Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...
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<strong>La</strong> Ciudad y <strong>los</strong> Perros <strong>Mario</strong> <strong>Vargas</strong> <strong>L<strong>los</strong>a</strong><br />
batallón, saltando y ladrando; chiquil<strong>los</strong> enclenques y sucios lo escoltaban como <strong>los</strong> peces a <strong>los</strong> barcos<br />
en alta mar.<br />
En la avenida Progreso el batallón se <strong>de</strong>tuvo: <strong>los</strong> automóviles y autobuses constituían un flujo sin<br />
pausas. A una señal <strong>de</strong> Gamboa, <strong>los</strong> suboficiales Morte y Pezoa se pusieron en medio <strong>de</strong> la pista y<br />
contuvieron la hemorragia <strong>de</strong> vehícu<strong>los</strong>, mientras el batallón cruzaba. Algunos conductores, indignados,<br />
tocaban bocina; <strong>los</strong> ca<strong>de</strong>tes <strong>los</strong> insultaban. A la cabeza <strong>de</strong>l batallón, Gamboa indicó, levantando la mano,<br />
que en vez <strong>de</strong> tomar la dirección <strong>de</strong>l puerto se cortara por el campo raso, flanqueando un sembrío <strong>de</strong><br />
algodón todavía tierno. Cuando todo el batallón estuvo sobre la tierra eriaza, Gamboa llamó a <strong>los</strong><br />
suboficiales.<br />
-¿Ven el cerro? -Les señalaba con el <strong>de</strong>do una elevación oscura, al final <strong>de</strong>l sembrío.<br />
-Sí, mi teniente -corearon Morte y Pezoa.<br />
-Es el objetivo. Pezoa, a<strong>de</strong>lántese con media docena <strong>de</strong> ca<strong>de</strong>tes. Recórtalo por todos lados y si hay<br />
gente por ahí hágala <strong>de</strong>saparecer. No <strong>de</strong>be quedar nadie en el cerro ni en las proximida<strong>de</strong>s. ¿Entendido?<br />
Pezoa asintió y dio media vuelta. Encaró a la primera sección:<br />
-Seis voluntarios.<br />
Nadie se movió y <strong>los</strong> ca<strong>de</strong>tes miraron a todos lados, salvo al frente. Gamboa se acercó.<br />
-Fuera <strong>los</strong> seis primeros <strong>de</strong> la formación -dijo- Vayan con el suboficial.<br />
Subiendo y bajando el brazo <strong>de</strong>recho con el puño cerrado, para indicar a <strong>los</strong> ca<strong>de</strong>tes que tomaran el<br />
paso ligero, Pezoa echó a correr por el sembrío. Gamboa retrocedió algunos pasos para reunirse con <strong>los</strong><br />
otros tenientes.<br />
-He mandado a Pezoa a <strong>de</strong>spejar el terreno.<br />
-Bueno -repuso Calzada- Creo que no hay problema. Yo me quedo con mi gente <strong>de</strong> este lado.<br />
-Yo ataco por el Norte - dijo Huarina- Siempre soy el más fregado, tengo que caminar todavía cuatro<br />
kilómetros.<br />
-Una hora para llegar a la cumbre no es mucho - dijo Gamboa- Hay que hacer<strong>los</strong> trepar rápido.<br />
-Espero que <strong>los</strong> blancos estén bien marcados - dijo Calzada- El mes pasado el viento <strong>los</strong> arrancó y<br />
estuvimos haciendo puntería contra las nubes.<br />
-No te preocupes - dijo Gamboa-. Ya no son blancos <strong>de</strong> cartón, sino telas <strong>de</strong> un metro <strong>de</strong> diámetro. Los<br />
soldados <strong>los</strong> colocaron ayer. Que no comiencen a disparar antes <strong>de</strong> doscientos metros.<br />
-Muy bien, general - dijo Calzada- ¿También vas a enseñarnos eso?<br />
-Para qué gastar pólvora en gallinazos - dijo Gamboa- De todas maneras, tu compañía no colocará un<br />
solo tiro.<br />
-¿Hacernos una apuesta, general? - dijo Calzada.<br />
-Cinco libras.<br />
-Soy caja -propuso Huarina.<br />
-De acuerdo - dijo Calzada- Cállense, que ahí está el Piraña.<br />
El capitán se aproximó.<br />
-¿Qué esperan?<br />
-Estamos listos - dijo Calzada- Lo esperábamos a usted, mi capitán.<br />
-¿Localizaron sus posiciones?<br />
-Sí, mi capitán.<br />
-¿Han enviado a ver si está libre el terreno?<br />
-Sí, mi capitán. Al suboficial Pezoa.<br />
-Bien. Igualemos <strong>los</strong> relojes - dijo el capitán-. Comenzaremos a las nueve. Abran fuego a las nueve y<br />
media. Los tiros <strong>de</strong>ben cesar apenas empiece el asalto. ¿Entendido?<br />
-Sí, mi capitán.<br />
-A las diez, todo el mundo en la cumbre; hay sitio para todos. Lleven a sus compañías a <strong>los</strong><br />
emplazamientos al paso ligero, para que <strong>los</strong> muchachos entren en calor.<br />
Los oficiales se alejaron. El capitán permaneció en el sitio. Escuchó las voces <strong>de</strong> mando <strong>de</strong> <strong>los</strong> tenientes;<br />
la <strong>de</strong> Gamboa era la más alta, la más enérgica. Poco <strong>de</strong>spués, estaba solo. El batallón se había escindido<br />
en tres cuerpos, que se alejaban en direcciones opuestas para ro<strong>de</strong>ar el cerro. Los ca<strong>de</strong>tes corrían sin<br />
<strong>de</strong>jar <strong>de</strong> hablar: el capitán podía distinguir algunas frases sueltas entre el barullo. Los tenientes iban a la<br />
cabeza <strong>de</strong> las secciones y <strong>los</strong> suboficiales a <strong>los</strong> flancos. El capitán Garrido se llevó <strong>los</strong> prismáticos a <strong>los</strong><br />
ojos. A la mitad <strong>de</strong>l cerro, separados por cuatro o cinco metros, se divisaban <strong>los</strong> blancos: unas<br />
redon<strong>de</strong>las perfectas. Él también hubiera querido dispararles. Por eso correspondía ahora a <strong>los</strong> ca<strong>de</strong>tes;<br />
para él, la campaña era aburrida, consistía solamente en observar. Abrió un paquete <strong>de</strong> cigarril<strong>los</strong><br />
negros y extrajo uno. Quemó varios fósforos antes <strong>de</strong> encen<strong>de</strong>rlo, pues había mucho viento. Luego fue a<br />
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