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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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celosa <strong>por</strong> lo que se llama verdad teológica acompaña a menudo al odio <strong>de</strong> la verdad genuina<br />

manifestada en la vida. Los capítulos más sombríos <strong>de</strong> la historia están cargados con el recuerdo<br />

<strong>de</strong> crímenes cometidos <strong>por</strong> fanáticos religiosos.<br />

Los fariseos se llamaban hijos <strong>de</strong> Abrahán y se jactaban <strong>de</strong> poseer los oráculos <strong>de</strong> Dios; pero estas<br />

ventajas no los preservaban <strong>de</strong>l 276 egoísmo, la malicia, la codicia <strong>de</strong> ganancias y la más baja<br />

hipocresía. Pensaban ser los mayores religiosos <strong>de</strong>l mundo, pero su así llamada ortodoxia los<br />

condujo a crucificar al Señor <strong>de</strong> la gloria. Aun subsiste el mismo peligro. Muchos dan <strong>por</strong> sentado<br />

que son cristianos simplemente <strong>por</strong>que aceptan ciertos dogmas teológicos. Pero no han hecho<br />

penetrar la verdad en la vida práctica. No la han creído ni amado; <strong>por</strong> lo tanto no han recibido el<br />

po<strong>de</strong>r y la gracia que provienen <strong>de</strong> la santificación <strong>de</strong> la verdad. Los hombres pue<strong>de</strong>n profesar<br />

creer en la verdad; pero esto no los hace sinceros, bondadosos, pacientes y tolerantes, ni les da<br />

aspiraciones celestiales; es una maldición para sus poseedores, y <strong>por</strong> la influencia <strong>de</strong> ellos es una<br />

maldición para el mundo.<br />

<strong>La</strong> justicia que Cristo enseñaba es la conformidad <strong>de</strong>l corazón y <strong>de</strong> la vida a la voluntad revelada<br />

<strong>de</strong> Dios. Los hombres pecaminosos pue<strong>de</strong>n llegar a ser justos únicamente al tener fe en Dios y<br />

mantener una relación vital con él. Entonces la verda<strong>de</strong>ra piedad elevará los pensamientos y<br />

ennoblecerá la vida. Entonces las formas externas <strong>de</strong> la religión armonizarán con la pureza interna<br />

<strong>de</strong>l cristiano. Entonces las ceremonias requeridas en el servicio <strong>de</strong> Dios no serán ritos sin<br />

significado como los <strong>de</strong> los hipócritas fariseos.<br />

Jesús consi<strong>de</strong>ró los mandamientos <strong>por</strong> separado, y explicó la profundidad y anchura <strong>de</strong> sus<br />

requerimientos. En vez <strong>de</strong> quitarles una jota <strong>de</strong> su fuerza, <strong>de</strong>mostró cuán abarcantes son sus<br />

principios y <strong>de</strong>senmascaró el error fatal <strong>de</strong> los judíos en su <strong>de</strong>mostración exterior <strong>de</strong> obediencia.<br />

Declaró que <strong>por</strong> el mal pensamiento o la mirada concupiscente se quebranta la ley <strong>de</strong> Dios. El que<br />

toma parte en la menor injusticia está violando la ley y <strong>de</strong>gradando su propia naturaleza moral. El<br />

homicidio existe primero en la mente. El que conce<strong>de</strong> al odio un lugar en su corazón, está poniendo<br />

los pies en la senda <strong>de</strong>l homicida, y sus ofrendas son aborrecibles para Dios. Los judíos cultivaban<br />

un espíritu <strong>de</strong> venganza. En su odio hacia los romanos expresaban duras acusaciones y complacían<br />

al maligno manifestando sus atributos. Así se estaban preparando para realizar las terribles<br />

acciones a las cuales él los conducía.<br />

En la vida religiosa <strong>de</strong> los fariseos, no había nada que recomendase la piedad a los gentiles. Jesús<br />

no los estimuló a continuar engañándose con el pensamiento <strong>de</strong> que podían en su corazón<br />

levantarse contra sus opresores y alimentar la esperanza <strong>de</strong> vengarse <strong>de</strong> su males. Es cierto que<br />

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