01.05.2013 Views

Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...

Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...

Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>La</strong> Ciudad y <strong>los</strong> Perros <strong>Mario</strong> <strong>Vargas</strong> <strong>L<strong>los</strong>a</strong><br />

-No -repuso el teniente, confuso - Y no me he movido <strong>de</strong> aquí. -Se dirigió a <strong>los</strong> soldados- ¿Oyeron algo,<br />

uste<strong>de</strong>s?<br />

<strong>La</strong>s cuatro cabezas oscuras negaron.<br />

-Pelearon sin hacer ruido -dijo el teniente; consi<strong>de</strong>raba lo ocurrido sin sorpresa ya, con cierto entusiasmo<br />

<strong>de</strong>portivo- Yo <strong>los</strong> habría puesto en su sitio. Qué manera <strong>de</strong> darse, qué tal par <strong>de</strong> gallitos. Va a pasar un<br />

buen tiempo antes <strong>de</strong> que se le componga esa cara. ¿Por qué pelearon?<br />

-Tonterías -dijo Gamboa- Nada grave.<br />

-¿Cómo se aguantó ése, sin gritar? -dijo el teniente- Lo han <strong>de</strong>sfigurado. Habría que meter al rubio en el<br />

equipo <strong>de</strong> box <strong>de</strong>l colegio. ¿0 ya está?<br />

-No -dijo Gamboa- Creo que no. Pero tienes razón. Habría que meterlo.<br />

Ese día estuve caminando por las charcas y en una <strong>de</strong> ellas, una mujer me dio pan y un poco <strong>de</strong> leche.<br />

Al anochecer, dormí <strong>de</strong> nuevo en una zanja, cerca <strong>de</strong> la avenida Progreso. Esta vez me quedé dormido<br />

<strong>de</strong> veras y sólo abrí <strong>los</strong> ojos cuanto el sol estaba alto. No había nadie cerca, pero oía pasar <strong>los</strong> autos <strong>de</strong><br />

la avenida. Tenía mucha hambre, dolor <strong>de</strong> cabeza y escalofríos, como antes <strong>de</strong> la gripe. Fui hasta Lima,<br />

caminando, y a eso <strong>de</strong> las doce llegué a Alfonso Ugarte. Teresa no salió entre las chicas <strong>de</strong>l colegio.<br />

Estuve dando vueltas por el centro, en lugares don<strong>de</strong> había mucha gente, la Plaza San Martín, el jirón <strong>de</strong><br />

la Unión, la avenida Grau. En la tar<strong>de</strong> llegué al Parque <strong>de</strong> la Reserva, cansado y muerto <strong>de</strong> fatiga. El<br />

agua <strong>de</strong> <strong>los</strong> caños <strong>de</strong>l parque me hizo vomitar. Me eché en el pasto y, al poco rato, vi acercarse a un<br />

cachaco que me hizo una señal <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lejos. Escapé a toda carrera y él no me persiguió. Ya era <strong>de</strong> noche<br />

cuando llegué a la casa <strong>de</strong> mi padrino, en la avenida Francisco Pizarro. Tenía la cabeza que iba a<br />

reventar y me temblaba todo el cuerpo. No era invierno y dije: “ya estoy enfermo". Antes <strong>de</strong> tocar,<br />

pensé: "va a salir la mujer y lo negará. Entonces iré a la comisaría. Al menos me darán <strong>de</strong> comer". Pero<br />

no salió ella sino mi padrino. Me abrió la puerta y se quedó mirándome sin reconocerme. Y sólo hacia<br />

dos años que no me veía. Le dije mi nombre. Él tapaba la puerta con su cuerpo; a<strong>de</strong>ntro había luz y yo<br />

veía su cabeza, redonda y pelada. "¿Tú?, me dijo. No pue<strong>de</strong> ser, ahijado, creí que también te habías<br />

muerto." Me hizo pasar y a<strong>de</strong>ntro me preguntó: "¿qué tienes, muchacho, qué te pasa?". Yo le dije:”sabe,<br />

padrino, perdóneme, pero hace dos días que no como". Me cogió <strong>de</strong>l brazo y llamó a su mujer. Me<br />

dieron sopa, un bistec con frejoles y un dulce. Después, <strong>los</strong> dos me hicieron muchas preguntas. Les<br />

conté una historia: "me escapé <strong>de</strong> mi casa para ir a trabajar a la selva con un tipo y estuve allí dos años,<br />

en una plantación <strong>de</strong> café, y <strong>de</strong>spués el dueño me echó porque le iba mal y he llegado a Lima sin un<br />

centavo". Después les pregunté por mi madre y él me contó que se había muerto hacía seis meses, <strong>de</strong><br />

un ataque al corazón. "Yo pagué el entierro, me dijo. No te preocupes. Estuvo bastante bien." Y añadió:<br />

