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JORGE LUIS BORGES - Textos on line

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A principios del siglo XVI, Ludovico Ariosto entretejió motivos y pers<strong>on</strong>ajes del ciclo carolingio y del ciclo<br />

bretón, de la matière de France y de la matière de Bretagne, en un vasto, cambiante y luminoso poema, que<br />

es una de las mayores felicidades de la literatura, el Orlando Furioso. La investigación de las fuentes del<br />

Orlando parecia agotada; Luigi Lun, sin embargo, indica y estudia ciertas reminiscenze nibelungiche, apenas<br />

entrevistas hasta el día de hoy (Mitología Nórdica, Roma, 1945, pp. 183-192). En la séptima «aventura» del<br />

Cantar de los Nibelungos Sigfrid, bajo la apariencia de Gunther, lucha c<strong>on</strong> Brünhild y la vence; Ruggiero,<br />

bajo la apariencia de Le<strong>on</strong>e, lucha c<strong>on</strong> Bradamante y la vence, en el canto cuarenta y cinco del Furioso.<br />

Bradamante, virgen guerrera que sólo se desposará c<strong>on</strong> el hombre que en singular combate la venza (canto<br />

cuarenta y cuatro, estrofa setenta), coincide extrañamente c<strong>on</strong> Brünhild, si bien hay precedentes de esa<br />

c<strong>on</strong>dición en la Atalanta de las Metamorfosis de Ovidio, en la Leodila de Boiardo y en la hija de un rey de los<br />

tártaros, menci<strong>on</strong>ada por Marco Polo, que venció a cuantos príncipes la pretendier<strong>on</strong> y al fin, en el tumulto<br />

de una batalla, arrebata a un jinete, que sin duda creyó que iban a matarlo y a quien haría su esposo (Viajes,<br />

III, 49). Brünhild reina en Islandia; en el canto treinta y dos de la obra de Ariosto leemos que Bradamante ve,<br />

en las afueras de Cahors, a una mujer c<strong>on</strong> un escudo que la reina de la Isla Perdida (que otros llaman<br />

Islandia) envia a Carlomagno emperador, para que éste lo entregue al más bizarro de sus paladines; quien<br />

merezca el escudo, logrará el amor de la reina.<br />

Ariosto no pudo c<strong>on</strong>ocer directamente el Nibelungenlied; para dilucidar las analogías que hemos<br />

enumerado, se ha recurrido provisoriamente a la hipótesis de una fuente latina.<br />

*CONSIDERACION FINAL 93<br />

***<br />

La c<strong>on</strong>quista normanda de Inglaterra en 1066 marca de un modo c<strong>on</strong>veniente para el historiador el fin de la<br />

literatura anglosaj<strong>on</strong>a, pero no fue la causa de ese fin. Cien años antes del arribo de las naves normandas<br />

había empezado la desintegración del idioma, fomentada por las incursi<strong>on</strong>es escandinavas. Las<br />

declinaci<strong>on</strong>es y los géneros gramaticales desaparecían, la pr<strong>on</strong>unciación era incierta, la rima ya usurpaba el<br />

lugar de la aliteración. En Alemania se produjo el mismo proceso biológico, sin una invasión extranjera. Los<br />

dos idiomas de la primitiva literatura, el alto alemán antiguo (Althochdeustch) y el sajón antiguo<br />

(Altniederdeutsch o Altsächsisch) murier<strong>on</strong> hacia 1050 ó 1100. Lingüísticamente, el Cantar de Alejandro, el<br />

Cantar de los Nibelungos y Gudrun pertenecen a la nueva literatura, no a la anterior. El poeta de Hildebrand<br />

o los hechiceros de Merseburgo no hubieran descifrado una estrofa del Nibelungenlied. Quizá ni hubieran<br />

sospechado que estaba en verso.<br />

La tristeza, la lealtad y el coraje definen la primera poesía de Alemania. Notorios vínculos de sangre hacen<br />

que sea muy afín a la de Inglaterra y que difiera de la nórdica. Métrica y vocabulario s<strong>on</strong> simples; no hay<br />

metáforas hechas de metáforas, como ocurre en Islandia, ni singularidades individuales, como las<br />

misteriosas firmas de Cynewulf. En los orígenes, Alemania canta c<strong>on</strong> seriedad de niño guerrero y nada deja<br />

presentir en su voz a Goethe o a Hölderlin.<br />

*DESTINO ESCANDINAVO 94<br />

***<br />

Que el destino de las naci<strong>on</strong>es puede no ser menos interesante y patético que el de los individuos, es algo<br />

que Homero ignoró, que Virgilio supo y que sintier<strong>on</strong> c<strong>on</strong> intensidad los hebreos. Otro problema (el problema<br />

platónico) es inquirir si las naci<strong>on</strong>es existen de un modo verbal o de un modo real, si s<strong>on</strong> palabras colectivas<br />

93 Literaturas germánicas medievales, J.L.B. y María Esther<br />

Vásquez, 1966<br />

94 Sur, n. 219-220, enero-febrero de 1953.

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