Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...
Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...
Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>La</strong> Ciudad y <strong>los</strong> Perros <strong>Mario</strong> <strong>Vargas</strong> <strong>L<strong>los</strong>a</strong><br />
sección. No quiero estar ni un minuto más con el<strong>los</strong>. Eran como mi familia, por eso será que ahora me<br />
dan más asco todavía.<br />
-No es verdad -dijo Gamboa-; está mintiendo. Si la opinión <strong>de</strong> sus compañeros le importa tanto,<br />
¿prefiere que sepan que es -un asesino?<br />
-No es que me importe su opinión -dijo el Jaguar sordamente- Es la ingratitud lo que me enferma, nada<br />
más.<br />
-¿Nada más? -dijo Gamboa, con una sonrisa burlona Por última vez, le pido que sea franco. ¿Por qué no<br />
les-dijo que fue el ca<strong>de</strong>te Fernán<strong>de</strong>z el que <strong>los</strong> <strong>de</strong>nunció?<br />
Todo el cuerpo <strong>de</strong>l Jaguar pareció replegarse, como sorprendido por una instantánea punzada en las<br />
entrañas.<br />
-Pero el caso <strong>de</strong> él es distinto -dijo, ronco, articulando con esfuerzo- No es lo mismo, mi teniente. Los<br />
otros me traicionaron <strong>de</strong> pura cobardía. Él quería vengar al Esclavo. Es un soplón y eso siempre da pena<br />
en un hombre, pero era por vengar a un amigo, ¿no ve la diferencia, mi teniente?<br />
-Lárguese -dijo Gamboa- No estoy dispuesto a per<strong>de</strong>r más tiempo con usted. No me interesan sus i<strong>de</strong>as<br />
sobre la lealtad y la venganza.<br />
-No puedo dormir -balbuceó el Jaguar-. Ésa es la verdad, mi teniente, le juro por lo más santo. Yo no<br />
sabía lo que era vivir aplastado. No se enfurezca y trate <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>rme, no le estoy pidiendo gran<br />
cosa. Todos dicen "Gamboa es el más fregado <strong>de</strong> <strong>los</strong> oficiales, pero el único que es justo". ¿Por qué no<br />
me escucha lo que le estoy diciendo?<br />
-Sí -dijo Gamboa-. Ahora sí lo escucho. ¿Por qué mató a ese muchacho? ¿Por qué me ha escrito ese<br />
papel?<br />
-Porque estaba equivocado sobre <strong>los</strong> otros, mi teniente; yo quería librar<strong>los</strong> <strong>de</strong> un tipo así. Piense en lo<br />
que pasó y verá que cualquiera se engaña. Hizo expulsar a Cava sólo para po<strong>de</strong>r salir a la calle unas<br />
horas, no le importó arruinar a un compañero por conseguir un permiso. Eso lo enfermaría a cualquiera.<br />
-¿Por qué ha cambiado <strong>de</strong> opinión ahora? -dijo el teniente- ¿Por qué no me contó la verdad cuando lo<br />
interrogué?<br />
-No he cambiado <strong>de</strong> opinión -dijo el Jaguar- Sólo que -vaciló un momento e hizo, como para sí, un signo<br />
<strong>de</strong> asentimiento-, ahora comprendo mejor al Esclavo. Para él no éramos sus compañeros, sino sus<br />
enemigos. ¿No le digo que no sabía lo que era vivir aplastado? Todos lo batíamos, es la pura verdad,<br />
hasta cansarnos, yo más que otros. No puedo olvidarme <strong>de</strong> su cara, mi teniente. Le juro que en el fondo<br />
no sé cómo lo hice. Yo había pensado pegarle, darle un susto. Pero esa mañana lo vi, ahí al frente, con<br />
la cabeza levantada y le apunté. Yo quería vengar a la sección, ¿cómo podía saber que <strong>los</strong> otros eran<br />
peor que él, mi teniente? Creo que lo mejor es que me metan a la cárcel. Todos <strong>de</strong>cían que iba a<br />
terminar así, mi madre, usted también. Ya pue<strong>de</strong> darse gusto, mi teniente.<br />
-No puedo acordarme <strong>de</strong> él -dijo Gamboa y el Jaguar lo miró <strong>de</strong>sconcertado-. Quiero <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> su vida <strong>de</strong><br />
ca<strong>de</strong>te. A otros <strong>los</strong> tengo bien presentes, recuerdo su comportamiento en campaña, su manera <strong>de</strong> llevar<br />
el uniforme. Pero a Arana no. Y ha estado tres años en mi compañía.<br />
-No me dé consejos -dijo el Jaguar, confuso- No me diga nada, le suplico. No me gusta que...<br />
-No estaba hablando con usted -dijo Gamboa”. No se preocupe, no pienso darle ningún consejo. Váyase.<br />
Vuelva al Colegio. Sólo tiene permiso por media hora.<br />
-Mi teniente -dijo el Jaguar; quedó un segundo con la boca abierta y repitió: -Mi teniente.<br />
-El caso Arana está liquidado -dijo Gamboa-. El Ejército no quiere saber una palabra más <strong>de</strong>l asunto.<br />
Nada pue<strong>de</strong> hacerlo cambiar <strong>de</strong> opinión. Más fácil sería resucitar al ca<strong>de</strong>te Arana que convencer al<br />
Ejército <strong>de</strong> que ha cometido un error.<br />
-¿No me va a llevar don<strong>de</strong> el coronel? -preguntó el Jaguar-. Ya no lo mandarán a Juliaca, mi teniente.<br />
No ponga esa cara, ¿cree que no me doy cuenta que usted se ha fregado por este asunto? Lléveme<br />
don<strong>de</strong> el coronel.<br />
-¿Sabe usted lo que son <strong>los</strong> objetivos inútiles? -dijo Gamboa y el Jaguar murmuró: "¿cómo dice?"- Fíjese,<br />
cuando un enemigo está sin armas y se ha rendido, un combatiente responsable no pue<strong>de</strong> disparar<br />
sobre él. No sólo por razones morales, sino también militares; por economía. Ni en la guerra <strong>de</strong>be haber<br />
muertos inútiles. Usted me entien<strong>de</strong>, vaya al Colegio y trate en el futuro <strong>de</strong> que la muerte <strong>de</strong>l ca<strong>de</strong>te<br />
Arana sirva para algo.<br />
Rasgó el papel que tenía en la mano y lo arrojó al suelo.<br />
-Váyase -añadió- Ya va a ser la hora <strong>de</strong> almuerzo.<br />
-¿Usted no vuelve, mi teniente?<br />
-No -dijo Gamboa-. Quizá nos veamos algún día. Adiós.<br />
Cogió su maleta y se alejó por la avenida <strong>de</strong> las Palmeras, en dirección a Bellavista. El Jaguar se quedó<br />
mirándolo un momento. Luego recogió <strong>los</strong> papeles que estaban a sus pies. Gamboa <strong>los</strong> había rasgado<br />
144