"por lo pronto, esta noche dormirás en el pat io <strong>de</strong>l fondo. Mañana ya veremos qué se pue<strong>de</strong> hacer<br />

contigo". <strong>La</strong> mujer me dio una frazada y un cojín. Al día siguiente, mi padrino me llevó a su bo<strong>de</strong>ga y me<br />

puso a <strong>de</strong>spachar en el mostrador. Sólo éramos él y yo. No me pagaba nada, pero tenía casa y comida,<br />

y me trataban bien, aunque me hacían trabajar duro y parejo. Me levantaba antes <strong>de</strong> las seis y tenía que<br />

barrer toda la casa, preparar el <strong>de</strong>sayuno y llevárselo a la cama. Iba a hacer las compras al mercado con<br />

una lista que me daba la mujer y <strong>de</strong>spués a la bo<strong>de</strong>ga; ahí me quedaba todo el día, <strong>de</strong>spachando. Al<br />

principio, mi padrino estaba también en la bo<strong>de</strong>ga todo el tiempo, pero <strong>de</strong>spués me <strong>de</strong>jaba solo y en las<br />

noches me pedía cuentas. Al regresar a casa les hacía la comida -ella me enseñó a cocinar- y <strong>de</strong>spués<br />

me iba a dormir. No pensaba en irme, a pesar <strong>de</strong> que estaba harto <strong>de</strong> la falta <strong>de</strong> plata. Tenía que robar<br />

a <strong>los</strong> clientes en las cuentas, subiéndoles el precio o dándoles menos vuelto, para comprar cajetillas <strong>de</strong><br />

Nacional que fumaba a escondidas. A<strong>de</strong>más, me hubiera gustado salir alguna vez, adon<strong>de</strong> fuera, pero el<br />

miedo a la Policía me frenaba. Después mejoraron las cosas. Mi padrino tuvo que irse <strong>de</strong> viaje a la<br />

sierra, y se llevó a su hija. Yo, cuando supe que iba a viajar, tuve miedo, me acordé que su mujer me<br />

<strong>de</strong>testaba. Sin embargo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que vivía con el<strong>los</strong> no se metía conmigo, sólo me dirigía la palabra para<br />

mandarme hacer algo. Des<strong>de</strong> el mismo día que mi padrino se fue, ella cambió. Era amable conmigo, me<br />

contaba cosas, se reía, y en las noches cuando iba a la bo<strong>de</strong>ga y yo comenzaba a hacerle las cuentas,<br />

me <strong>de</strong>cía: "<strong>de</strong>ja, ya sé que no eres ningún ladrón". Una noche se presentó en la bo<strong>de</strong>ga antes <strong>de</strong> las<br />

nueve. Parecía muy nerviosa. Apenas la vi entrar me di cuenta <strong>de</strong> sus intenciones. Traía todos <strong>los</strong><br />

gestos, las risitas y las miradas <strong>de</strong> las putas <strong>de</strong> <strong>los</strong> bur<strong>de</strong>les <strong>de</strong>l Callao, cuando estaban borrachas y con<br />

ganas. Me dio gusto. Me acordé <strong>de</strong> las veces que me había largado cuando iba a buscar a mi padrino y<br />

pensé "ha llegado la hora <strong>de</strong> la venganza". Ella era fea, gorda y más alta que yo. Me dijo: "oye, cierra la<br />

bo<strong>de</strong>ga y vámonos al cine. Te invito". Fuimos a un cine <strong>de</strong>l centro, porque ella <strong>de</strong>cía que daban una<br />

película muy buena, pero yo sabía que tenía miedo <strong>de</strong> que la vieran conmigo en el barrio, pues mi<br />

padrino tenía fama <strong>de</strong> ce<strong>los</strong>o. En el cine, como era una película <strong>de</strong> terror, se hacía la asustada, me cogía<br />

las manos y se me pegaba, me tocaba con su rodilla. A veces, como al <strong>de</strong>scuido, ponía su mano sobre<br />

133

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!