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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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CAPÍTULO 45 : Previsiones <strong>de</strong> la Cruz<br />

LA OBRA <strong>de</strong> Cristo en la tierra se acercaba rápidamente a su fin. Delante <strong>de</strong> él, en vívido relieve,<br />

se hallaban las escenas hacia las cuales sus pies le llevaban. Aun antes <strong>de</strong> asumir la humanidad,<br />

vio toda la senda que <strong>de</strong>bía recorrer a fin <strong>de</strong> salvar lo que se había perdido. Cada angustia que iba<br />

a <strong>de</strong>sgarrar su corazón, cada insulto que iba a amontonarse sobre su cabeza, cada privación que<br />

estaba llamado a so<strong>por</strong>tar, fueron presentados a su vista antes que pusiera a un lado su corona y<br />

manto reales y bajara <strong>de</strong>l trono para revestir su divinidad con la humanidad. <strong>La</strong> senda <strong>de</strong>l pesebre<br />

hasta el Calvario estuvo toda <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sus ojos. Conoció la angustia que le sobrevendría. <strong>La</strong><br />

conoció toda, y sin embargo dijo: "He aquí yo vengo; (en el rollo <strong>de</strong>l libro esta escrito <strong>de</strong> mi); me<br />

complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley está en medio <strong>de</strong> mi corazón.'* Tuvo siempre<br />

presente el resultado <strong>de</strong> su misión. Su vida terrenal, tan llena <strong>de</strong> trabajo y abnegación, fue alegrada<br />

<strong>por</strong> la perspectiva <strong>de</strong> que no so<strong>por</strong>taría todas esas penurias en vano. Dando su vida <strong>por</strong> la <strong>de</strong> los<br />

hombres, haría volver el mundo a su lealtad a Dios. Aunque primero <strong>de</strong>bía recibir el bautismo <strong>de</strong><br />

sangre; aunque los pecados <strong>de</strong>l mundo iban a abrumar su alma inocente; aunque la sombra <strong>de</strong> una<br />

<strong>de</strong>sgracia in<strong>de</strong>cible pesaba sobre él; <strong>por</strong> el gozo que le fue propuesto, <strong>de</strong>cidió so<strong>por</strong>tar la cruz y<br />

menospreció el oprobio.<br />

Pero las escenas que le esperaban estaban todavía ocultas para los elegidos compañeros <strong>de</strong> su<br />

ministerio; no obstante se acercaba el tiempo en que <strong>de</strong>berían contemplar su agonía. Deberían ver<br />

a Aquel a quien amaban y en quien confiaban entregado a sus enemigos y colgado <strong>de</strong> la cruz <strong>de</strong>l<br />

Calvario. Pronto tendría que <strong>de</strong>jar que afrontaran el mundo sin el consuelo <strong>de</strong> su presencia visible.<br />

El sabía cómo los perseguirían el odio acérrimo y la incredulidad, y <strong>de</strong>seaba prepararlos para sus<br />

pruebas. Jesús y sus discípulos habían llegado a uno <strong>de</strong> los pueblos que ro<strong>de</strong>aban a Cesarea <strong>de</strong><br />

Filipos. Estaban fuera <strong>de</strong> los límites <strong>de</strong> Galilea, en una región don<strong>de</strong> prevalecía la idolatría. Allí se<br />

encontraban los discípulos apartados <strong>de</strong> la influencia predominante <strong>de</strong>l judaísmo y relacionados<br />

más íntimamente con el culto pagano. En <strong>de</strong>rredor <strong>de</strong> sí, veían representadas las formas <strong>de</strong> la<br />

superstición que existían en todas partes <strong>de</strong>l mundo. Jesús <strong>de</strong>seaba que la contemplación <strong>de</strong> estas<br />

cosas los indujese a sentir su responsabilidad hacia los paganos. Durante su estada en dicha región,<br />

trató <strong>de</strong> substraerse a la tarea <strong>de</strong> enseñar a la gente, a fin <strong>de</strong> <strong>de</strong>dicarse más plenamente a sus<br />

discípulos. Iba a hablarles <strong>de</strong> los sufrimientos que le aguardaban. Pero primero se apartó solo y<br />

rogó a Dios que sus corazones fuesen preparados para recibir sus palabras.<br />

Al reunírseles, no les comunicó en seguida lo que <strong>de</strong>seaba impartirles. Antes <strong>de</strong> hacerlo, les dio<br />

una o<strong>por</strong>tunidad <strong>de</strong> confesar su fe en él para que pudiesen ser fortalecidos para la prueba veni<strong>de</strong>ra.<br />

Preguntó: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo <strong>de</strong>l hombre?" Con tristeza, los discípulos se<br />

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