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JORGE LUIS BORGES - Textos on line

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-Díme los años de Adán cuando fue creado.<br />

-Yo te digo qué tenía treinta años.<br />

-Díme qué estatura tenía Adán.<br />

-Yo te digo que ciento dieciseis pulgadas.<br />

-Díme cuántos inviernos (años) habitó Adán en este mundo.<br />

-Yo te digo que vivió novecientos inviernos y treinta inviernos en el trabajo y las aflicci<strong>on</strong>es, y luego fue al<br />

infierno, y en ese cruel castigo padeció cinco mil inviernos y doscientos inviernos y veintiocho inviernos.<br />

NOTA<br />

Salomón, en el diálogo es el maestro; Saturno, el discípulo que recibe c<strong>on</strong> pareja pasividad las<br />

c<strong>on</strong>testaci<strong>on</strong>es triviales y las c<strong>on</strong>testaci<strong>on</strong>es de índote mágica. Al cabo de los siglos, da en rebelarse y se<br />

transforma en el insolente Marcul. Escribe Groussac: "En los folklores medievales, el sabio Salomón va<br />

seguido siempre de un acólito, Marcul, encargado de enc<strong>on</strong>trar un reverso irónico a las nobles máximas del<br />

primero" (Crítica literaria, pág. 39).<br />

La adición de las palabras del relato a las palabras de Dios deja sup<strong>on</strong>er que el autor no sabía latín.<br />

Los nombres de las estrellas corresp<strong>on</strong>den a los nombres griegos de los cuatro puntos cardinales.<br />

La cifra treinta, o de treintaitantos, se acerca al punto meridiano del arco que la vida humana dcscribe; su<br />

término normal, según la Escritura (Psalmos 90,10) es de setenta años. También coincide c<strong>on</strong> la edad en<br />

que muere Jesús, el último Adán. Un escolio rabínico declara que Adán, como Eva, fue creado a los veinte<br />

años.<br />

La precisa cr<strong>on</strong>ología de Adán atareó a la Edad Media. Los datos del anónimo anglosajón pueden<br />

complementarse c<strong>on</strong> otros, que miden su estadía en el Paraíso. Dante (Paradiso, XXVI, 139-142) la limita a<br />

siete horas; el Talmud, a doce, distribuidas de esta manera: "En la primera hora se juntó el polvo c<strong>on</strong> que<br />

Adán fue amasado; en la segunda se hizo c<strong>on</strong> este polvo una materia informe; en la tercera fuer<strong>on</strong><br />

de<strong>line</strong>ados los miembros; en la cuarta le insuflar<strong>on</strong> un alma; en la quinta Adán se puso de pie; en la sexta<br />

puso nombres a las criaturas; en la séptima recibió a Eva como mujer; en la octava se acostar<strong>on</strong> dos y se<br />

levantar<strong>on</strong> cuatro (Caín y su hermano); en la novena le fue prohibido el fruto del árbol; en la décima pecó; en<br />

la undécima fue juzgado y c<strong>on</strong>denado; en la duodécima fue arrojado del Paraíso."<br />

Debemos esta cita a las curiosas anotaci<strong>on</strong>es que L<strong>on</strong>gfellow agregó a su versión inglesa de la Comedia,<br />

publicada en 1867.<br />

*LITERATURA DE LA INGLATERRA SAJONA 52<br />

***<br />

Una sola vez, que sepamos, y en un catálogo de tribus menores, escribió la pluma de Tácito el nombre de<br />

los anglos, que res<strong>on</strong>aría después en el de Inglaterra (Englaland, England). Leemos así en el capítulo<br />

cuarenta de su Germania: «Amparados por ríos o por selvas viven los reudignos, avi<strong>on</strong>es, anglos, varinos,<br />

eudoses, suard<strong>on</strong>es y nuit<strong>on</strong>es. Nada singular hay en estas tribus salvo el culto de Nerthus, es decir, de la<br />

tierra madre, que según su fe interviene en las cosas de los hombres y anda entre las gentes. En una isla del<br />

océano hay un bosque sagrado llamado Casto y en el bosque un carro cubierto por un velo; sólo un<br />

sacerdote puede tocarlo y sentir la presencia de la diosa en el santuario secreto. El carro es tirado por vacas<br />

y seguido c<strong>on</strong> mucha reverencia. S<strong>on</strong> días alegres y regocijados, y lugares de fiesta, todos aquellos d<strong>on</strong>de<br />

tiene por bien llegar y hospedarse. No hay guerras, ni se toman las armas, que se guardan en un lugar<br />

seguro; la paz y la quietud prevalecen, hasta que el sacerdote devuelve la diosa a su templo, cansada del<br />

comercio y de los hombres. En un lago secreto lavan el carro, el velo y, si os place creerlo, a la propia diosa.<br />

Los esclavos que cumplen este quehacer s<strong>on</strong> arrojados a las aguas del mismo lago. De aquí les viene a<br />

todos un arcano terror y una santa ignorancia de lo que sólo ven los ojos de los que están por morir.»<br />

52 Literaturas germánicas medievales, J.L.B. y María Esther<br />

Vásquez, 1966

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