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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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lamenta sobre un hijo <strong>de</strong>scarriado, así Jesús lloró sobre la ciudad amada. ¿Cómo puedo<br />

abandonarte? ¿Cómo puedo verte con<strong>de</strong>nada a la <strong>de</strong>strucción? ¿Puedo permitirte colmar la copa<br />

<strong>de</strong> tu iniquidad? Un alma es <strong>de</strong> tanto valor que, en comparación con ella, los mundos se reducen a<br />

la insignificancia; pero ahí estaba <strong>por</strong> per<strong>de</strong>rse una nación entera. Cuando el sol ya en su ocaso<br />

<strong>de</strong>sapareciera <strong>de</strong> la vista, el día <strong>de</strong> gracia <strong>de</strong> Jerusalén habría terminado. Mientras la procesión<br />

estaba <strong>de</strong>tenida sobre la cresta <strong>de</strong>l monte <strong>de</strong> las Olivas, no era todavía <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong> para que<br />

Jerusalén se arrepintiese.<br />

El ángel <strong>de</strong> la misericordia estaba entonces plegando sus alas para <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r <strong>por</strong> los escalones <strong>de</strong>l<br />

trono <strong>de</strong> oro a fin <strong>de</strong> dar lugar a la justicia y al juicio inminentes. Pero el gran corazón <strong>de</strong> amor <strong>de</strong><br />

Cristo todavía intercedía <strong>por</strong> Jerusalén, que había <strong>de</strong>spreciado sus misericordias y amonestaciones,<br />

y que estaba <strong>por</strong> empapar sus manos en su sangre. Si quisiera solamente arrepentirse, no era aún<br />

<strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong>. Mientras los últimos rayos <strong>de</strong>l sol poniente se <strong>de</strong>moraban sobre el templo, las<br />

torres y cúpulas, ¿No la guiaría algún ángel bueno al amor <strong>de</strong>l Salvador y conjuraría su sentencia?<br />

¡Hermosa e impía ciudad, que había apedreado a los profetas, que había rechazado al Hijo <strong>de</strong> Dios,<br />

que se sujetaba ella misma <strong>por</strong> su impenitencia en grillos <strong>de</strong> servidumbre: su día <strong>de</strong> misericordia<br />

casi había pasado! Sin embargo, el Espíritu <strong>de</strong> Dios habla otra vez a Jerusalén. Antes <strong>de</strong> pasar el<br />

día, recibe Cristo otro testimonio cuya voz se levanta en respuesta al llamamiento <strong>de</strong> un pasado<br />

profético.<br />

Si Jerusalén quiere oír el llamamiento, si quiere recibir al Salvador que está entrando <strong>por</strong> sus<br />

puertas, pue<strong>de</strong> salvarse todavía. Los gobernantes <strong>de</strong> Jerusalén han recibido informes <strong>de</strong> que Jesús<br />

se aproxima a la ciudad con un gran concurso <strong>de</strong> gente. Pero no dan la bienvenida al Hijo <strong>de</strong> Dios.<br />

Salen con temor a su encuentro, esperando dispersar la multitud. Cuando la procesión está <strong>por</strong><br />

<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l monte <strong>de</strong> las Olivas, los gobernantes la interceptan. Inquieren la causa <strong>de</strong>l<br />

tumultuoso regocijo. Cuando preguntan: "¿Quién es éste?" los discípulos, llenos <strong>de</strong> inspiración,<br />

contestan. En elocuentes acor<strong>de</strong>s repiten las profecías concernientes a Cristo: Adán os dirá: Esta<br />

es la simiente <strong>de</strong> la mujer, que herirá la cabeza <strong>de</strong> la serpiente. Preguntadle a Abrahán, quien os<br />

dirá: Es "Melquise<strong>de</strong>c, rey <strong>de</strong> Salem,"* rey <strong>de</strong> paz. Jacob os dirá: Es Shiloh, <strong>de</strong> la tribu <strong>de</strong> Judá.<br />

Isaías os dirá: "Emmanuel," "Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe <strong>de</strong> paz."*<br />

Jeremías os dirá: <strong>La</strong> rama <strong>de</strong> David, "Jehová, justicia nuestra." * Daniel os dirá: Es el Mesías.<br />

Oseas os dirá: Es "Jehová" "Dios <strong>de</strong> los ejércitos: Jehová es su memorial."*<br />

Juan el Bautista os dirá: Es "el Cor<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Dios, que quita el pecado <strong>de</strong>l mundo."* El gran Jehová<br />

ha proclamado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su trono: "Este es mi Hijo amado." * Nosotros, sus discípulos, <strong>de</strong>claramos:<br />

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