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JORGE LUIS BORGES - Textos on line

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imagen, sino agregar un nombre, un s<strong>on</strong>ido. No hubo, al comienzo, un cambio ético. En la Saga de Njal,<br />

Thangbrand, misi<strong>on</strong>ero sajón, canta una misa y Hall le pregunta para quién celebra esa fiesta. Thangbrand<br />

resp<strong>on</strong>de que para Miguel el Arcángel y agrega que ese arcángel hace que las buenas acci<strong>on</strong>es de las<br />

pers<strong>on</strong>as que le gustan pesen más qué las malas. Hall le dice que le gustaría tenerlo de amigo. Thangbrand<br />

le explica que Miguel será el ángel de su guarda si él se c<strong>on</strong>vierte ese mismo día a la fe de Jesús. Hall<br />

accede; Thangbrand lo bautiza y, c<strong>on</strong> él, a todos los suyos. En la Historia Eclesiástica de la Nación Inglesa,<br />

de Beda el Venerable, se registra la c<strong>on</strong>versión de Edwin, rey de Nortumbria, a principios del siglo VII:<br />

B<strong>on</strong>ifacio, Siervo de los Siervos de Dios, ya había enviado a la reina una afectuosa carta, un espejo de plata<br />

y un peine de marfil; luego envió al rey un misi<strong>on</strong>ero para que éste le enseñara la nueva fe. Edwin reunió a<br />

los principales hombres del reino y les pidió c<strong>on</strong>sejo. El primero en hablar fue el sumo sacerdote pagano,<br />

Coifi. Dijo este dignatario: «Rey, ninguno entre tus hombres ha sido más diligente que yo en el culto de<br />

nuestros dioses, y, sin embargo, hay muchos a quienes tú favoreces más y cuyas empresas s<strong>on</strong> más<br />

prósperas. Si los dioses sirvieran para algo, me habrían beneficiado más bien a mí, que puse tanto empeño<br />

en servirlos. Por c<strong>on</strong>siguiente, si estas nuevas doctrinas pueden resultar más eficaces, c<strong>on</strong>viene recibirlas<br />

sin más demora.» Otro de los c<strong>on</strong>sejeros dijo: «El hombre es semejante a la gol<strong>on</strong>drina, que en una noche<br />

nevada y lluviosa atraviesa esta sala llena de calor y de luz, pasando de la noche a la noche. Así el hombre<br />

es visible por un momento, pero no sabemos qué ocurrió antes ni qué vendrá después. Si esta nueva<br />

doctrina nos enseña algo, debemos escucharla.» Todos aprobar<strong>on</strong> sus palabras, y Coifi pidió al rey que le<br />

diera su caballo y sus armas. A los sacerdotes les estaba vedado usar armas y sólo podían m<strong>on</strong>tar en<br />

yegua; Coifi empuñó una lanza y entró a caballo en el santuario de sus antiguos dioses. Lo profanó, arrojó<br />

entre los ídolos la lanza y prendió fuego al templo. «Así -escribe Beda- el sumo sacerdote, inspirado por el<br />

Dios verdadero, profanó y quemó las imágenes que él mismo había adorado.» Creemos que Beda se<br />

equivoca en la interpretación de este dramático episodio; Coifi, antes y después de su c<strong>on</strong>versión, fue el<br />

mismo bárbaro impulsivo o quizá el mismo frío calculador.<br />

Las primeras poesías cristianas que se redactar<strong>on</strong> en Inglaterra -el Génesis, el Exodo, Cristo y Satanás,<br />

Daniel, las Suertes de los Apóstoles- no evidencian un cambio ético; sus poetas habían pasado de la<br />

mitología germánica a la hebrea, pero su mundo, fuera de algunos nombres propios, seguía inalterable. Los<br />

apóstoles s<strong>on</strong> guerreros teutónicos, el mar es siempre el Mar del Norte, los israelitas que huyen de Egipto<br />

s<strong>on</strong> vikings. Los textos se complacen en la descripción de batallas. En composici<strong>on</strong>es que s<strong>on</strong> paráfrasis de<br />

la Escritura Sagrada persisten las antiguas metáforas; el mar es el camino de la ballena; la lanza, la<br />

serpiente de la guerra. El estilo es lento y verboso; esa lentitud ha sido tomada por majestad. No se dice<br />

«anocheció», se dice «el noble resplandor buscó su fin, la neblina, la oscuridad, cubrier<strong>on</strong> el mundo, la<br />

noche ocultó los campos».<br />

*EL LAMENTO DE DEOR 66<br />

***<br />

Deor es el protag<strong>on</strong>ista de esta elegía, no su creador, como algunos imaginar<strong>on</strong>. Deor era juglar del rey, en<br />

una pequeña corte de Pomerania; fue suplantado por un rival y perdió el favor de su señor y sus tierras. La<br />

elegía expresa dramáticamente lo que pudo sentir. Enumera desventuras históricas o mitológicas; cada<br />

estrofa termina c<strong>on</strong> el estribillo:<br />

Aquello pasó; también esto pasará.<br />

La aliteración, más débil para el oído y la memoria que la rima, no permite la composición de estrofas; en<br />

este poema el estribillo sirve para marcarlas. El número de versos de cada estrofa es irregular.<br />

El primer destino desventurado que evoca Deor es el de Weland el Herrero, famoso forjador de espadas,<br />

celebrado también por los poetas escandinavos. La mayor alabanza de una espada era llamarla «obra de<br />

66 Literaturas germánicas medievales, J.L.B. y María Esther<br />

Vásquez, 1966

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