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Libro Tesis Bianca Racioppe.indb - Artica – Centro Cultural 2.0

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La dimensión de lo económico aparece entonces ligada a las producciones de los bienes<br />

defi nidos como simbólicos, tanto en los modos de producción como en los modos de<br />

consumo, “el entrelazamiento cada día más denso entre economía y cultura” 124 al que se<br />

refi ere Guillermo Sunkel.<br />

Antes de pasar a explicar cómo el arte devino mercancía (en esta estrecha relación entre<br />

lo económico y lo cultural a la que refi ere Sunkel), es necesario hacer una aclaración sobre<br />

esta otra categoría que se enuncia repetidamente <strong>–</strong> en esta tesis- y que resulta difícil de<br />

asir: bienes culturales o bienes simbólicos. Creo que el referir a ellos como “bienes” ya los<br />

coloca en ese entrelazamiento entre lo económico y lo cultural y, sin dudas, se los enuncia<br />

como productos de esa Industria de la Cultura. Sin embargo, la palabra bienes le da un<br />

anclaje material a aquello que, de otro modo, sólo estaría en el campo de lo simbólico.<br />

Referirse a bienes culturales es, de alguna manera, dar cuenta de esa imbricación entre lo<br />

simbólico y lo material en la producción de cultura. Claro está que así retomada la defi nición<br />

sería demasiado amplia, ya que cualquier objeto o producto es simbólico. 125<br />

Algunos autores que trabajan desde la perspectiva de la Cultura libre -ya sea que investigan<br />

sobre los aspectos legales de la distribución o que se constituyen en referentes del movimiento-<br />

126 usan el concepto de bienes intelectuales o bienes intangibles para diferenciarlos<br />

de aquellos que pueden llegar a ser escasos, especialmente para establecer que las pautas<br />

de distribución no pueden estar limitadas de la misma manera que para los bienes escasos.<br />

Como ya he planteado en el Capítulo 3, Ariel Vercelli defi ne a los bienes intelectuales como:<br />

“(...) las capacidades para pensar, hablar, sentir, expresarse, las ideas, las formas<br />

de expresión, las artes, las creencias, las costumbres, las tradiciones, los saberes,<br />

las obras intelectuales, los lenguajes, las técnicas socioculturales, los procedimientos,<br />

los métodos, los modelos y diseños, las creaciones y símbolos distintivos,<br />

los conocimientos, las invenciones o, en general, todo aquello que puede<br />

denominarse cultura. Los bienes de calidad intelectual se encuentran incorporados<br />

y distribuidos [o tienen la posibilidad de incorporarse o distribuirse ilimitadamente]<br />

entre todos los integrantes de una comunidad. Los bienes de calidad<br />

intelectual son abstractos, dinámicos y tienen la capacidad de traducirse constantemente<br />

hacia nuevos formatos y soportes” 127<br />

124 Sunkel, Guillermo (2002) “Una mirada otra. La cultura desde el consumo” en Mato, Daniel (cord.): Estudios y otras<br />

prácticas Intelectuales Latinoamericanas en Cultura y Poder; Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y CEAP,<br />

FACES, Universidad Central de Venezuela; Caracas. Pág. 293<br />

125 En este sentido, me parece interesante retomar lo que plantea Daniel Mato en torno al uso del adjetivo cultural<br />

cuando nos referimos a las industrias o los consumos: “Mi mayor interés al hacerla es destacar tres consecuencias básicas<br />

del uso del adjetivo “cultural” para designar a ciertas industrias y consumos en particular: la primera, que nombrar como<br />

“culturales” sólo a ciertas industrias y consumos opaca el carácter cultural de todas las industrias y consumos; la segunda,<br />

que esta denominación tiende a crear una ilusión de semejanzas entre muy diversas industrias y consumos, unifi cando<br />

y disimulando diferencias signifi cativas, las cuáles son quizás aún mayores en el caso de la idea de “consumo cultural”, en<br />

la cual algunos autores no sólo incluyen los consumos de los productos de las “industrias culturales” sino también otros,<br />

como por ejemplo la asistencia a teatros, galerías de arte, museos y otros establecimientos semejantes; la tercera, que<br />

estas maneras de denominar a estas industrias y consumos tiende a dotarlos de una suerte de status privilegiado, de una<br />

cierta ´aura´”. Mato, Daniel (2001) “Des-fetichizar la “globalización”: basta de reduccionismos, apologías y demonizaciones,<br />

mostrar la complejidad y las prácticas de los actores” en Mato, Daniel (coord.) Estudios Latinoamericanos sobre Cultura y<br />

Transformaciones Sociales en Tiempos de Globalización-2, Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLAC-<br />

SO) y UNESCO. Pág. 156<br />

126 Me refi ero a autores como Ariel Vercelli o Beatriz Busaniche sobre cuyas ideas he trabajado en capítulos anteriores.<br />

127 Vercelli, Ariel (2009) Repensando los bienes intelectuales comunes; Buenos Aires. Pág. 38.<br />

pag. 71

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