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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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Su carácter sagrado <strong>de</strong>sapareció. Quedó con<strong>de</strong>nado a la <strong>de</strong>strucción. Des<strong>de</strong> ese día los sacrificios<br />

rituales y las ceremonias relacionadas con ellos <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> tener significado. Como la ofrenda <strong>de</strong><br />

Caín, no expresaban fe en el Salvador. Al dar muerte a Cristo, los judíos <strong>de</strong>struyeron virtualmente<br />

su templo. Cuando Cristo fue crucificado, el velo interior <strong>de</strong>l templo se rasgó en dos <strong>de</strong> alto a bajo,<br />

indicando que el gran sacrificio final había sido hecho, y que el sistema <strong>de</strong> los sacrificios rituales<br />

había terminado para siempre. "En tres días lo levantaré." A la muerte <strong>de</strong>l Salvador, las potencias<br />

<strong>de</strong> las tinieblas parecieron prevalecer, y se regocijaron <strong>de</strong> su victoria. Pero <strong>de</strong>l sepulcro abierto <strong>de</strong><br />

José, Jesús salió vencedor. "Despojando los principados y las potesta<strong>de</strong>s, sacólos a la vergüenza<br />

en público, triunfando <strong>de</strong> ellos en sí mismo."* En virtud <strong>de</strong> su muerte y resurrección, pasó a ser<br />

"ministro <strong>de</strong>l santuario, y <strong>de</strong> aquel verda<strong>de</strong>ro tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre.'* Los<br />

hombres habían construido el tabernáculo, y luego el templo <strong>de</strong> los judíos; pero el santuario<br />

celestial, <strong>de</strong>l cual el terrenal era una figura, no fue construido <strong>por</strong> arquitecto humano. "He aquí el<br />

varón cuyo nombre es Vástago: [V.M.] . . . él edificará el templo <strong>de</strong> Jehová, y él llevará gloria, y<br />

se sentará y dominará en su trono, y será sacerdote en su solio." * El ceremonial <strong>de</strong> los sacrificios<br />

que había señalado a Cristo pasó: pero los ojos <strong>de</strong> los hombres fueron dirigidos al verda<strong>de</strong>ro<br />

sacrificio <strong>por</strong> los pecados <strong>de</strong>l mundo. Cesó el sacerdocio terrenal, pero miramos a Jesús, mediador<br />

<strong>de</strong>l nuevo pacto, y "a la sangre <strong>de</strong>l esparcimiento que habla mejor que la <strong>de</strong> Abel." "Aun no estaba<br />

<strong>de</strong>scubierto el camino para el santuario, entre tanto que el primer tabernáculo estuviese en pie....<br />

Mas estando ya presente Cristo, pontífice <strong>de</strong> los bienes que habían <strong>de</strong> venir, <strong>por</strong> el más amplio y<br />

más perfecto tabernáculo, no hecho <strong>de</strong> manos, . . . <strong>por</strong> su propia sangre, entró una sola vez en el<br />

santuario, habiendo obtenido eterna re<strong>de</strong>nción.'* "Por lo cual pue<strong>de</strong> también salvar eternamente a<br />

los que <strong>por</strong> él se allegan a Dios, viviendo siempre para interce<strong>de</strong>r <strong>por</strong> ellos.'* Aunque el ministerio<br />

había <strong>de</strong> ser trasladado <strong>de</strong>l templo terrenal al celestial, aunque el santuario y nuestro gran Sumo<br />

Sacerdote fuesen invisibles para los ojos humanos, los discípulos no habían <strong>de</strong> sufrir pérdida <strong>por</strong><br />

ello. No sufrirían interrupción en su comunión, ni disminución <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r <strong>por</strong> causa <strong>de</strong> la ausencia<br />

<strong>de</strong>l Salvador. Mientras Jesús ministra en el santuario celestial, es siempre <strong>por</strong> su Espíritu el<br />

ministro <strong>de</strong> la iglesia en la tierra.<br />

Está oculto a la vista, pero se cumple la promesa que hiciera al partir: "He aquí, yo estoy con<br />

vosotros todos los días, hasta el fin <strong>de</strong>l mundo.'* Aunque <strong>de</strong>lega su po<strong>de</strong>r a ministros inferiores,<br />

su presencia vivificadora está todavía con su iglesia. "Por tanto, teniendo un gran Pontífice, . . .<br />

Jesús el Hijo <strong>de</strong> Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un Pontífice que no se<br />

pueda compa<strong>de</strong>cer <strong>de</strong> nuestras flaquezas; mas tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin<br />

pecado. Lleguémonos pues confiadamente al trono <strong>de</strong> la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar<br />

gracia para el o<strong>por</strong>tuno socorro.*<br />

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