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JORGE LUIS BORGES - Textos on line

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Weland». La leyenda c<strong>on</strong>serva en Inglaterra el nombre de este artífice: hay una piedra denominada la<br />

Herrería de Weland; si alguien ata ahí su caballo y deja una m<strong>on</strong>eda, lo enc<strong>on</strong>trará herrado a su regreso.<br />

Kipling, en su libro Puck of Pook's Hill, ha imaginado una patética variación de la historia de Weland; lo<br />

c<strong>on</strong>sidera un antiguo dios, que, desplazado por el cristianismo, se dedicó al oficio de herrero.<br />

Otra de las estrofas reza: «Hemos oído de Eormanric y de su alma de lobo. Rigió la vasta nación del reino<br />

de los godos; era un rey cruel. Muchos hombres encadenados por el pesar, a la espera de desdichas,<br />

desear<strong>on</strong> que su reino tuviera término. Aquello pasó; también esto pasará.»<br />

Otra estrofa refiere la historia de un rey, «a quien el pesaroso amor (sorglufu) quitaba el sueño». Esta<br />

referencia sentimental es una excepción de la poesía saj<strong>on</strong>a.<br />

La última de seis estrofas se demora en el caso pers<strong>on</strong>al del poeta.<br />

*LAS ADIVINANZAS 67<br />

***<br />

El Códice de Exeter incluye noventa y cinco adivinanzas en verso. Aristóteles, en el libro tercero de su<br />

Retórica, admitió el placer que dan las adivinanzas y dijo que éstas pueden ser instructivas y metafóricas. En<br />

la Edad Media, la adivinanza era un género literario y todos percibían su afinidad c<strong>on</strong> la metáfora y la<br />

alegoría. Las noventa y cinco piezas del Códice de Exeter carecen de rigor; s<strong>on</strong> menos ingeniosas que<br />

poéticas. Algunas s<strong>on</strong> tan vagas que no se ha dado aún c<strong>on</strong> la solución. Esta, que lleva el númera ochenta y<br />

cinco, se refiere al río y al pez:<br />

«Mi morada no es silenciosa ni yo hago ruido; el Señor ordenó que fuéramos juntos; soy más veloz que mi<br />

morada a veces más fuerte, pero ella trabaja más; a veces suelo descansar, pero ella es incansable. En ella<br />

habitaré mientras viva; si nos separan, mi destino es la muerte.»<br />

La solución de la siguiente que lleva el número ochenta y seis, es un tuerto vendedor de ajos:<br />

«Un ser llegó al lugar d<strong>on</strong>de se c<strong>on</strong>gregaban los hombres sabios. Tenía un ojo y dos orejas y dos pies, mil<br />

doscientas cabezas, panza y espalda, dos manos, brazos y hombros, un pescuezo y dos costados. Díme<br />

quién soy.»<br />

La más famosa de estas adivinanzas es la del cisne que lleva el número ocho:<br />

«Mi traje es silencioso cuando camino sobre la tierra o bajo sus moradas o agito las aguas profundas. A<br />

veces mis adornos y el aire alto me elevan sobre las casas de los héroes, y el poder de las nubes me lleva<br />

hasta muy lejos, sobre la gente. Mis adornos resuenan y hacen música; cantan c<strong>on</strong> daridad cuando estoy<br />

muy alto sobre el agua y la tierra y soy un espíritu errante.»<br />

Una curiosa adivinanza, la número cuarenta y ocho, es la de la polilla:<br />

«Un gusano comió palabras. Me pareció escuchar una maravilla: el gusano, un ladrón en la oscuridad,<br />

había devorado el famoso canto de un hombre y su fuerte fundamento. Nada aprendió el furtivo huésped<br />

c<strong>on</strong> haber devorado palabras.»<br />

El tema de la número cuarenta y nueve es el cáliz:<br />

«Oí que un anillo daba noticias a los héroes, aunque no tenía lengua y no profería fuertes palabras.<br />

Silencioso, el círculo de oro hablaba por los hombres: "Sálvame, auxilio de las almas." Que los hombres<br />

entiendan el misterioso lenguaje del oro rojo, su palabra mágica; que los sabios encomienden a Dios su<br />

redención, como dijo el anillo.»<br />

El enigma siguiente, que lleva el número veintinueve, versa sobre la luna y el sol:<br />

«Vi un ser maravilloso, una nave aérea, llevar sobre sus cuernos el botín que trajo la guerra. Quería edificar<br />

una alcoba en la fortaleza. Ent<strong>on</strong>ces llegó un ser prodigioso sobre las cumbres de las m<strong>on</strong>tañas (todos los<br />

moradores de la tierra saben quién es), tomó el botín y echó a la viajera, que se dirigió al oeste. Polvo subió<br />

a los cielos, rocío cayó sobre la tierra, la noche se fue. Nadie sabe el camino de aquel ser.»<br />

Los críticos entienden que el botín que figura en la adivinanza es la luz.<br />

67 Literaturas germánicas medievales, J.L.B. y María Esther<br />

Vásquez, 1966

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