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JORGE LUIS BORGES - Textos on line

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sitian su casa. Las puertas están cerradas; la casa, silenciosa. Uno de los agresores trepa hasta el borde de<br />

una ventana y Gunnar lo hiere de un lanzazo.<br />

-¿Está Gunnar en casa? -preguntan los compañeros.<br />

-El, no sé; pero está su lanza -dice el herido, muere c<strong>on</strong> esa broma en los labios.<br />

Gunnar los tiene a raya c<strong>on</strong> sus flechas, pero al fin le cortan la cuerda del arco.<br />

-Téjeme una cuerda c<strong>on</strong> tu pelo -le dice a Hallgerd.<br />

-¿Te va en ello la vida? -pregunta ella.<br />

-Sí -resp<strong>on</strong>de Gunnar.<br />

-Ent<strong>on</strong>ces recuerdo la bofetada que me diste una vez y te veré morir -dice Hallgerd.<br />

Asi Gunnar murió, vencido por muchos, y matar<strong>on</strong> a Samr, su perro, pero antes el perro mató a un hombre.<br />

El texto nada nos había dicho de ese rencor, ahora lo sabemos bruscamente, actual y terrible, c<strong>on</strong> el mismo<br />

asombro de Gunnar.<br />

El arte medieval es esp<strong>on</strong>táneamente simbólico; en la misma Vita nuova de Dante, que refiere de modo<br />

autobiográfico la historia de su pasión por Beatriz, hay complicados juegos numéricos y uno de los editores<br />

advierte que la obra no puede ser interpretada literalmente; añade que Dante no ha querido historiar hechos<br />

inmediatos. C<strong>on</strong>viene recordar esta circunstancia para apreciar lo excepci<strong>on</strong>al y asombroso de un arte<br />

realista como el de las sagas, en plena Edad Media. El realismo español de la picaresca tiene siempre un<br />

propósito moral; el realismo francés oscila entre el estímulo erótico y lo que Paul Groussac ha llamado «la<br />

fotografía basurera»; el realismo norteamericano va de lo cruel a lo sentimental; el de las sagas corresp<strong>on</strong>de<br />

a la observación imparcial. Pinta c<strong>on</strong> lucidez y probidad un mundo que para nosotros es bárbaro, comparado<br />

c<strong>on</strong> el de París o el de L<strong>on</strong>dres y, mucho más, c<strong>on</strong> el de Provenza o Italia. Este realismo admite lo<br />

sobrenatural, por la suficiente razón de que los narradores y los oyentes creían en fantasmas y en magias.<br />

Así, en la Saga de Njal se lee:<br />

«La segunda noche, las espadas saltar<strong>on</strong> de las vainas en las naves de Brodir y hachas y lanzas volar<strong>on</strong><br />

por el aire y pelear<strong>on</strong>. Las armas persiguier<strong>on</strong> a los hombres. Estos quisier<strong>on</strong> defenderse c<strong>on</strong> los escudos,<br />

pero muchos fuer<strong>on</strong> heridos y un hombre murió en cada nave.»<br />

Este signo se vio en las embarcaci<strong>on</strong>es del apóstata Brodir, antes de la batalla que lo deshizo; un episodio<br />

análogo figura en uno de los cuentos de Grimm. Un muchacho es dueño de un bastón mágico que, cuando<br />

se lo ordenan, reparte golpes.<br />

Los pers<strong>on</strong>ajes de las sagas no s<strong>on</strong> totalmente buenos o malos; no hay m<strong>on</strong>struos del bien o del mal. No<br />

prevalecen fatalmente los buenos ni s<strong>on</strong> castigados los malos. Hay, como en la realidad, coincidencias,<br />

dibujos simétricos del azar. Hay incertidumbres verosímiles; el narrador dice: «Unos cuentan las cosas de<br />

esta manera, otros de otra...» Si un pers<strong>on</strong>aje miente, el texto no nos dice que miente; después, lo<br />

comprendemos.<br />

La topografía es precisa; los manuales de Félix Niedner y de W. A. Craigie traen mapas de Islandia d<strong>on</strong>de<br />

está mareada la acción de las diversas sagas. Las más numerosas y las mejores s<strong>on</strong> del oeste, d<strong>on</strong>de la<br />

sangre de los exilados noruegos se mezcló c<strong>on</strong> sangre irlandesa. En 1871, el poeta inglés William Morris<br />

pudo visitar el lugar d<strong>on</strong>de murió Gudrun y la guarida de Grettir el Fuerte.<br />

Del capítulo cuarenta y cinco de la Saga de Grettir copiamos el siguiente pasaje, traducido literalmente:<br />

«Ocurrió un día, poco antes de la noche de San Juan, que Thorbjörn fue a caballo a Bjarg. Llevaba yelmo,<br />

espada y una lanza de hoja muy ancha. Aquel dia llovió. De los pe<strong>on</strong>es de Atli, algunos trabajaban en la<br />

siega del heno; otros se habían ido a pescar al norte, a Hornstrandir. Atli estaba en su casa c<strong>on</strong> poca gente.<br />

Thorbjörn llegó hacia el mediodía. Solo, cabalgó hasta la puerta. Estaba cerrada y nadie había afuera.<br />

Thorbjörn llamó y se ocultó detrás de la casa, para que no lo vieran desde la puerta. La servidumbre oyó que<br />

llamaban y una mujer salió a abrir. Thorbjörn la vio, sin dejarse ver. La mujer volvió al aposento. Atli preguntó<br />

quién estaba fuera. Ella repuso que no había visto a nadie. Mientras así hablaban, Thorbjörn volvió a golpear<br />

c<strong>on</strong> fuerza.<br />

»Ent<strong>on</strong>ces Atli dijo: «Alguien me busca y trae un mensaje, que ha de ser muy urgente.» Abrió la puerta y<br />

miró; no había nadie. Ahora llovía c<strong>on</strong> violencia y por eso Atli no salió; c<strong>on</strong> una mano en el marco de la<br />

puerta, miró en torno. En ese instante saltó Thorbjörn y le hundió c<strong>on</strong> las dos manos la lanza en la mitad del<br />

cuerpo...<br />

»Atli dijo, al recibir el golpe: «Ahora se usan estas hojas tan anchas.» Luego cayó de boca sobre el umbral.<br />

Las mujeres salier<strong>on</strong> y lo enc<strong>on</strong>trar<strong>on</strong> muerto. Thorbjörn, desde el caballo, gritó que él era el matador y se<br />

volvió a su casa.»

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