JORGE LUIS BORGES - Textos on line
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luego decapita el cuerpo de Grendel. La sangre de Grendel quema la hoja de la espada; Beowulf resurge, al<br />
fin, de la ciénaga c<strong>on</strong> la empuñadura y c<strong>on</strong> la cabeza. Cuatro hombres llevan la pesada cabeza a la sala<br />
real. Así c<strong>on</strong>cluye la primera parte del poema.<br />
La segunda ocurre cincuenta años después. Beowulf es rey de los geatas; en su historia entra un dragón<br />
que merodea en las noches oscuras. Hace tres siglos que el dragón es guardián de un tesoro; un esclavo<br />
fugitivo se esc<strong>on</strong>de en su caverna y se lleva un jarro de oro. El dragón se despierta, nota el robo y resuelve<br />
matar al ladrón; a ratos, baja a la caverna y la revisa bien. (Curiosa invención del poeta atribuir al azorado<br />
dragón esa inseguridad tan humana.) El dragón empieza a desolar el reino. El viejo rey va a su caverna.<br />
Ambos duramente combaten. Beowulf mata al dragón y muere envenenado por una mordedura del<br />
m<strong>on</strong>struo. Lo encierran; doce guerreros cabalgan alrededor del túmulo «y deploran su muerte, lloran al rey,<br />
repiten su elegía y celebran su nombre».<br />
Estos versos del Beowulf han sido comparados c<strong>on</strong> el último verso de la Ilíada:<br />
Celebrar<strong>on</strong> así los funerales de Héctor, domador de caballos.<br />
A juzgar por el Beowulf, las cerem<strong>on</strong>ias funerarias de los germanos coincidían c<strong>on</strong> las de los hunos.<br />
Gibb<strong>on</strong>, en su Historia de la Declinación y Caída del Imperio Romano, describe de este modo las exequias<br />
de Atila: «Alrededor del cuerpo de su rey, cabalgar<strong>on</strong> los escuadr<strong>on</strong>es; cantando una canción funeraria en<br />
memoria del héroe: glorioso en el decurso de su vida, invencible en su muerte, padre de su pueblo, azote de<br />
sus enemigos y terror del orbe.»<br />
Otro rito funerario figura en el Beowulf; el cadáver de un rey de Dinamarca es c<strong>on</strong>fiado a una nave que<br />
luego entregan al «poder del océano». Agrega el texto: «Nadie, ni quienes hablan en las asambleas, ni los<br />
héroes bajo los cielos, puede declarar c<strong>on</strong> verdad quién recibió esa carga.»<br />
El germanista inglés W. P. Ker cuenta en la obra Epic and Romance, que Aristóteles redujo a pocas líneas<br />
los veinticuatro libros de la Odisea y observa que basta reducir a esa escala la Gesta de Beowulf para que<br />
sean evidentes sus vicios de estructura. Ker prop<strong>on</strong>e este resumen irónico: «Un hombre en busca de trabajo<br />
llega a casa de un rey a quien molestan las arpías y, tras de ejecutar la purificación de esa casa, vuelve c<strong>on</strong><br />
h<strong>on</strong>or a su hogar. Años después, el hombre llega a rey en su tierra y mata un dragón, pero muere por obra<br />
de su veneno. Su pueblo lo llora y le da sepultura.»<br />
Ker observa que ninguna simplificación puede eliminar la dualidad fundamental de la historia de Beowulf.<br />
Agrega que la pelea c<strong>on</strong> el dragón es un mero apéndice, y recuerda el desdeñoso juicio de Aristóteles sobre<br />
las Heracleideas, cuyos autores sup<strong>on</strong>ían que siendo uno el héroe, Heracles, también era una la fábula de<br />
sus doce trabajos. Escribe Ker: «Matar drag<strong>on</strong>es y otros m<strong>on</strong>struos es la ocupación habitual de los héroes<br />
de los cuentos de viejas, y es difícil dar individualidad o dignidad ética a esas trivialidades. Esto ha sido<br />
logrado, sin embargo, en la Gesta de Beowulf.»<br />
El hecho es que la participación de un dragón en la epopeya de Beowulf parece disminuirla a nuestros ojos.<br />
Creemos en el león como realidad y como símbolo; creemos en el minotauro como símbolo, ya que no como<br />
realidad; pero el dragón es el menos afortunado de los animales fabulosos. Nos parece pueril, c<strong>on</strong>tamina de<br />
puerilidad las historias en que figura. C<strong>on</strong>viene no olvidar, sin embargo, que se trata de un prejuicio<br />
moderno, quizá provocado por el exceso de drag<strong>on</strong>es que hay en los cuentos de hadas. Empero, en la<br />
Revelación de San Juan, se habla dos veces del «dragón, la vieja serpiente que es el Diablo y es Satanás».<br />
Análogamente, San Agustín escribe que el Diablo «es león y dragón; león por el ímpetu, dragón por la<br />
insidia». Jung observa que en el dragón están la serpiente y el pájaro, la tierra y el aire.<br />
Ker ha negado la unidad de la Gesta de Beowulf; para intuirla bastaría c<strong>on</strong>siderar al dragón, a Grendel y a<br />
la madre de Grendel símbolos o formas del mal. La historia de Beowulf sería en tal caso la de un hombre<br />
que cree haber sido vencedor en una batalla y que, después de muchos años, tiene que librarla otra vez y<br />
no es vencedor. Sería la fábula de un hombre a quien alcanza finalmente el destino y de una batalla que<br />
vuelve. Grendel, hijo remoto de Caín, sería de algún modo el dragón, «el horror manchado, la peste de la<br />
penumbra». Esa sería la unidad negada por Ker. No digo que tal es el argumento de Beowulf; digo que tal es<br />
el argumento que entrevió el poeta de Beowulf o hacia el cual escribió.<br />
Hay pocos argumentos posibles; uno de ellos es el del hombre que da c<strong>on</strong> su destino; Beowulf sería una<br />
forma rudimentaria de ese argumento eterno.<br />
Por lo demás, la sangrienta fábula de Beowulf es menos importante que el c<strong>on</strong>texto en que ésta se produce;<br />
advertimos, como en las epopeyas homéricas, que las hazañas de la espada y la aniquilación de los