada. Hay una casa que yo conozco<br />
y está vacía. Es <strong>de</strong> gente rica, tienen para llenar no sé cuántos cuartos <strong>de</strong> billetes, así como Atahualpa,<br />
tú ya sabes eso". "¿Quieres <strong>de</strong>cir robar?", le pregunté. "Sí, dijo el flaco. Aunque no me gusta esa<br />
palabra. Esa gente está podrida en plata y ni tú ni yo tenemos dón<strong>de</strong> caernos muertos. ¿Tienes miedo?<br />
No creas que quiero obligarte. ¿De dón<strong>de</strong> crees que conseguía tanto dinero tu hermano? Lo que tienes<br />
que hacer es muy fácil." "No, le dije, perdóname, pero no quiero." No tenía miedo pero me había<br />
agarrado <strong>de</strong> sorpresa y sólo pensaba cómo nunca me había dado cuenta <strong>de</strong> que mi hermano y el flaco<br />
Higueras eran ladrones. El flaco no me habló más <strong>de</strong>l asunto, pidió otras dos copas y me ofreció un<br />
cigarrillo. Como siempre, me contó chistes. Era muy gracioso, cada día sabía nuevos cuentos colorados y<br />
<strong>los</strong> contaba muy bien, haciendo muecas y cambiando <strong>de</strong> voz. Abría tanto la boca para reírse que se<br />
veían sus muelas y su garganta. Yo lo escuchaba y también me reía, pero seguro notó en mi cara que<br />
pensaba en otra cosa, porque me dijo: "¿qué te pasa?; ¿te has puesto triste por lo que te propuse?<br />
Olvídate <strong>de</strong>l asunto". Yo le dije: "¿Y si un día te pescan?". Él se puso serio. "Los soplones son muy<br />
brutos, me contestó. Y, a<strong>de</strong>más, son más ladrones que nadie. Pero, en fin, si me pescan me friego. Así<br />
son las cosas <strong>de</strong> la vida." Yo quería seguir hablando <strong>de</strong> lo mismo y le pregunté: "¿y cuánto tiempo <strong>de</strong><br />
cárcel te darían, si te pescan?". "No sé, dijo él, eso <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> ' la plata que tenga en el momento." Y<br />
me contó que una vez pescaron a mi hermano, metiéndose a una casa <strong>de</strong> <strong>La</strong> Perla. Un cachaco que<br />
pasaba por ahí le sacó la pistola y le estuvo apuntando y le <strong>de</strong>cía: "caminando para la comisaría, cinco<br />
metros a<strong>de</strong>lante, o lo quemo a balazos, so ladrón". Y que mi hermano se echó a reír con gran concha y<br />
le dijo: "¿estás borracho? Me estoy entrando ahí porque la cocinera me espera en su cama. Si quieres<br />
ver, méteme la mano al bolsillo y verás". Y dice que el cachaco dudó un momento, pero <strong>de</strong>spués le dio<br />
curiosidad y se le acercó. Le puso la pistola en el ojo y mientras le hurgaba el bolsillo, le <strong>de</strong>cía: "te<br />
mueves un milímetro y te hago polvo el ojo. Si no te mueres, te quedas tuerto, así que quieto". Y<br />
cuando sacó la mano tenía un fajo <strong>de</strong> billetes. Mi hermano se echó a reír y le dijo: "tú eres un cholo y yo<br />
soy un cholo, somos hermanos. Quédate con esa plata y déjame ir. Otro día vendré a ver a la cocinera".<br />
Y el cachaco le contestó: "me voy a mear, ahí <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> esa pared. Si estás aquí cuando vuelva, te cargo<br />
a la comisaría por corromper a la autoridad". Y el flaco también me contó que una vez casi <strong>los</strong> agarran a<br />
<strong>los</strong> dos, por Jesús María. Los pescaron saliendo <strong>de</strong> una casa y un cachaco comenzó a tocar silbato y el<strong>los</strong><br />
corrían por <strong>los</strong> techos. Al fin se tiraron a un jardín y mi hermano se torció el pie y le gritó: "córrete que a<br />
96