JORGE LUIS BORGES - Textos on line
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había esc<strong>on</strong>dido en el sótano. Arni el Amargo le dio muerte de una sola estocada. Esto ocurrió en<br />
septiembre de 1241. Al cabo de diez años, en otra de las violencias de la época, un hombre logró huir de<br />
una casa cercada e incendiada. Cayó al suelo al saltar. Alguien lo rec<strong>on</strong>oció y preguntó: «¿No hay aquí<br />
nadie que se acuerde de Snorri Sturlus<strong>on</strong>?» Ent<strong>on</strong>ces lo matar<strong>on</strong>, porque era Arni. Luego matar<strong>on</strong> a Gizur,<br />
que también estaba en la casa.<br />
La muerte de Arni parece pensada por Snorri. Ese hombre a quien una pregunta lacónica anuncia su<br />
sentencia de muerte, es un pers<strong>on</strong>aje de Snorri, una figura sometida al destino y aun a la retórica de las<br />
sagas.<br />
Gilchrist Brodeur define la vida de Snorri como una compleja crónica de traici<strong>on</strong>es. Su grandeza está en su<br />
obra escrita. El libro capital de esa obra es la Heimskringla (Esfera del Mundo) que es una larga serie de<br />
crónicas de los primeros reyes noruegos. Puede extrañarnos que un trabajo de historia lleve un nombre<br />
astr<strong>on</strong>ómico; ello se debe al hecho de que los títulos, ent<strong>on</strong>ces, no eran obra de los autores sino de los<br />
bibliotecarios, que, para designar un códice, recurrían a sus primeras palabras. Saxo Gramático, historiador<br />
y poeta danés del siglo doce, escribió en su Gesta Danorum que a los hombres de Thule (Islandia) les<br />
deleita aprender y registrar la historia de todos los pueblos y que no les parece menos glorioso publicar las<br />
excelencias ajenas que las propias. La Heimskringla, es en efecto, admirablemente imparcial. Snorri<br />
dramatiza lo que refiere y atribuye sentencias admirables a los de un bando c<strong>on</strong>trario. Los siete pies de tierra<br />
que un rey sajón ofrece a un rey noruego s<strong>on</strong> verosímilmente una invención de Snorri. Al volver las páginas<br />
de la Heimskringla pensamos que si los pers<strong>on</strong>ajes historiados no dijer<strong>on</strong> realmente esas cosas, hubieran<br />
debido decirlas, c<strong>on</strong> esas mismas apretadas palabras.<br />
En un lugar que hemos transcrito, Meyer define como teólogo a Snorri Sturlus<strong>on</strong>. Ello no significa que<br />
profesara la fe de sus mayores o que predicara esa fe; quiere decir que clasificó y ordenó dispersos mitos de<br />
los cantares que se apodarían después la Edda Mayor o la Edda Prosaica. Ahora cualquiera puede exp<strong>on</strong>er<br />
una mitología sin correr el peligro de ser tildado de idólatra. No así en la Edad Media. En el octavo siglo,<br />
Alfredo el Grande, al traducir del latín al inglés antiguo la Historia Universal de Boecio, tuvo buen cuidado de<br />
advertir a sus saj<strong>on</strong>es que las transformaci<strong>on</strong>es de hombres en animales obradas por la hechicería de Circe<br />
se referían a su mera apariencia, ya que sólo a Dios le está permitido modificar la naturaleza. Snorri<br />
entendió que la mitología germánica era parte esencial de la cultura germánica y se propuso exp<strong>on</strong>erla. La<br />
tarea era delicada; tenía que c<strong>on</strong>struir un panteón a la manera griega y tenía que mostrarlo de un modo que<br />
no lo comprometiera como cristiano. Ideó así una suerte de fantasmagoría o de fábula que llamó La<br />
Alucinación de Gylfi.<br />
La Alucinación de Gylfi es el primer libro de la obra que hoy denominamos la Edda Menor y que para los<br />
c<strong>on</strong>temporáneos fue simplemente la Edda. Los otros dos libros s<strong>on</strong> la Skáldskaparmál o lenguaje de los<br />
poetas, que estudia las complejas metáforas (potro del mar, la nave; camino de la ballena, el mar; potro del<br />
camino de la ballena, la nave) y la intrincada métrica de los escaldos, que manejan ese g<strong>on</strong>gorismo de<br />
hierro. Snorri parece haber sabido de memoria esa poesía secular. El tercer libro, la Háttatal o Cuenta de los<br />
versos, c<strong>on</strong>sta de ciento dos estrofas panegíricas que parecen agotar las posibilidades de la antigua métrica<br />
escandinava y de un laborioso comentario crítico. No carece de pasajes felices. El estudio comparado de las<br />
religi<strong>on</strong>es y de sus mitos era cosa del porvenir. Para exp<strong>on</strong>er ante una época clerical una mitología pagana,<br />
Snorri forjó la fábula de un legendario rey de Suecia a quien engañan y de quien se burlan las propias<br />
divinidades de esa casi olvidada mitología. Ya hemos dicho que Snorri descreía de ella, como quizá<br />
descreía del cristianismo, pero juzgaba c<strong>on</strong> razón que era necesaria para comprender la poesía de los<br />
escaldos. Sintió h<strong>on</strong>damente su curiosa belleza, como la sentiría siglos después Thomas Gray, que, al<br />
promediar el mil setecientos, admirablemente tradujo el cantar Baldrs draumar, que pertenece a la Edda<br />
Mayor, y lo tituló The Descent of Odin. El tema de los sueños de Baldr y de su brusca muerte inspiraría a<br />
Matthew Arnold su drama en verso Baldr dead. Los mitos del Norte estimularían también las obras de<br />
William Morris, de Richard Wagner y de Lec<strong>on</strong>te de Lisle, a quien imitaría Jaimes Freyre en su Castalia<br />
Bárbara.<br />
Paradójicamente la nueva fe enriquecía a la antigua; sobre la tremenda visión del Crepúsculo de los Dioses<br />
cae la tremenda sombra de otra visión, el Apocalipsis que San Juan el Teólogo soñó en de la isla de<br />
Patmos. Los tres dioses interrogados por Gylfi pueden ser un espejo o una parodia de la Trinidad.<br />
Recordemos también a Odín que pendió nueve noches de un árbol, sacrificado a Odín. El ambiente de la<br />
Gylfaginning es fanfástico y no pocas veces burlón. Se afirma, por ejemplo, que el lobo Fenris abre las<br />
fauces basta tocar la tierra y el cielo y se agrega que no las abre mas porque no hay lugar. Entre los ojos del