14.09.2016 Views

La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

escapar a la con<strong>de</strong>nación <strong>de</strong> su presencia. El pánico se apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> la multitud, que sentía el<br />

predominio <strong>de</strong> su divinidad.<br />

Gritos <strong>de</strong> terror escaparon <strong>de</strong> centenares <strong>de</strong> labios pálidos. Aun los discípulos temblaron. Les<br />

causaron pavor las palabras y los modales <strong>de</strong> Jesús, tan diferentes <strong>de</strong> su conducta común.<br />

Recordaron que se había escrito acerca <strong>de</strong> él: "Me consumió el celo <strong>de</strong> tu casa."* Pronto la<br />

tumultuosa muchedumbre fue alejada <strong>de</strong>l templo <strong>de</strong>l Señor con toda su merca<strong>de</strong>ría. Los atrios<br />

quedaron libres <strong>de</strong> todo tráfico profano, y sobre la escena <strong>de</strong> confusión <strong>de</strong>scendió un profundo y<br />

solemne silencio. <strong>La</strong> presencia <strong>de</strong>l Señor, que antiguamente santificara el monte, había hecho<br />

sagrado el templo levantado en su honor. En la purificación <strong>de</strong>l templo, Jesús anunció su misión<br />

como Mesías y comenzó su obra. Aquel templo, erigido para morada <strong>de</strong> la presencia divina, estaba<br />

<strong>de</strong>stinado a ser una lección objetiva para Israel y para el mundo. Des<strong>de</strong> las eda<strong>de</strong>s eternas, había<br />

sido el propósito <strong>de</strong> Dios que todo ser creado, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el resplan<strong>de</strong>ciente y santo serafín hasta el<br />

hombre, fuese un templo para que en él habitase el Creador. A causa <strong>de</strong>l pecado, la humanidad<br />

había <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> ser templo <strong>de</strong> Dios. Ensombrecido y contaminado <strong>por</strong> el pecado, el corazón <strong>de</strong>l<br />

hombre no revelaba la gloria <strong>de</strong>l Ser divino. Pero <strong>por</strong> la encarnación <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong> Dios, se cumple<br />

el propósito <strong>de</strong>l Cielo.<br />

Dios mora en la humanidad, y mediante la gracia salvadora, el corazón <strong>de</strong>l hombre vuelve a ser su<br />

templo. Dios quería que el templo <strong>de</strong> Jerusalén fuese un testimonio continuo <strong>de</strong>l alto <strong>de</strong>stino<br />

ofrecido a cada alma. Pero los judíos no habían comprendido el significado <strong>de</strong>l edificio que<br />

consi<strong>de</strong>raban con tanto orgullo. No se entregaban a sí mismos como santuarios <strong>de</strong>l Espíritu divino.<br />

Los atrios <strong>de</strong>l templo <strong>de</strong> Jerusalén, llenos <strong>de</strong>l tumulto <strong>de</strong> un tráfico profano, representaban con<br />

<strong>de</strong>masiada exactitud el templo <strong>de</strong>l corazón, contaminado <strong>por</strong> la presencia <strong>de</strong> las pasiones sensuales<br />

y <strong>de</strong> los pensamientos profanos. Al limpiar el templo <strong>de</strong> los compradores y ven<strong>de</strong>dores<br />

mundanales, Jesús anunció su misión <strong>de</strong> limpiar el corazón <strong>de</strong> la contaminación <strong>de</strong>l pecado <strong>de</strong> los<br />

<strong>de</strong>seos terrenales, <strong>de</strong> las concupiscencias egoístas, <strong>de</strong> los malos hábitos, que corrompen el alma.<br />

"Vendrá a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel <strong>de</strong>l pacto, a quien <strong>de</strong>seáis<br />

vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová <strong>de</strong> los ejércitos. ¿Y quién podrá sufrir el tiempo <strong>de</strong> su<br />

venida? o ¿ quién podrá estar cuando él se mostrará ? Porque él es como fuego purificador, y como<br />

jabón <strong>de</strong> lavadores. Y sentarse ha para afinar y limpiar la plata: <strong>por</strong>que limpiará los hijos <strong>de</strong> Leví,<br />

los afinará como a oro y como a plata."* "¿No sabéis que sois templo <strong>de</strong> Dios, y que el Espíritu <strong>de</strong><br />

Dios mora en vosotros? Si alguno violare el templo <strong>de</strong> Dios, Dios <strong>de</strong>struirá al tal: <strong>por</strong>que el templo<br />

<strong>de</strong> Dios, el cual sois vosotros, santo es."* Ningún hombre pue<strong>de</strong> <strong>de</strong> <strong>por</strong> sí echar las malas huestes<br />

que se han posesionado <strong>de</strong>l corazón. Sólo Cristo pue<strong>de</strong> purificar el templo <strong>de</strong>l alma. Pero no forzará<br />

la entrada. No viene a los corazones como antaño a su templo, sino que dice: "He aquí, yo estoy a<br />

95

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!