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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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CAPÍTULO 41 : <strong>La</strong> Crisis en Galilea<br />

CUANDO Cristo prohibió a la gente que le <strong>de</strong>clarara rey, sabía que había llegado a un momento<br />

<strong>de</strong>cisivo <strong>de</strong> su historia. Mañana se apartarían <strong>de</strong> él las multitu<strong>de</strong>s que hoy <strong>de</strong>seaban exaltarle al<br />

trono. El chasco que sufriera su ambición egoísta iba a transformar su amor en odio, su alabanza<br />

en maldiciones. Aunque sabía esto, no tomó medidas para evitar la crisis. Des<strong>de</strong> el principio, no<br />

había presentado a sus seguidores ninguna esperanza <strong>de</strong> recompensas terrenales. A uno que vino<br />

<strong>de</strong>seando ser su discípulo, le había dicho: "<strong>La</strong>s zorras tienen cavernas, y las aves <strong>de</strong>l cielo nidos;<br />

mas el Hijo <strong>de</strong>l hombre no tiene don<strong>de</strong> recueste su cabeza.'* Si los hombres pudiesen haber tenido<br />

el mundo con Cristo, multitu<strong>de</strong>s le habrían tributado fi<strong>de</strong>lidad; pero no podía aceptar un servicio<br />

tal. Entre los que estaban relacionados con él, muchos habían sido atraídos <strong>por</strong> la esperanza <strong>de</strong> un<br />

reino mundanal. Estos <strong>de</strong>bían ser <strong>de</strong>sengañados. <strong>La</strong> profunda enseñanza espiritual que hay en el<br />

milagro <strong>de</strong> los panes no había sido comprendida. Tenía que ser aclarada. Y esa nueva revelación<br />

iba a traer consigo una prueba más <strong>de</strong>tenida. <strong>La</strong> noticia <strong>de</strong>l milagro <strong>de</strong> los panes se difundió lejos<br />

y cerca, y muy temprano a la mañana siguiente, la gente acudió a Betsaida para ver a Jesús. Venía<br />

en gran<strong>de</strong>s multitu<strong>de</strong>s, <strong>por</strong> mar y tierra. Los que le habían <strong>de</strong>jado a la noche anterior, volvieron<br />

esperando encontrarle todavía allí; <strong>por</strong>que no había barco en el cual pudiese pasar al otro lado.<br />

Pero su búsqueda fue infructuosa, y muchos se dirigieron a Capernaúm, siempre buscándole.<br />

Mientras tanto, él había llegado a Genesaret, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> sólo un día <strong>de</strong> ausencia. Apenas se supo<br />

que había <strong>de</strong>sembarcado, la gente, "recorriendo toda la tierra <strong>de</strong> alre<strong>de</strong>dor, comenzaron a traer <strong>de</strong><br />

todas partes enfermos en lechos, a don<strong>de</strong> oían que estaba."* Después <strong>de</strong> un tiempo, fue a la<br />

sinagoga, y allí le encontraron los que habían venido <strong>de</strong> Betsaida. Supieron <strong>por</strong> sus discípulos<br />

cómo había cruzado el mar. <strong>La</strong> furia <strong>de</strong> la tempestad y las muchas horas <strong>de</strong> inútil remar contra los<br />

vientos adversos, la aparición <strong>de</strong> Cristo andando sobre el agua, los temores así <strong>de</strong>spertados, sus<br />

palabras consoladoras, la aventura <strong>de</strong> Pedro y su resultado, con el repentino aplacamiento <strong>de</strong> la<br />

tempestad y la llegada <strong>de</strong>l barco, todo esto fue relatado fielmente a la muchedumbre asombrada.<br />

No contentos con esto, muchos se reunían alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> Jesús preguntando: "Rabbí, ¿cuándo<br />

llegaste acá?"<br />

Esperaban oír <strong>de</strong> sus labios otro relato <strong>de</strong>l milagro. Jesús no satisfizo su curiosidad. Dijo<br />

tristemente: "Me buscáis, no <strong>por</strong>que habéis visto las señales, sino <strong>por</strong>que comisteis el pan y os<br />

hartasteis." No le buscaban <strong>por</strong> algún motivo digno; sino que como habían sido alimentados con<br />

los panes, esperaban recibir todavía otros beneficios tem<strong>por</strong>ales vinculándose con él. El Salvador<br />

les instó: "Trabajad no <strong>por</strong> la comida que perece, más <strong>por</strong> la comida que a vida eterna permanece."<br />

No busquéis solamente el beneficio material. No tenga <strong>por</strong> objeto vuestro principal esfuerzo<br />

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