JORGE LUIS BORGES - Textos on line
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La Heimskríngla c<strong>on</strong>sta de dieciséis biografías de reyes y abarca unos cuatro siglos de historia; Noruega,<br />
Suecia, Islandia, Inglaterra, Escocia, Dinamarca, la Península Ibérica, Sicilia, Rusia y Palestina figuran. Se<br />
habla de Jorvik (York); de Bretland (Gales); de Nörvesund (Gibraltar); de Serkland (Tierra de Sarracenos),<br />
que puede ser España o Argelia o el Asia Menor; de Blaaland (Tierra Azul, Tierra de Negros), que es Africa;<br />
de Miklagard (Gran Castillo, C<strong>on</strong>stantinopla); de Seaxland (Tierra de Saj<strong>on</strong>es), que es Alemania; de Valland,<br />
que es la costa occidental de Francia; de Gardariki, que es Rusia; de Vinland, que es América. Pese a la<br />
vastedad que surge de la enumeración anterior, la Heimskringla no es la epopeya de un imperio<br />
escandinavo. Hernán Cortés y Pizarro c<strong>on</strong>quistar<strong>on</strong> tierras para su rey; todas, o casi todas, las empresas de<br />
vikings fuer<strong>on</strong> individuales. Al cabo de un siglo, los escandinavos que se establecier<strong>on</strong> en Normandía, y le<br />
dier<strong>on</strong> su nombre, habían olvidado su idioma y hablaban en francés. Los vikings devastar<strong>on</strong> las costas de<br />
Europa -un pedido especial, A furore Normannorum libera nos, «líbranos del furor de los hombres del norte»,<br />
fue agregado a las letanías-, pero fundar<strong>on</strong> reinos en Irlanda, en Inglaterra, en Normandía, en Sicilia y en<br />
Rusia. M<strong>on</strong>umentos de esa terrible expansión s<strong>on</strong> unas pocas piedras rúnicas y unos pocos s<strong>on</strong>idos; siete<br />
afluentes ded Dnieper llevan aún nombres escandinavos. Inversamente, suelen enc<strong>on</strong>trarse en Noruega<br />
m<strong>on</strong>edas griegas y árabes y cadenas de oro y otras alhajas traídas del Oriente.<br />
En el primer códice de la obra -escrito a mediados del siglo XIII- falta la primera página. La segunda<br />
empieza c<strong>on</strong> las palabras Kringla heimsins, que significan «la red<strong>on</strong>da bola del mundo». Por eso el códice<br />
fue llamado Kringla Heimsins o Kringla o Heimskringla. Dos palabras casuales quedar<strong>on</strong> como título de la<br />
obra, dos palabras que, sin embargo, sugieren la vastedad de su ámbito. Sólo dos de las dieciséis biografías<br />
perduran in extenso; de las otras catorce quedan resúmenes; hechos por mano ajena, que adolecen de<br />
algún error.<br />
Snorri, en el prólogo, declara su propósito de referir no sólo la historia, sino también las leyendas de su<br />
nación. Agrega: «Aunque no sepamos qué verdad hay en estas dos últimas, tenemos la certidumbre de que<br />
hombres viejos y sabios las tuvier<strong>on</strong> por verdaderas.» Expresa que entre sus materiales figuran las<br />
composici<strong>on</strong>es de los escaldos y justifica así su criterio: «Había escaldos en la corte de Harald Harfagr y la<br />
gente sabe de memoria sus poemas, y los poemas sobre todos los reyes que desde ent<strong>on</strong>ces han reinado<br />
en Noruega. Nuestra historia se funda en los poemas que se recitar<strong>on</strong> delante de los reyes o de sus hijos, y<br />
aceptamos como verdadero lo que nos dicen de sus proezas y batallas. Es costumbre de los escaldos<br />
alabar la pers<strong>on</strong>a a quien se dirigen, pero nadie se hubiera animado a atribuir a un rey proezas de notoria<br />
falsedad, porque ello hubiera sido burla y no elogio.»<br />
De mayor interés para nosotros que las fuentes de Snorri s<strong>on</strong> los procedimientos literarios manejados por<br />
él. Es fácil advertir en qué c<strong>on</strong>sisten; el autor aplica a la narración los métodos de las sagas. De la saga<br />
heroica se pasa a la saga histórica. Así, en la historia de Harald Hardrada, se cuenta que este rey ha<br />
derrotado a un c<strong>on</strong>de Jarl Hák<strong>on</strong>, el hombre de valor temerario. Se discute si el c<strong>on</strong>de ha muerto en el<br />
combate, que ha ocurrido entre pantanos cerca de un bosque. Los hombres del rey se han apoderado de la<br />
bandera de Jarl Hák<strong>on</strong>. Avanzan por el bosque los jinetes uno tras otro. Un jinete desc<strong>on</strong>ocido surge de la<br />
espesura, atraviesa c<strong>on</strong> su alabarda al que lleva la bandera, la arrebata y huye. Las nuevas le llegan al rey,<br />
que en seguida ordena:<br />
-Traedme la espada y el yelmo, el c<strong>on</strong>de está vivo.<br />
Snorri, aquí, utiliza la técnica de la saga; no se detiene a explicar que el rey dedujo la identidad del<br />
desc<strong>on</strong>ocido porque sólo Jarl Hák<strong>on</strong> era capaz de ese acto de arrojo.<br />
La Heimskringla es engañosamente ingenua. Snorri Sturlus<strong>on</strong> refiere c<strong>on</strong> prolijidad la vida de Olaf el Santo,<br />
can<strong>on</strong>izado al promediar el siglo XII y poseedor del extraño título Perpetuus rex Norvegiae. Snorri parece<br />
ama lo, lo llama «este querido rey» y hace que su fantasma intervenga en los momentos críticos de la<br />
historia, siglos después de su muerte. Pero omite muchos milagros suyos, explica que otros fuer<strong>on</strong> fraudes<br />
piadosos y c<strong>on</strong>vierte las visi<strong>on</strong>es en sueños.<br />
En las páginas de la obra abundan las sentencias memorables, los buenos lac<strong>on</strong>ismos. En la última batalla<br />
de Olaf Tryggvas<strong>on</strong>, una flecha de las ya victoriosas naves hostiles rompe en dos el arco de Einar<br />
Tambarskelver, que es el mejor arquero del rey y que está a punto de matar al jefe enemigo.<br />
-¿Qué se ha roto? -pregunta Olaf Tryggvas<strong>on</strong>, sin darse vuelta.<br />
-Noruega, rey, entre tus manos -le grita Einar.<br />
La batalla se pierde y el rey muere ahogado.<br />
La impers<strong>on</strong>alidad de las sagas perdura en la Heimskringla de Snorri, esa impers<strong>on</strong>alidad y esa ec<strong>on</strong>omía<br />
que un escritor normando, Flaubert, traería al cabo de seis siglos a la novela.