JORGE LUIS BORGES - Textos on line
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enigma, ya que el Japón es un enigma para mí. Pero un enigma que puede ser encantador. Por ejemplo, si<br />
tomamos los versos de Jaimes Freyre, que suelo recordar siempre: "Peregrina paloma imaginaria / que<br />
enardece entre los últimos amores / alma de luz de música y de flores / peregrina paloma imaginaria;" o<br />
aquel verso del famoso poeta irlandés William Butler Yeats, nos preguntamos qué quieren decir y no<br />
sabemos, pero eso es lo de menos, notamos que hay un enigma y ese enigma nos encanta.<br />
Yo de algún modo me he ido preparando para esa sorpresa casi total que es el Japón. Mi primer encuentro<br />
c<strong>on</strong> Japón fue c<strong>on</strong> una pantalla jap<strong>on</strong>esa que había en casa, la que, me di cuenta, era apócrifa. Luego c<strong>on</strong><br />
un libro: Tales of Old Japan. Desgraciadamente me he olvidado de los argumentos de esos cuentos de<br />
hadas pero recuerdo las ilustraci<strong>on</strong>es, unos dem<strong>on</strong>ios verdes, debidamente dem<strong>on</strong>íacos, debidamente<br />
jap<strong>on</strong>eses. Recuerdo esas ilustraci<strong>on</strong>es como si estuviera viéndolas. Es un poco triste reflexi<strong>on</strong>ar que uno<br />
lee un libro y lo que queda es que estaba encuadernado de verde, que estaba en tal o cual anaquel y que lo<br />
demás se ha ido o no se ha ido, quizá lo hayamos incorporado. De Quincey creía que la memoria era<br />
perfecta y comparó el cerebro humano c<strong>on</strong> un palimpsesto. La memoria va siendo una pila infinita de<br />
palimpsestos, uno encima de otro, pero nada se pierde. Un estímulo y de pr<strong>on</strong>to uno recuerda algo. Todo<br />
está en la memoria. De modo que algo de aquellos cuentos queda en mí.<br />
Luego, mi otro encuentro c<strong>on</strong> Japón fue cuando leí libros de Lafcadio Hearn, en cuya casa estuve. Me<br />
impresi<strong>on</strong>ar<strong>on</strong> mucho, sobre todo uno c<strong>on</strong> hermoso título: Some Chinese Ghosts (Algunos fantasmas<br />
chinos). Creo que la fuerza está en la palabra some, "algunos", pues Chinese Ghosts no tiene por qué<br />
impresi<strong>on</strong>arnos. Algunos los vuelve más precisos y a la vez más lejanos.<br />
Un discípulo de María Kodama, jap<strong>on</strong>és, a quien le había enseñado castellano, me preguntó cierta vez si no<br />
tenía interés en ir a Japón, y yo le c<strong>on</strong>testé que no estaba totalmente loco, que naturalmente que sí, y pensé<br />
que había dicho eso para llenar un hueco. Pero al cabo de unos meses llegó una invitación de la Japan<br />
Foundati<strong>on</strong>, y nos ofrecier<strong>on</strong> aquello que yo había creído increíble: un viaje al Japón. Fuimos María Kodama<br />
y yo. Pero ella tiene jóvenes ojos, una joven memoria; en cambio yo, viejos ojos ciegos; mi memoria es<br />
pobre, pero traté de no ser indigno de aquel viaje. Visitamos siete ciudades. Yo he escrito un libro c<strong>on</strong> Alicia<br />
Jurado titulado Qué es el budismo; había un capítulo sobre budismo zen, una de la sectas típicas del Japón.<br />
Siempre me interesó el budismo, que es una religión que no exige de nosotros ninguna mitología; las otras<br />
religi<strong>on</strong>es exigen mitología. Por ejemplo, el cristianismo nos exige la creencia en una divinidad que se hace<br />
hombre, tenemos que creer en premios y castigos. Pero el budismo no nos exige ninguna mitología y la<br />
permite también. Una prueba de tolerancia, que es una de las virtudes del Japón, es el hecho de que hay<br />
dos religi<strong>on</strong>es oficiales. Una es el shinto, una suerte de panteísmo; creo que hay ocho mill<strong>on</strong>es de dioses, lo<br />
cual para nosotros es casi infinito y el infinito se parece bastante a cero. Creo que el Emperador profesa la fe<br />
del Buda y el shinto. Si además de eso un jap<strong>on</strong>és quiere c<strong>on</strong>vertirse a cualquiera de la sectas cristianas,<br />
puede, ya que se c<strong>on</strong>sidera que todas s<strong>on</strong> facetas de la misma verdad.<br />
Nuestro viaje se había organizado un poco alrededor de ese mísero librejo de Alicia Jurado y mío que había<br />
sido vertido al jap<strong>on</strong>és; sin duda, quienes lo tradujer<strong>on</strong> sabían mucho más que nosotros sobre el tema. Les<br />
interesaba saber qué podía pensar un occidental, un mero bárbaro, de la fe del Buda, y así pudimos visitar<br />
ciudades, ríos, santuarios, m<strong>on</strong>asterios, jardines. Yo pude c<strong>on</strong>versar c<strong>on</strong> un m<strong>on</strong>je de un m<strong>on</strong>asterio<br />
budista. Este muchacho, de unos treinta años, había estado dos veces en Nirvana; me dijo que él no podía<br />
explicármelo, y yo le entendí. Toda palabra presup<strong>on</strong>e una experiencia compartida. Si yo digo "amarillo", se<br />
entiende que el interlocutor ha visto el color amarillo. Si no lo ha visto, la palabra es inútil. Bien, él no podía<br />
explicarme nada porque yo no había alcanzado el Nirvana. Me dijo que después de esa experiencia, le<br />
ac<strong>on</strong>tecían las mismas cosas que al resto de los hombres, sin excluir el dolor físico, el placer físico, la<br />
soledad, la incertidumbre y por qué no, el dolor, la traición; todo eso le es dado c<strong>on</strong> no menos generosidad<br />
que a los otros hombres. Pero como él había estado en Nirvana sentía todo eso de un modo distinto, de un<br />
modo que no podía explicarme. El podía hablar de eso c<strong>on</strong> otro m<strong>on</strong>je en un m<strong>on</strong>asterio lejano; cuando se<br />
enc<strong>on</strong>traban podían hablar de esa experiencia, pero yo estaba excluido.<br />
Bueno, he usado hace un rato, la palabra jardín. Hay un admirable jardín jap<strong>on</strong>és aquí en Palermo que ha<br />
sido d<strong>on</strong>ado por el gobierno jap<strong>on</strong>és, pero ya me doy cuenta de que usar la palabra, el c<strong>on</strong>cepto jardín es<br />
distinto al nuestro. Hay páginas de Chestert<strong>on</strong> en que habla de "amplios y ociosos jardines". Si uno piensa<br />
en los jardines como un lugar d<strong>on</strong>de uno se pierde (hay jardines en Inglaterra como laberintos), piensa en el<br />
jardín como un lugar d<strong>on</strong>de errar; en cambio, si no me equivoco, los jardines jap<strong>on</strong>eses están hechos más<br />
bien como espectáculos, están hechos sobre todo para la vista, y hay uno, cuyo nombre he olvidado, en el<br />
cual no se entra, se lo ve desde afuera; creo que hay cinco piedras. En el jardín jap<strong>on</strong>és la piedra es un