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JORGE LUIS BORGES - Textos on line

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descubrimiento del Oriente por las naci<strong>on</strong>es occidentales. Este proceso, como es de sup<strong>on</strong>er, tiene su<br />

reverso; el Occidente es descubierto por el Oriente. A esta otra cara corresp<strong>on</strong>den los misi<strong>on</strong>eros de hábito<br />

amarillo que un emperador budista envió a Alejandría, la c<strong>on</strong>quista de la España cristiana por el Islam y los<br />

encantadores y a veces terribles volúmenes de Akutagawa.<br />

Discernir c<strong>on</strong> rigor los elementos orientales y occidentales en la obra de Akutagawa es acaso imposible; por<br />

lo demás, los términos no se op<strong>on</strong>en exactamente, ya que en lo occidental está el cristianismo, que es de<br />

origen semítico. Entiendo, sin embargo, que no es aventurado afirmar que los temas y el sentimiento s<strong>on</strong><br />

orientales, pero que ciertos procederes de su retórica s<strong>on</strong> europeos. Así, en Kesa y Morito y en Rashom<strong>on</strong>,<br />

asistimos a diversas versi<strong>on</strong>es de una misma fábula, referidas por los diversos protag<strong>on</strong>istas; es el<br />

procedimiento de Robert Browning, en The Ring and the Book. En cambio, cierta tristeza reprimida, cierta<br />

preferencia por lo visual, cierta ligereza de pincelada, me parecen, a través de lo inevitablemente imperfecto<br />

de toda traducción, esencialmente jap<strong>on</strong>esas. La extravagancia y el horror están en sus páginas, pero no en<br />

el estilo, que siempre es límpido.<br />

Akutagawa estudió las literaturas de Inglaterra, de Alemania y de Francia; el tema de su tesis doctoral fue la<br />

obra de Morris y nos c<strong>on</strong>sta que frecuentó a Schopenhauer, a Yeats y a Baudelaire. La reinterpretación<br />

psicológica de las tradici<strong>on</strong>es y leyendas de su país fue una de las tareas que ejecutó.<br />

Thackeray declara que pensar en Swift es como pensar en la caída de un imperio. Análogo proceso de<br />

vasta desintegración y ag<strong>on</strong>ía nos dejan entrever las dos narraci<strong>on</strong>es que comp<strong>on</strong>en este volumen. En la<br />

primera, Kappa, el novelista recurre al artificio de fustigar la especie humana bajo el disfraz de una especie<br />

fantástica; acaso los bestiales «yahoos» de Swift o los pingüinos de Anatole France o los curiosos reinos<br />

que atraviesa el m<strong>on</strong>o de piedra de cierta alegoría budista fuer<strong>on</strong> su estímulo. A medida que procede el<br />

relato, Akutagawa olvida las c<strong>on</strong>venci<strong>on</strong>es del género satírico; a los «kappas» no les importa revelar que s<strong>on</strong><br />

hombres y hablan directamente de Marx, de Darwin o de Nietzche. Según los cán<strong>on</strong>es literarios, esta<br />

negligencia es una falla; de hecho, infunde en las últimas páginas una melancolía indecible, ya que sentimos<br />

que en la imaginación del autor todo se desmor<strong>on</strong>a, y también los sueños de su arte. Poco después,<br />

Akutagawa se mataría; para quien escribió esas últimas páginas, el mundo de los «kappas» y el de los<br />

hombres, el mundo cotidiano y el mundo estético ya eran parejamente vanos y deleznables. Un documento<br />

más directo de ese crepúsculo final de su mente es el que nos prop<strong>on</strong>e Los engranajes. Como el Infierno de<br />

aquel Strindberg que entrevemos al fin, esta narración es el diario, atroz y metódico, de un gradual proceso<br />

alucinatorio.<br />

Diríase que el encuentro de dos culturas es necesariamente trágico. A partir de un esfuerzo que se inició en<br />

1868, el Japón llegó a ser una de las grandes potencias del orbe, a derrotar a Rusia y a lograr alianzas c<strong>on</strong><br />

Inglaterra y c<strong>on</strong> el Tercer Reich.<br />

Esta casi milagrosa renovación exigió, como es natural, una desgarradora y dolorosa crisis espiritual; uno<br />

de los artífices y mártires de esta metamorfosis fue Akutagawa que se dio muerte el día 24 de julio de 1927.<br />

*MI EXPERIENCIA CON EL JAPON<br />

***<br />

(Esta c<strong>on</strong>ferencia fue pr<strong>on</strong>unciada el 8 de julio de 1985 en la sala Promúsica dc Buenos Aires. La siguiente<br />

es una reedición del texto publicado en Sekai, Nº 40, Buenos Aires, septiembre de 1985, pp. 4-9.)<br />

Señoras, señores: Un amigo mío, el gran escritor belga Henri Michaux, escribió un libro titulado Un bárbaro<br />

en Asia. Yo lo traduje al castellano y me llevó largo tiempo comprender que era irónico el título. El c<strong>on</strong>taba<br />

sus experiencias en la China y la India. Pero lo repito ahora c<strong>on</strong> este candor, c<strong>on</strong> toda inocencia, porque yo<br />

también me he sentido un bárbaro en el Asia, c<strong>on</strong>cretamente en el Japón. Eso no me ha entristecido. El<br />

hecho de compartir de algún modo una cultura que me parece harto más compleja que la nuestra, me<br />

alegró. Yo he pensado muchas veces: qué importa que yo sea desdichado si alguien es feliz, qué importa<br />

que yo sea desdichado si existe la felicidad, qué importa que yo sea relativamente un bárbaro si existe la<br />

cultura.<br />

Pasé aquella temporada en Japón, d<strong>on</strong>de me sentía c<strong>on</strong>tinuamente agradecido, c<strong>on</strong>tinuamente atónito,<br />

c<strong>on</strong>tinuamente indigno de lo que yo podía ver a través de mi ignorancia y de mi ceguera. Yo voy a empezar<br />

c<strong>on</strong> un mínimo ejemplo; espero que ustedes me hagan preguntas después. Yo no podré resolver ningún

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