Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...
Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...
Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>La</strong> Ciudad y <strong>los</strong> Perros <strong>Mario</strong> <strong>Vargas</strong> <strong>L<strong>los</strong>a</strong><br />
-No sé. ¿Y a ti?<br />
-Un hijo <strong>de</strong> puta ha ido a <strong>de</strong>cirle cosas a Gamboa.<br />
-¿Quién? ¿Qué cosas?<br />
-Oye -dijo el Jaguar, bajando la voz- Seguro tú vas a salir <strong>de</strong> aquí primero que yo. Hazme un favor. Ven,<br />
acércate, que no nos oigan.<br />
Alberto se aproximó. Ahora estaba <strong>de</strong> pie, a unos centímetros <strong>de</strong>l Jaguar, sus rodillas se tocaban.<br />
-Diles al Boa y al Ru<strong>los</strong> que en la cuadra hay un soplón. Quiero que averigüen quién ha sido. ¿Sabes lo<br />
que le dijo a Gamboa?<br />
-No.<br />
-¿Por qué creen que estoy aquí <strong>los</strong> <strong>de</strong> la sección?<br />
-Creen que por el robo <strong>de</strong> exámenes.<br />
-Sí -dijo el Jaguar”. También por eso. Le ha dicho lo <strong>de</strong> <strong>los</strong> exámenes, lo <strong>de</strong>l Círculo, <strong>los</strong> robos <strong>de</strong><br />
prendas, que jugamos dinero, que metemos licor. Todo. Hay que saber quién ha sido. Diles que el<strong>los</strong><br />
también están fregados si no lo <strong>de</strong>scubren. Y tú también, y toda la cuadra. Es uno <strong>de</strong> la sección, nadie<br />
más pue<strong>de</strong> saber.<br />
-Te van a expulsar -dijo Alberto-. Y quizá te man<strong>de</strong>n a la cárcel.<br />
-Eso me dijo Gamboa. Seguramente van a fregar también al Ru<strong>los</strong> y al Boa, por lo <strong>de</strong>l Círculo. Diles que<br />
averigüen y que me tiren un papel por la ventana con su nombre. Si me expulsan, ya no <strong>los</strong> veré.<br />
-¿Qué vas a ganar con eso?<br />
-Nada -dijo el Jaguar- A mí ya me han jodido. Pero tengo que vengarme.<br />
-Eres una mierda, Jaguar -dijo Alberto- Me gustaría que te metieran en la cárcel.<br />
El Jaguar había hecho un pequeño movimiento: seguía sentado en la cama, pero erguido, sin tocar la<br />
pared y su cabeza giró unos centímetros para que sus ojos pudieran observar a Alberto. Todo su rostro<br />
era visible ahora.<br />
-¿Has oído lo que he dicho?<br />
-No grites -dijo el Jaguar”. ¿Quieres que venga el teniente? ¿Qué te pasa?<br />
-Una mierda -susurró Alberto- Un asesino. Tú mataste al Esclavo.<br />
Alberto había dado un paso atrás y estaba agazapado, pero el Jaguar no lo atacó, ni siquiera se había<br />
movido. Alberto veía en la penumbra <strong>los</strong> dos ojos azules, brillando.<br />
-Mentira -dijo el Jaguar, también en voz muy baja-. Es una calumnia. Le han dicho eso a Gamboa para<br />
fregarme. El soplón es alguien que me quiere hacer daño, algún rosquete, ¿no te das cuenta? Dime,<br />
¿todos en la cuadra creen que he matado a Arana?<br />
Alberto no respondió.<br />
-No pue<strong>de</strong> ser -dijo el Jaguar-. Nadie pue<strong>de</strong> creer eso. Arana era un pobre diablo, cualquiera podía<br />
echarlo al suelo <strong>de</strong> un manazo. ¿Por qué iba a matarlo?<br />
-Era mucho mejor que tú -dijo Alberto. Los dos hablaban en secreto. El esfuerzo que hacían para no<br />
alzar la voz, congelaba sus palabras, las volvía forzadas, teatrales- Tú eres un matón, tú sí que eres un<br />
pobre diablo. El Esclavo era un buen muchacho, tú no sabes lo que es eso. Él era buena gente, no se<br />
metía con nadie. Lo fregabas todo el tiempo, día y noche. Cuando entró era un tipo normal y <strong>de</strong> tanto<br />
batirlo tú y <strong>los</strong> otros lo volvieron un c9judo. Sólo porque no sabía pelear. Eres un <strong>de</strong>sgraciado, Jaguar.<br />
Ahora te van a expulsar. ¿Sabes cuál va a ser tu vida? <strong>La</strong> <strong>de</strong> un <strong>de</strong>lincuente, te meterán a la cárcel tar<strong>de</strong><br />
o temprano.<br />
-Mi madre también me <strong>de</strong>cía eso. -Alberto se sorprendió, no esperaba una confi<strong>de</strong>ncia. Pero comprendió<br />
que el Jaguar hablaba solo; su voz era opaca, árida- Y también Gamboa. No sé qué les pue<strong>de</strong> importar<br />
mi vida. Pero yo no era el único que fregaba al Esclavo. Todos se metían con él, tú también, poeta. En el<br />
colegio todos friegan a todos, el que se <strong>de</strong>ja se arruina. No es mi culpa. Si a mí no me jo<strong>de</strong>n es porque<br />
soy más hombre. No es mi culpa.<br />
-Tú no eres más hombre que nadie -dijo Alberto- Eres un asesino y no te tengo miedo. Cuando salgamos<br />
<strong>de</strong> aquí vas a ver.<br />
-¿Quieres pelear conmigo? -dijo el Jaguar.<br />
-Sí.<br />
-No pue<strong>de</strong>s -dijo el Jaguar- Dime, ¿todos están furiosos conmigo en la cuadra?<br />
-No -dijo Alberto- Sólo yo. Y no te tengo miedo.<br />
-Chist, no grites. Si quieres, pelearemos en la calle. Pero no pue<strong>de</strong>s conmigo, te lo advierto. Estás<br />
furioso por gusto. Yo no le hice nada al Esclavo. Sólo lo batía, como todo el mundo. Pero no con mala<br />
intención, para divertirme.<br />
-¿Y eso qué importa? Lo fregabas y todos lo fregaban por imitarte. Le hacías la vida imposible. Y lo<br />
mataste.<br />
130