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Vargas Llosa, Mario - La ciudad y los perros - Centro Peruano de ...

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<strong>La</strong> Ciudad y <strong>los</strong> Perros <strong>Mario</strong> <strong>Vargas</strong> <strong>L<strong>los</strong>a</strong><br />

severamente. El coronel en persona me encarga advertirles que las consecuencias <strong>de</strong> cualquier<br />

indiscreción caerán sobre uste<strong>de</strong>s.<br />

El Jaguar había escuchado a Gamboa con la cabeza baja. Pero cuando el oficial se calló, levantó <strong>los</strong> ojos<br />

hacia él.<br />

-¿Ve usted, mi teniente? Yo se lo dije. Era una calumnia <strong>de</strong> este soplón. -Y señaló a Alberto con<br />

<strong>de</strong>sprecio.<br />

-No era una calumnia -dijo Alberto- Eres un asesino.<br />

-Silencio -dijo Gamboa- ¡Silencio, mierdas!<br />

Automáticamente, Alberto y el Jaguar se incorporaron.<br />

-Ca<strong>de</strong>te Fernán<strong>de</strong>z -dijo Gamboa- Hace dos horas, <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mí, retiró usted todas las acusaciones<br />

contra su compañero. No pue<strong>de</strong> volver a hablar <strong>de</strong> ese asunto, bajo pena <strong>de</strong> un gravísimo castigo. Que<br />

yo mismo me encargaré <strong>de</strong> aplicar. Me parece que le he hablado claro.<br />

-Mi teniente -balbuceó Alberto- Delante <strong>de</strong>l coronel, yo no sabía, mejor dicho no podía hacer otra cosa.<br />

No me daba chance para nada. A<strong>de</strong>más...<br />

-A<strong>de</strong>más -lo interrumpió Gamboa-, usted no pue<strong>de</strong> acusar a nadie, no pue<strong>de</strong> ser juez <strong>de</strong> nadie. Si yo<br />

fuera director <strong>de</strong>l colegio, ya estaría en la calle. Y espero que en el futuro suprima ese negocio <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

papeluchos pornográficos si quiere terminar el año en paz.<br />

-Sí, mi teniente. Pero eso no tiene nada que ver. Yo...<br />

-Usted se ha retractado ante el coronel. No vuelva a abrir la boca. -Gamboa se volvió hacia el Jaguar- En<br />

cuanto a usted, es posible que -no tenga nada que ver con la muerte <strong>de</strong>l ca<strong>de</strong>te Arana, Pero sus faltas<br />

son muy graves. Le aseguro que no volverá a reírse <strong>de</strong> <strong>los</strong> oficiales. Yo lo tomaré a mi cargo. Ahora<br />

retírense y no olvi<strong>de</strong>n lo que les he dicho.<br />

Alberto y el Jaguar salieron. Gamboa cerró la puerta, tras el<strong>los</strong>. Des<strong>de</strong> el pasillo, escuchaban a lo lejos<br />

las voces y la música <strong>de</strong>l comedor; una marinera había sucedido al vals. Bajaron hasta la pista <strong>de</strong> <strong>de</strong>sfile.<br />

Ya no había viento; la hierba <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scampado estaba inmóvil y erecta. Avanzaron hacia la cuadra,<br />

<strong>de</strong>spacio.<br />

-Los oficiales son unas mierdas -dijo Alberto, sin mirar al Jaguar- Todos, hasta Gamboa. Yo creí que él<br />

era distinto.<br />

-¿Descubrieron lo <strong>de</strong> las novelitas? -dijo el Jaguar.<br />

-Sí.<br />

-Te has fregado.<br />

-No -dijo Alberto- Me hicieron un chantaje. Yo retiro la acusación contra ti y se olvidan <strong>de</strong> las novelitas.<br />

Eso es lo que me dio a enten<strong>de</strong>r el coronel. Parece mentira que sean tan bajos.<br />

El Jaguar se rió.<br />

-¿Estás loco? -dijo- ¿Des<strong>de</strong> cuándo me <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n <strong>los</strong> oficiales?<br />

-A ti no. Se <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n el<strong>los</strong>. No quieren tener problemas.<br />

Son unos rosquetes. Les importa un comino que se muriera el Esclavo.<br />

-Eso es verdad -asintió el Jaguar- Dicen que no <strong>de</strong>jaron que lo viera su familia cuando estaba en la<br />

enfermería. ¿Te das cuenta? Estar muriéndose y sólo ver a tenientes y a médicos. Son unos<br />

<strong>de</strong>sgraciados.<br />

-A ti tampoco te importa su muerte -dijo Alberto- Sólo querías vengarte <strong>de</strong> él porque <strong>de</strong>lató a Cava.<br />

-¿Qué? -dijo el Jaguar, <strong>de</strong>teniéndose y mirando a Alberto a <strong>los</strong> ojos- ¿Qué cosa?<br />

-¿Qué cosa qué?<br />

-¿El Esclavo <strong>de</strong>nunció al serrano Cava? -Bajo las vendas, las pupilas <strong>de</strong>l Jaguar centelleaban.<br />

-No seas mierda -dijo Alberto” No disimules.<br />

-No disimulo, maldita sea. No sabía que <strong>de</strong>nunció a Cava. Bien hecho que esté muerto. Todos <strong>los</strong><br />

soplones <strong>de</strong>berían morirse.<br />

Alberto, a través <strong>de</strong> su único ojo, lo veía mal y no podía medir la distancia. Estiró la mano para cogerlo<br />

<strong>de</strong>l pecho pero sólo encontró el vacío.<br />

-Jura que no sabías que el Esclavo <strong>de</strong>nunció a Cava. Jura por tu madre. Di que se muera mi madre si lo<br />

sabía. Jura.<br />

-Mi madre ya se murió -dijo el Jaguar- Pero no sabía.<br />

-Jura si eres hombre.<br />

-Juro que «no sabía.<br />

-Creí que sabías y que por eso lo habías matado -dijo Alberto-. Si <strong>de</strong> veras no sabías, me equivoqué.<br />

Discúlpame, Jaguar.<br />

-Tar<strong>de</strong> para lamentarse -dijo el Jaguar- Pero procura no ser soplón nunca más. Es lo más bajo que hay.<br />

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