Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...
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<strong>La</strong> Ciudad y <strong>los</strong> Perros <strong>Mario</strong> <strong>Vargas</strong> <strong>L<strong>los</strong>a</strong><br />
-Quiero pedirle un favor, mi capitán.<br />
-Claro, hombre, diga no más.<br />
-Se trata <strong>de</strong> un ca<strong>de</strong>te. Necesito hablar con él a solas, en la calle. ¿Pue<strong>de</strong> darle permiso?<br />
-¿Cuánto tiempo?<br />
-Media hora a lo más.<br />
-Ah -dijo el capitán, con una sonrisa maliciosa- Ajá.<br />
-Es un asunto personal.<br />
-Ya veo. ¿Va usted a pegarle?<br />
-No sé -dijo Gamboa, sonriendo- A lo mejor.<br />
-¿A Fernán<strong>de</strong>z? -dijo el capitán, a media voz-. No vale la pena. Hay una manera mejor <strong>de</strong> fregarlo. Yo<br />
me encargo <strong>de</strong> él.<br />
-No es él -dijo Gamboa- El otro. De todos modos, ya no pue<strong>de</strong> hacerle nada.<br />
-¿Nada? -dijo el capitán, muy serio- ¿Y si pier<strong>de</strong> el año? ¿Le parece poco?<br />
-Tar<strong>de</strong> -dijo Gamboa- Ayer terminaron <strong>los</strong> exámenes.<br />
-Bah -dijo el capitán-, eso es lo <strong>de</strong> menos. Todavía no están hechas las libretas.<br />
-¿Está hablando en serio?<br />
El capitán recobró <strong>de</strong> golpe su buen humor:<br />
-Estoy bromeando, Gamboa -dijo riendo-, no se asuste. No cometeré ninguna injusticia. Llévese al<br />
ca<strong>de</strong>te ése y haga con él lo que se le antoje. Pero, eso sí, no le toque la cara; no quiero tener más líos.<br />
-Gracias, mi capitán -Gamboa se puso el quepí- Ahora tengo que irme. Hasta pronto, espero.<br />
Se dieron la mano. Gamboa fue hasta las aulas, habló con un suboficial y regresó hacia la Prevención,<br />
don<strong>de</strong> había <strong>de</strong>jado su maleta. El teniente <strong>de</strong> servicio le salió al encuentro.<br />
-Ha llegado un telegrama para ti, Gamboa.<br />
Lo abrió y lo leyó rápidamente. Luego lo guardó en su bolsillo. Se sentó en la banca -<strong>los</strong> soldados se<br />
pusieron <strong>de</strong> pie y lo <strong>de</strong>jaron solo- y quedó inmóvil, con la mirada perdida.<br />
-¿Malas noticias? -le preguntó el oficial <strong>de</strong> servicio.<br />
-No, no -dijo Gamboa-. Cosas <strong>de</strong> familia.<br />
El teniente indicó a uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> soldados que preparara café y preguntó a Gamboa si quería una taza;<br />
éste asintió. Un momento <strong>de</strong>spués, el Jaguar apareció en la puerta <strong>de</strong> la Prevención. Gamboa bebió el<br />
café <strong>de</strong> un solo trago y se incorporó.<br />
-El ca<strong>de</strong>te va a salir conmigo un momento -dijo al oficial <strong>de</strong> guardia- Tiene permiso <strong>de</strong>l capitán.<br />
Cogió su maleta y salió a la avenida Costanera. Caminó por la tierra aplanada, al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l abismo. El<br />
Jaguar lo seguía a unos pasos <strong>de</strong> distancia. Avanzaron hasta la avenida <strong>de</strong> las Palmeras. Cuando<br />
perdieron <strong>de</strong> vista el Colegio, Gamboa <strong>de</strong>jó su maleta en el suelo. Sacó un papel <strong>de</strong>l bolsillo.<br />
-¿Qué significa este papel? -dijo.<br />
-Ahí está bien claro todo, mi teniente -repuso el Jaguar- No tengo nada más que <strong>de</strong>cir.<br />
-Yo ya no soy oficial <strong>de</strong>l Colegio -dijo Gamboa-. ¿Por qué se ha dirigido a mí? ¿Por qué no se presentó al<br />
capitán <strong>de</strong> año?<br />
-No quiero saber nada con el capitán -dijo el Jaguar. Estaba un poco pálido y sus ojos claros rehuían la<br />
mirada <strong>de</strong> Gamboa. No había nadie por <strong>los</strong> alre<strong>de</strong>dores. El ruido <strong>de</strong>l mar se oía muy próximo. Gamboa<br />
se limpió la frente y echó atrás el quepí: el fino surco apareció bajo la visera, más rojizo y profundo que<br />
<strong>los</strong> otros pliegues <strong>de</strong> la frente.<br />
-¿Por qué ha escrito esto? -repitió- ¿Por qué lo ha hecho?<br />
-Eso no le importa -dijo el Jaguar, con voz suave y dócil- Usted lo único que tiene que hacer es llevarme<br />
don<strong>de</strong> el coronel. Y nada más.<br />
-¿Cree que las cosas se van a arreglar tan fácilmente como la primera vez? -dijo Gamboa-. ¿Eso cree? ¿0<br />
quiere divertirse a mi costa?<br />
-No soy ningún bruto -dijo el Jaguar, e hizo un a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñoso-. Pero yo no le tengo miedo a nadie,<br />
mi teniente, sépalo usted, ni al coronel ni a nadie. Yo <strong>los</strong> <strong>de</strong>fendí <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong> cuarto cuando entraron. Se<br />
morían <strong>de</strong> miedo <strong>de</strong> que <strong>los</strong> bautizaran, temblaban como mujeres y yo les enseñé a ser hombres. Y a la<br />
primera, se me voltearon. Son, ¿sabe usted qué?, unos infelices, una sarta <strong>de</strong> traidores, eso son. Todos.<br />
Estoy harto <strong>de</strong>l Colegio, mi teniente.<br />
-Basta <strong>de</strong> cuentos -dijo Gamboa-. Sea franco. ¿Por qué ha escrito este papel?<br />
-Creen que soy un soplón -dijo el Jaguar-. ¿Ve usted lo que le digo? Ni siquiera trataron <strong>de</strong> averiguar la<br />
verdad, nada, apenas les abrieron <strong>los</strong> roperos, <strong>los</strong> malagra<strong>de</strong>cidos me dieron la espalda. ¿Ha visto las<br />
pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>los</strong> baños? 'Jaguar, soplón", "Jaguar, amarillo", por todas partes. Y yo lo hice por el<strong>los</strong>, eso<br />
es lo peor. ¿Qué podía ganar yo? A ver, dígame, mi teniente. Nada, ¿no es cierto? Todo lo hice por la<br />
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