JORGE LUIS BORGES - Textos on line
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herrero de canci<strong>on</strong>es: el skald<br />
hermana de la luna 107 el sol.<br />
fuego del aire<br />
mar de los animales<br />
piso de las tormentas la tierra.<br />
caballo de la neblina<br />
señor de los corrales el toro<br />
crecimiento de hombres el verano.<br />
animación de las víboras<br />
hermano del fuego<br />
daño de los bosques el viento.<br />
lobo de los cordajes<br />
Omito las de segundo grado, las obtenidas por combinación de un término simple c<strong>on</strong> una kenning<br />
-verbigracia, el agua de la vara de las heridas, la sangre; el hartador de las gaviotas del odio, el guerrero; el<br />
trigo de los cisnes de cuerpo rojo, el cadáver- y las de razón mitológica; la perdición de los enanos, el sol; el<br />
hijo de nueve madres, el dios Heimdall. Omito las ocasi<strong>on</strong>ales también: el sostén del fuego del mar, una<br />
mujer c<strong>on</strong> un dije de oro cualquiera 108 . De las de potencia más alta, de la que operan la fusión arbitraria de<br />
los enigmas, indicaré una sola: los aborrecedores de la nieve del puesto del halcón. El puesto del halcón es<br />
la mano; la nieve de la mano es la plata; los aborrecedores de la plata s<strong>on</strong> los var<strong>on</strong>es que la alejan de sí,<br />
los reyes dadivosos. El método, ya lo habrá notado el lector, es el tradici<strong>on</strong>al de los limosneros: el encomio<br />
de la remisa generosidad que se trata de estimular. De ahí los muchos sobrenombres de la plata y del oro,<br />
de ahí las ávidas menci<strong>on</strong>es del rey: señor de anillos, distribuidor de caudales, custodia de caudales. De ahí<br />
asimismo, sinceras c<strong>on</strong>versaci<strong>on</strong>es como ésta, que es del noruego Eyvind Skaldaspillir:<br />
Quiero c<strong>on</strong>struir una alabanza<br />
Estable y firme como un puente de piedra<br />
Pienso que nuestro rey no es avaro<br />
De los carb<strong>on</strong>es encendidos del codo.<br />
Esa identificación del oro y la llama -peligro y resplandor- no deja de ser eficaz. El ordenado Snorri la aclara:<br />
Decimos bien que el oro es fuego de los brazos o de las piernas, porque su color es el rojo, pero los<br />
nombres de la plata s<strong>on</strong> hielo o nieve o piedra de granizo o escarcha, porque su color es el blanco. Y<br />
después: Cuando los dioses devolvier<strong>on</strong> la visita a Aegir, éste los hospedó en su casa (que está en el mar) y<br />
los alumbró c<strong>on</strong> láminas de oro, que daban luz como las espadas en el Valhala. Desde ent<strong>on</strong>tes al oro le<br />
dijer<strong>on</strong> fuego del mar y de todas las aguas y de los ríos. M<strong>on</strong>edas de oro, anillos, escudos claveteados,<br />
espadas y hachas, eran la recompensa del skal; alguna extraordinaria vez, terrenos y naves.<br />
107 Los idiomas germánicos que tienen género gramatical dicen<br />
la sol y el luna. Según Lug<strong>on</strong>es (El Imperio Jesuítico, 1904), la<br />
cosmog<strong>on</strong>ía de las tribus guaraníes c<strong>on</strong>sideraba macho a la luna y<br />
hembra al sol. La antigua cosmog<strong>on</strong>ía del Japón registra asimismo<br />
una diosa del sol y un dios de la luna.<br />
108 Si las noticias de De Quincey no me equivocan (Writings,<br />
<strong>on</strong>ceno tomo, página 269) el modo incidental de esa última es el de<br />
la perversa Casandra, en el negro poema de Licofrón.