14.05.2013 Views

MaquetaciÛn 1 - Crónicas de la Emigración

MaquetaciÛn 1 - Crónicas de la Emigración

MaquetaciÛn 1 - Crónicas de la Emigración

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

54 Mulleres da emigración<br />

En <strong>la</strong> selva misionera estuvieron viviendo más <strong>de</strong> dos años.<br />

Cuando Celia se quedó embarazada por segunda vez y estaba<br />

a punto <strong>de</strong> parir regresó a Buenos Aires. El viaje lo hicieron<br />

en el Iberá, un viejo barco que navegó durante 50 años en el río<br />

Nilo y llevaba décadas recorriendo el Paraná. La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

familia era residir unos meses <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l parto <strong>de</strong> Celia en<br />

Buenos Aires, para luego retornar a Misiones. A los pocos días<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> llegada nacía <strong>la</strong> segunda hija <strong>de</strong> los Guevara, a quien pondrían<br />

también el nombre <strong>de</strong> Celia.<br />

En San Isidro vivían María Luisa Guevara Lynch y su marido.<br />

María era <strong>la</strong> hermana <strong>de</strong> Don Ernesto. Allí se radicaron,<br />

justamente en una casa que quedaba en <strong>la</strong> parte trasera <strong>de</strong>l<br />

chalé que estos poseían. La nueva resi<strong>de</strong>ncia quedaba en <strong>la</strong><br />

localidad <strong>de</strong> San Fernando, don<strong>de</strong> el padre tenía un astillero<br />

en sociedad con un amigo.<br />

Celia era una mujer mo<strong>de</strong>rna a <strong>la</strong> que le gustaba practicar<br />

<strong>de</strong>portes, especialmente natación. En el verano aprovechaba <strong>la</strong><br />

cercanía <strong>de</strong>l río <strong>de</strong> <strong>la</strong> P<strong>la</strong>ta para tomar el sol y nadar. Casi a diario<br />

se tras<strong>la</strong>daba con Ernestito y con Carmen. Preparaban algunos<br />

bocadillos y se pasaban algunas horas <strong>de</strong>l día disfrutando<br />

<strong>de</strong>l río <strong>de</strong> <strong>la</strong>s aguas color león. Cuando los días <strong>de</strong> otoño lo permitían<br />

y no hacía frío también aprovechaban para darse un<br />

baño. Ernestito, mientras tanto, aprendía a nadar y Carmen,<br />

como siempre, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ya observaba lo que hacía el niño.<br />

Una mañana <strong>de</strong> mayo, Ernestito contrajo un enfriamiento que<br />

le produjo una bronquitis aguda, lo que <strong>de</strong>rivó en su primer<br />

ataque <strong>de</strong> asma. A partir <strong>de</strong> aquel acontecimiento <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> los<br />

Guevara cambia radicalmente. La enfermedad <strong>de</strong> Ernestito los<br />

llevó a mudarse en varias oportunida<strong>de</strong>s en busca <strong>de</strong>l mejor<br />

clima para que Teté pudiera sobrellevar el asma.<br />

De San Isidro se tras<strong>la</strong>daron a <strong>la</strong> capital y posteriormente los<br />

médicos le recomendaron que Ernesto necesitaba un clima <strong>de</strong><br />

montaña. Buenos Aires tenía un clima muy húmedo que le producía<br />

constantes convulsiones bronquiales. Uno <strong>de</strong> los lugares que<br />

por aquellos años recomendaban los médicos era Alta Gracia,<br />

especialmente para los enfermos que pa<strong>de</strong>cían tuberculosis.<br />

Don Ernesto Guevara en su libro Mi hijo el Che cuenta aspectos<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> Carmen Arias en re<strong>la</strong>ción a su familia:<br />

No podría precisar exactamente cuándo llegó a nuestra casa<br />

Carmen Arias, quien con el tiempo pasó a ser como un miembro<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> familia. Han pasado muchos años, pero no se me <strong>de</strong>spinta<br />

su figura cuando, recién llegada, alzó a Ernestito, que aún<br />

no sabía caminar. Estoy viéndo<strong>la</strong> conversar con mi mujer. Era<br />

robusta, muy rubia y muy pecosa, <strong>de</strong> ojos c<strong>la</strong>ros, sencil<strong>la</strong> y<br />

parca. Se entendió con Celia apenas cruzaron unas cuantas

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!