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JORGE LUIS BORGES - Textos on line

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cosas están en este libro, que se limita a referirlas c<strong>on</strong> la imparcialidad del destino, no a c<strong>on</strong>denarlas o a<br />

alabarlas.<br />

La obra data del siglo trece. Es anónima, pero no faltan germanistas que la atribuyen al gran historiador y<br />

retórico Snorri Sturlus<strong>on</strong>. Es una saga. Esto quiere decir que antes de ser escrita fue oral. La heredar<strong>on</strong>, la<br />

repitier<strong>on</strong> y la prosiguier<strong>on</strong> muchas generaci<strong>on</strong>es de narradores. Es innegable que los hechos no ocurrier<strong>on</strong><br />

precisamente así; es innegable que de manera menos dramática y menos sentenciosa ocurrier<strong>on</strong><br />

sustancialmente así.<br />

Esta crónica medieval se deja leer como una novela.<br />

*LAS KENNINGAR 102<br />

***<br />

Una de las más frías aberraci<strong>on</strong>es que las historias literarias registran, s<strong>on</strong> las menci<strong>on</strong>es enigmáticas o<br />

kenningar de la poesía de Islandia. Cundier<strong>on</strong> hacia el año 100: tiempo en que los thulir o rapsodas<br />

repetidores anónimos fuer<strong>on</strong> desposeídos por los escaldos, poetas de intención pers<strong>on</strong>al. Es común<br />

atribuirlas a decadencia; pero ese depresivo dictamen, válido o no, corresp<strong>on</strong>de a la solución del problema,<br />

no a su planteo. Bástenos rec<strong>on</strong>ocer por ahora que fuer<strong>on</strong> el primer deliberado goce verbal de una literatura<br />

instintiva.<br />

Empiezo por el más insidioso de los ejemplos: un verso de los muchos interpolados en la Saga de Grettir.<br />

El héroe mató al hijo de Mak;<br />

Hubo tempestad de espadas y alimento de cuervos.<br />

En tan ilustre línea, la buena c<strong>on</strong>traposición de las dos metáforas -tumultuosa la una, cruel y detenida la<br />

otra- engaña ventajosamente al lector, permitiéndole sup<strong>on</strong>er que se trata de una sola fuerte intuición de un<br />

combate y su resto. Otra es la desairada verdad. Alimento de cuervos -c<strong>on</strong>fesémoslo de una vez- es uno de<br />

los prefijados sinónimos de cadáver-, así como tempestad de espadas lo es de batalla. Esas equivalencias<br />

eran precisamente las kenningar. Retenerlas y aplicarlas sin repetirse, era el ansioso ideal de esos primitivos<br />

hombres de letras. En buena cantidad, permitían salvar las dificultades de una métrica rigurosa, muy<br />

exigente de aliteración y rima interior. Su empleo disp<strong>on</strong>ible, incoherente, puede observarse en estas líneas:<br />

El aniquilador de la estirpe de los gigantes<br />

Quebró al fuerte bis<strong>on</strong>te de la pradera de la gaviota.<br />

Así las dioses, mienntras el guardián de la campana se lamentaba,<br />

Destrozar<strong>on</strong> el balcón de la ribera.<br />

De poco le valió el rey de los griegos<br />

Al caballo que corre por arrecifes.<br />

El aniquilador de las crías de los gigantes es el rojizo Thor. El guardián de la campana es un ministro de la<br />

nueva fe, según su atributo. El rey de los griegos es Jesucristo, por la distraída razón de que ése es uno de<br />

los nombres del emperador de C<strong>on</strong>stantinopla y de que Jesucristo no es menos. El bis<strong>on</strong>te del prado de la<br />

gaviota, el halcón de la ribera y el caballo que corre por arrecifes no s<strong>on</strong> tres animales anómalos, sino una<br />

sola nave maltrecha. De esas penosas ecuaci<strong>on</strong>es sintácticas la primera es de segundo grado, puesto que<br />

la pradera de la gaviota ya es un nombre del mar... Desatados esos nudos parciales, dejo al lector la<br />

clarificación total de las líneas, un poco décevante por cierto. La Saga de Njal las p<strong>on</strong>e en la boca plutónica<br />

de Steinvora, madre de Ref el escaldo, que narra acto c<strong>on</strong>tinuo en lúcida prosa cómo el tremendo Thor lo<br />

quiso pelear a Jesús, y éste no se animó. Niedner, el germanista, venera lo «humano-c<strong>on</strong>tradictorio» de<br />

esas figuras y las prop<strong>on</strong>e al interés «de nuestra moderna poesía, ansiosa de valores de realidad».<br />

Otro ejemplo, unos versos de Egil Skalagrímss<strong>on</strong>:<br />

102 1933; en Historia de la Eternidad, 1936

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