MaquetaciÛn 1 - Crónicas de la Emigración
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“Capucha”, escondidas entre <strong>la</strong> ropa. Cuando llegaba alguna<br />
guardia más benigna, sacábamos <strong>la</strong>s naranjas <strong>de</strong>l escondite y<br />
haciéndo<strong>la</strong>s rodar por el suelo <strong>de</strong> cemento, cada uno <strong>de</strong> los<br />
secuestrados amante <strong>de</strong> <strong>la</strong>s frutas recibía su naranja, como si<br />
fuera el manjar <strong>de</strong> los dioses.<br />
A los pocos días todo el grupo Vil<strong>la</strong>flor -como les l<strong>la</strong>mábamosinició<br />
el mismo itinerario. Eran cinco, <strong>la</strong> gallega, su cuñada<br />
Josefina, el esposo Pepe Hassan, Pisco, un amigo y el gordo<br />
Ramón, un compañero.<br />
A veces <strong>de</strong>jábamos mensajes escritos porque en nuestra turno<br />
podía ser anterior a <strong>la</strong> <strong>de</strong> ellos o viceversa. Pero esa osadía nos<br />
costó muy cara, sufrimos amenazas y maltratos.<br />
Creíamos, ingenuamente, que era parte <strong>de</strong>l famoso “proceso <strong>de</strong><br />
recuperación” <strong>de</strong> los marineros y que, a lo mejor, todos íbamos<br />
a pasar por ese sistema como una manera <strong>de</strong> observarnos, contro<strong>la</strong>rnos<br />
o algo así, como paso previo a <strong>la</strong> vida y <strong>la</strong> libertad.<br />
En ese período Pau<strong>la</strong> es llevada a su casa materna para visitar<br />
a su hija pequeña, Paulina, y en esos momentos también estaba<br />
presente <strong>la</strong> Gallega. Con mucha habilidad y cariño cosió<br />
una hermosa muñeca <strong>de</strong> trapo, con el cuerpo <strong>de</strong> te<strong>la</strong> y un vestido<br />
primoroso para que Pau<strong>la</strong> se presentase ante a sus hijas<br />
con un regalo que superase el cautiverio y el horror y los transformase<br />
en cariño y ternura.<br />
Meses más tar<strong>de</strong> <strong>la</strong> continuidad prosigue y nos llevan como a<br />
una especie <strong>de</strong> ceremonia a otra <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, a <strong>la</strong> opuesta a <strong>la</strong><br />
capucha, <strong>de</strong> nombre “Pecera”.<br />
Eran oficinas con un vidrio en <strong>la</strong>s pare<strong>de</strong>s y puerta que permitía<br />
ver a <strong>la</strong>s personas que estaban en su interior.<br />
Nos correspondió <strong>la</strong> primera oficina a <strong>la</strong> <strong>de</strong>recha <strong>de</strong> <strong>la</strong> entrada;<br />
otros secuestrados más antiguos y <strong>de</strong>sconocidos para nosotros<br />
<strong>de</strong>salojaron <strong>de</strong> muy buena gana a un co<strong>la</strong>borador <strong>de</strong> los marineros<br />
que ya <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> estar en “Pecera”.<br />
Los cambios eran importantes porque ya no estábamos vigi<strong>la</strong>dos<br />
por los guardias excepto fuera en <strong>la</strong> puerta <strong>de</strong> entrada; <strong>la</strong>s<br />
mujeres teníamos un dormitorio con camas para nosotros y<br />
sólo <strong>de</strong>bíamos pedir permiso para ir al baño, momento en el<br />
que <strong>de</strong>bíamos colocarnos una venda negra en los ojos.<br />
Podíamos preparar café o fumar con más libertad, los oficiales<br />
no estaban en “Pecera” durante días o semanas y si lo hacían<br />
era pocos minutos. Esta experiencia fue muy fuerte, pero<br />
logramos insertarnos como grupo con el resto <strong>de</strong> los secuestrados<br />
más antiguos que eran ocho personas.<br />
Algunas semanas <strong>de</strong>spués tenemos <strong>la</strong> alegría <strong>de</strong> <strong>la</strong> incorporación<br />
<strong>de</strong>l grupo Vil<strong>la</strong>flor también en “Pecera”. Debíamos<br />
Mulleres da emigración<br />
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