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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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la sinagoga <strong>por</strong> el <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong> los rabinos y adoradores; pero ahora su casa era la más favorecida<br />

<strong>de</strong> toda Jericó; acogían bajo su propio techo al divino Maestro y oían <strong>por</strong> sí mismos las palabras<br />

<strong>de</strong> vida. Cuando Cristo es recibido como Salvador personal, la salvación viene al alma. Zaqueo no<br />

había recibido a Jesús meramente como a un forastero, sino como al que moraba en el templo <strong>de</strong>l<br />

alma. Los escribas y fariseos, que le acusaban <strong>de</strong> ser pecador, murmuraron contra Cristo <strong>por</strong>que<br />

se hizo su huésped, pero el Señor le reconoció como hijo <strong>de</strong> Abrahán. Porque "los que son <strong>de</strong> fe,<br />

los tales son hijos <strong>de</strong> Abraham." *<br />

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