01.05.2013 Views

Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...

Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...

Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>La</strong> Ciudad y <strong>los</strong> Perros <strong>Mario</strong> <strong>Vargas</strong> <strong>L<strong>los</strong>a</strong><br />

por la mitad. Uniéndo<strong>los</strong>, se podían leer fácilmente. Se sorprendió al ver que había dos pedazos, a<strong>de</strong>más<br />

<strong>de</strong> la hoja <strong>de</strong> cua<strong>de</strong>rno en la que había escrito: "Teniente Gamboa: yo maté al Esclavo. Pue<strong>de</strong> pasar un<br />

parte y llevarme don<strong>de</strong> el coronel". <strong>La</strong>s otras dos mita<strong>de</strong>s eran un telegrama: "Hace dos horas nació<br />

niña. Rosa está muy bien. Felicida<strong>de</strong>s. Va carta. Andrés". Rompió <strong>los</strong> papeles en pedazos minúscu<strong>los</strong> y<br />

<strong>los</strong> fue dispersando a medida que avanzaba hacia el acantilado. Al pasar por una casa, se <strong>de</strong>tuvo: era<br />

una gran mansión, con un vasto jardín exterior. Allí había robado la primera vez. Continuó andando<br />

hasta llegar a la Costanera. Miró al mar, a sus pies: estaba menos gris que <strong>de</strong> costumbre; las olas<br />

reventaban en la orilla y morían« casi instantáneamente.<br />

Había una luz blanca y penetrante que parecía brotar <strong>de</strong> <strong>los</strong> techos <strong>de</strong> las casas y elevarse verticalmente<br />

hacia el cielo sin nubes. Alberto tenía la sensación <strong>de</strong> que sus ojos estallarían al encontrar <strong>los</strong> reflejos, si<br />

miraba fijamente una <strong>de</strong> esas fachadas <strong>de</strong> ventanales amplios, que absorbían y <strong>de</strong>spedían el sol como<br />

esponjas multicolores. Bajo la ligera camisa <strong>de</strong> seda su cuerpo transpiraba. A cada momento, tenía que<br />

limpiarse el rostro con la toalla. <strong>La</strong> avenida estaba <strong>de</strong>sierta y era extraño: por lo general, a esa hora<br />

comenzaba el <strong>de</strong>sfile <strong>de</strong> automóviles hacia las playas. Miró su reloj: no vio la hora, sus ojos quedaron<br />

embelesados por el brillo fascinante <strong>de</strong> las agujas, la esfera, la corona, la ca<strong>de</strong>na dorada. Era un reloj<br />

muy hermoso, <strong>de</strong> oro puro. <strong>La</strong> noche anterior, Pluto le había dicho en el Parque Salazar: "parece un reloj<br />

cronómetro". Él repuso: " ¡Es un reloj cronómetro! ¿Para qué crees que tiene cuatro agujas y dos<br />

coronas? Y a<strong>de</strong>más es sumergible y a prueba <strong>de</strong> golpes". No querían creerle y él se sacó el reloj y le dijo<br />

a Marcela: "tíralo al suelo para que vean". Ella no se animaba, emitía unos chillidos breves y<br />

<strong>de</strong>stemplados. Pluto, Helena, Emilio, el Bebe, Paco, la urgían. "¿De veras, <strong>de</strong> veras lo tiro?" "Sí, le <strong>de</strong>cía<br />

Alberto; anda, tíralo <strong>de</strong> una vez." Cuando lo soltó, todos callaron, siete pares <strong>de</strong> ojos ávidos anhelaban<br />

que el reloj se quebrara en mil pedazos. Pero sólo dio un pequeño rebote y luego Alberto se lo alcanzó:<br />

estaba intacto, sin una sola raspadura y andando. Después, él mismo lo sumergió en la fuente enana <strong>de</strong>l<br />

Parque para <strong>de</strong>mostrarles que era impermeable. Alberto sonrió. Pensó: "hoy me bañaré con él en la<br />

