JORGE LUIS BORGES - Textos on line
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c<strong>on</strong>juros (galdr), el poema dialogado (mal) y el cantar (liod), en metro elegiaco. Ejemplos de esta «poesía<br />
occidental», que es sencilla y patética, fuer<strong>on</strong> intercalados en las sagas.<br />
En la poesía de los escaldos, en cambio, el lenguaje poético evoluci<strong>on</strong>ó c<strong>on</strong> creciente complejidad. Al<br />
c<strong>on</strong>siderar los poemas anglosaj<strong>on</strong>es, vimos que era habitual en ellos decir el camino de la ballena y no el<br />
mar, y la serpiente de la guerra y no la lanza; análogamente, en la Edda Mayor se lee alguna vez rocío de<br />
las armas por sangre y sala de la luna por cielo, pero tales perífrasis s<strong>on</strong> raras y no entorpecen la lectura.<br />
Los escaldos, para su mal, se enamorar<strong>on</strong> de ellas y las multiplicar<strong>on</strong> y combinar<strong>on</strong>. Se llegó, así, a estrofas<br />
como la siguiente, que es de Egil Skalagrimss<strong>on</strong>:<br />
Los teñidores de los dientes del lobo<br />
Prodigar<strong>on</strong> la sangre del cisne rojo.<br />
El balcón del rocío de la espada<br />
Se alimentó c<strong>on</strong> héroes en la llanura.<br />
Serpientes de la luna de los piratas<br />
Cumplier<strong>on</strong> la voluntad de los Hierros.<br />
Los teñidores de los dientes del lobo s<strong>on</strong> los guerreros, porque tiñen sus dientes c<strong>on</strong> la sangre de los<br />
enemigos que matan; el cisne rojo es el ave de rapiña que devora cadáveres, el ave ensangrentada; el rocío<br />
de la espada es la sangre y su halcón es de nuevo un ave rapaz; la luna de los piratas es el escudo y la<br />
serpiente del escudo es la lanza; los Hierros s<strong>on</strong> los dioses.<br />
He aquí otro ejemplo:<br />
El aniquilador de la estirpe de los gigantes<br />
Quebró al fuerte bis<strong>on</strong>te de la pradera de la gaviota.<br />
Así las dioses, mienntras el guardián de la campana se<br />
[lamentaba,<br />
Destrozar<strong>on</strong> el balcón de la ribera.<br />
De poco le valió el rey de los griegos<br />
Al caballo que corre por arrecifes.<br />
El aniquilador de la estirpe de los gigantes es el dios Thor. El guardián de la campana es un ministro de la fe<br />
de Jesús. El rey de los griegos es Jesús, por la defectuosa razón de que ése es uno de los títulos del<br />
emperador de C<strong>on</strong>stantinopla. El bis<strong>on</strong>te de la pradera de la gaviota, el halcón de la ribera y el caballo que<br />
corre por arrecifes no s<strong>on</strong> tres animales anómalos, sino una sola nave maltrecha. De esas penosas<br />
ecuaci<strong>on</strong>es sintácticas la primera es de segundo grado, puesto que la pradera de la gaviota ya es un nombre<br />
del mar. En la Edda Prosaica, Snorri Sturlus<strong>on</strong> observó: «Metáfora llana es cuando por batalla se dice<br />
tempestad de flechas. Metáfora doble es cuando por espada se dice tizón de la tempestad de flechas.»<br />
Cabría decir que en el pasaje de «tempestad de flechas» a «tizón de la tempestad de flechas» está<br />
compendiada la historia de la degeneración de la poesía de Islandia.<br />
Paul Groussac, en 1918, cerró un estudio sobre Gracián, «famoso catedrático del c<strong>on</strong>ceptismo», c<strong>on</strong> estas<br />
palabras: «Suele hallarse en los templos indianos cofres de sándalo y de laca, delicadamente taraceados,<br />
c<strong>on</strong> triple y cuádruple f<strong>on</strong>do de complejas cerraduras: el curioso que logra abrirlas una tras otra, penetrando<br />
hasta el misterioso esc<strong>on</strong>drijo central, encuentra una hoja seca, una pizca de polvo...» El ebanista indiano<br />
podría c<strong>on</strong>testar que lo esencial no es la pizca de polvo, sino la complejidad del cofre; el poeta islandés, que<br />
lo esencial no es la idea de cuervo, sino la imagen «cisne rojo». Hay un agrado en las metáforas que no hay<br />
en las palabras directas; decir la sangre no es decir la ola de la espada.<br />
Kenning, que en plural hace kenningar, es el nombre técnico de estas figuras. En la Edda Prosaica hay una<br />
larga lista de kenningar; desc<strong>on</strong>tadas las de justificación histórica o mitológica quedan las siguientes:<br />
casa de los pájaros el aire.<br />
casa de los vientos<br />
flechas de mar: los arenques.<br />
cerdo del oleaje: la ballena.