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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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a Dios razón <strong>de</strong> sí."* Ninguno tiene el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> fundir su propia individualidad en la <strong>de</strong> otro. En<br />

todos los asuntos en que hay principios en juego, "cada uno esté asegurado en su ánimo."<br />

* En el reino <strong>de</strong> Cristo no hay opresión Señoril ni imposición <strong>de</strong> costumbres. Los ángeles <strong>de</strong>l cielo<br />

no vienen a la tierra para mandar y exigir homenaje, sino como mensajeros <strong>de</strong> misericordia, para<br />

cooperar con los hombres en la elevación <strong>de</strong> la humanidad. Los principios y las palabras mismas<br />

<strong>de</strong> la enseñanza <strong>de</strong>l Salvador, en su divina hermosura, permanecieron en la memoria <strong>de</strong>l discípulo<br />

amado. En sus últimos días, el pensamiento central <strong>de</strong>l testimonio <strong>de</strong> Juan a las iglesias era:<br />

"Porque este es el mensaje que habéis oído <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio: Que nos amemos unos a otros." "En<br />

esto hemos conocido el amor, <strong>por</strong>que él puso su vida <strong>por</strong> nosotros: también nosotros <strong>de</strong>bemos<br />

poner nuestras vidas <strong>por</strong> los hermanos."* Tal era el espíritu que animaba a la iglesia primitiva.<br />

Después <strong>de</strong>l <strong>de</strong>rramamiento <strong>de</strong>l Espíritu Santo, "la multitud <strong>de</strong> los que habían creído era <strong>de</strong> un<br />

corazón y un alma: y ninguno <strong>de</strong>cía ser suyo algo <strong>de</strong> lo que poseía; mas todas las cosas les eran<br />

comunes." "Ningún necesitado había entre ellos." "Y los apóstoles daban testimonio <strong>de</strong> la<br />

resurrección <strong>de</strong>l Señor Jesús con gran esfuerzo; y gran gracia era en todos ellos.'*<br />

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