Herradura”. Su padre, al regalárselo la noche <strong>de</strong> Navidad, le había dicho: "por las buenas notas <strong>de</strong>l<br />

examen. Al fin comienzas a estar a la altura <strong>de</strong> tu apellido. Dudo que alguno <strong>de</strong> tus amigos tenga un<br />

reloj así. Podrás darte ínfulas". En efecto, la noche anterior el reloj había sido el tema principal <strong>de</strong><br />

conversación en el Parque. "Mi padre conoce la vida", pensó Alberto.<br />

Dobló por la avenida Primavera. Se sentía contento, animoso, caminando entre esas mansiones <strong>de</strong><br />

frondosos jardines, bañado por el resplandor <strong>de</strong> las aceras; el espectáculo <strong>de</strong> las enreda<strong>de</strong>ras <strong>de</strong><br />

sombras y <strong>de</strong> luces que escalaban <strong>los</strong> troncos <strong>de</strong> <strong>los</strong> árboles o se cimbreaban en las ramas, lo divertía.<br />

"El verano es formidable, pensó. Mañana es lunes y para mí será como hoy. Me levantaré a las nueve,<br />

vendré a buscar a<br />

Marcela e iremos a la playa. En la tar<strong>de</strong> al cine y en la noche al Parque. Lo mismo el martes, el<br />

miércoles, el jueves, todos <strong>los</strong> días hasta que se termine el verano. Y <strong>de</strong>spués ya no tendré que volver al<br />

colegio, sino hacer mis maletas. Estoy seguro que Estados Unidos me encantará." Una vez más, miró el<br />

reloj: las nueve y media. Si a esa hora el sol brillaba así, ¿cómo sería a las doce? "Un gran día para la<br />

playa", pensó. En la mano <strong>de</strong>recha, llevaba el traje <strong>de</strong> baño, enrollado en una toalla ver<strong>de</strong>, <strong>de</strong> filetes<br />

blancos. Pluto había quedado en recogerlo a las diez; estaba a<strong>de</strong>lantado. Antes <strong>de</strong> entrar al Colegio<br />

Militar, siempre llegaba tar<strong>de</strong> a las reuniones <strong>de</strong>l barrio. Ahora era al contrario, como si quisiera<br />

recuperar el tiempo perdido. ¡Y pensar que había pasado dos veranos encerrado en su casa, sin ver a<br />

nadie! Sin embargo, el barrio estaba tan cerca, hubiera podido salir cualquier mañana, llegar a la<br />

esquina <strong>de</strong> Colón y Diego Ferré, recobrar a sus amigos con unas cuantas palabras. "Hola. Este año no<br />

pu<strong>de</strong> ver<strong>los</strong> por el internado. Tengo tres meses <strong>de</strong> vacaciones que quiero pasar con uste<strong>de</strong>s, sin pensar<br />

en las consignas, en <strong>los</strong> militares, en las cuadras." Pero qué importaba el pasado, la mañana <strong>de</strong>splegaba<br />

ahora a su alre<strong>de</strong>dor una realidad luminosa y protectora, <strong>los</strong> ma<strong>los</strong> recuerdos eran <strong>de</strong> nieve, el<br />

amarillento calor <strong>los</strong> <strong>de</strong>rretía.<br />

Mentira, el recuerdo <strong>de</strong>l colegio <strong>de</strong>spertaba aún esa inevitable sensación sombría y huraña bajo la cual<br />

su espíritu se contraía como una mimosa al contacto <strong>de</strong> la piel humana. Sólo que el malestar era cada<br />

vez más efímero, un pasajero granito <strong>de</strong> arena en el ojo, ya estaba bien <strong>de</strong> nuevo. Dos meses atrás, si el<br />

Leoncio Prado surgía en su memoria el mal humor duraba, la confusión y el disgusto lo asediaban todo<br />

el día. Ahora podía recordar muchas cosas como si se tratara <strong>de</strong> episodios <strong>de</strong> película. Pasaba días<br />

enteros sin evocar el rostro <strong>de</strong>l Esclavo.<br />

Después <strong>de</strong> cruzar la avenida Petit Thotiars se <strong>de</strong>tuvo en la segunda casa y silbó. El jardín <strong>de</strong> la entrada<br />

<strong>de</strong>sbordaba <strong>de</strong> flores, el pasto húmedo relucía. "¡Ya bajo!", gritó una voz <strong>de</strong> muchacha. Miró a todos<br />

lados: no había nadie, Marcela <strong>de</strong>bía estar en la escalera. ¿Lo haría pasar? Alberto tenía la intención <strong>de</strong><br />

proponerle un paseo hasta las diez. Irían hacia la línea <strong>de</strong>l tranvía, bajo <strong>los</strong> árboles <strong>de</strong> la avenida. Podría<br />

145

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!