24.11.2012 Views

JORGE LUIS BORGES - Textos on line

JORGE LUIS BORGES - Textos on line

JORGE LUIS BORGES - Textos on line

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Beda escribió en latín, pero la historia de la literatura anglosaj<strong>on</strong>a no puede prescindir de su nombre. Beda y<br />

Alfredo el Grande fuer<strong>on</strong> los var<strong>on</strong>es más ilustres que produjo la Inglaterra germánica. Su fama trascendió<br />

por Europa; en el cuarto cielo, Dante vio en el sol, y más luminosos que el sol, a doce espíritus ardientes que<br />

formaban una cor<strong>on</strong>a en el aire; uno de ellos era Beda el historiador (Paradiso, X).<br />

Beda (673-735) representa, según Maurice de Wulf, la cultura céltica de los m<strong>on</strong>asterios irlandeses del siglo<br />

VII. En efecto, sus maestros fuer<strong>on</strong> los m<strong>on</strong>jes irlandeses del m<strong>on</strong>asterio de Jarrow.<br />

El calificativo de venerable ha c<strong>on</strong>ferido a Beda, en ciertos libros medievales, una falsa l<strong>on</strong>gevidad;<br />

verosímilmente, murió a los sesenta y tres años. Se dice que venerable era un título dado en su tiempo a<br />

todos los sacerdotes. Una leyenda cuenta que un m<strong>on</strong>je quiso escribir el epitafio de Beda, y no pudiendo<br />

terminar el primer verso:<br />

Hac sunt in fossa Bedae... ossa,<br />

decidió acostarse. Al despertar, vio que una mano desc<strong>on</strong>ocida -sin duda, la de un ángel- había intercalado<br />

durante la noche la palabra venerabilis.<br />

Nació en las tierras del m<strong>on</strong>asterio de San Pablo, en Jarrow, que está en el norte de Inglaterra. A los<br />

cincuenta y nueve años escribió: «Toda mi vida la he pasado en este m<strong>on</strong>asterio, c<strong>on</strong>sagrado al estudio de<br />

la Biblia y, entre la observación de la disciplina m<strong>on</strong>ástica y la diaria tarea de cantar durante los oficios, mi<br />

deleite ha sido aprender, enseñar y escribir.»<br />

Dejó un tratado de métrica, una historia natural basada en la obra de Plinio, una cr<strong>on</strong>ología universal de la<br />

era cristiana, un martirologio, biografías de los abades de Jarrow y la famosa Historia Eclesiástica de la<br />

Nación Inglesa (Historia ecclesiastica gentis Anglorum), en cinco libros. Todo ello en latín, así como copiosos<br />

comentarios e interpretaci<strong>on</strong>es de la Escritura según el método alegórico. Escribió himnos y epigramas<br />

latinos y un libro de ortografía. Versificó también en aglosajón y ha dejado unos versos, que murmuró en su<br />

lecho de muerte, sobre la vanidad de los c<strong>on</strong>ocimientos humanos. Supo el griego y el hebreo «todo lo que<br />

pudier<strong>on</strong> enseñarle las obras de Jetónimor». Un amigo suyo escribió que era doctus in nostris carminibus,<br />

versado en la poesía vernácula. En su Historia Eclesiástica, narra la c<strong>on</strong>versión de Edwin, el sueño de<br />

Caedm<strong>on</strong>, y recoge dos visi<strong>on</strong>es ultraterrenas.<br />

La primera es la visión de Fursa, m<strong>on</strong>je irlandés que habia c<strong>on</strong>vertido a muchos saj<strong>on</strong>es. Fursa vio el<br />

infierno: una h<strong>on</strong>dura llena de fuego. El fuego no lo quema, un ángel le explica. «No te quemará el fuego que<br />

no encendiste.» Los dem<strong>on</strong>ios lo acusan de haber robado la ropa de un pecador que ag<strong>on</strong>izaba. En el<br />

purgatorio, arrojan c<strong>on</strong>tra él un ánima en llamas. Esta le quema el rostro y un hombro. El ángel le dice:<br />

«Ahora te quema el fuego que encendiste. En la tierra tomaste la ropa de ese pecador; ahora su castigo te<br />

alcanza.» Fursa, hasta el día de su muerte, llevó en el mentón y en un hombro los estigmas del fuego de su<br />

visión.<br />

La segunda visión es la de un hombre de Nortumbria, llamado Drycthelm. Este había muerto y resucitó, y<br />

refirió (después de dar todo su dinero a los pobres) que un hombre de cara resplandeciente lo c<strong>on</strong>dujo a un<br />

valle infinito y que a la izquierda había tempestades de fuego y, a la derecha, de granizo y de nieve. «No<br />

estás aún en el infierno», le dice el ángel. Después, ve muchas esferas de fuego negro que suben de un<br />

abismo y que caen. Después, ve dem<strong>on</strong>ios que se ríen porque arrastran al f<strong>on</strong>do de ese abismo las almas<br />

de un clérigo, de un lego y de una mujer. Después, ve un muro de infinita extensión y de infinita altura y, más<br />

allá, una gran pradera florida c<strong>on</strong> asambleas de gente vestida de blanco. «No estás aún en el cielo», le dice<br />

el ángel. Cuando Drycthelm va descendiendo por el valle, atraviesa una región tan oscura que sólo ve el<br />

traje del ángel que lo precede. Beda, al c<strong>on</strong>tar la escena, intercala un verso del sexto libro de la Eneida:<br />

(Ibant obscuri) sola sub nocte per umbram<br />

Un ligero error -Beda no escribe umbram, sino umbras- prueba que la cita ha sido hecha de memoria y, por<br />

ende, la familiaridad del historiador sajón c<strong>on</strong> Virgilio. En el texto hay otras reminiscencias virgilianas. Beda<br />

refiere también la historia de un hombre a quien un ángel le dio a leer un libro minúsculo y blanco en el que<br />

estaban registrados sus buenos actos -que eran pocos- y un dem<strong>on</strong>io un libro horrible y negro, «de tamaño<br />

descomunal y de peso casi intolerable», en el que estaban registrados sus crímenes, y aun sus malos<br />

pensamientos.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!