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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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ser realizada única mente <strong>por</strong> el Espíritu <strong>de</strong> Dios. Los saduceos estaban resueltos a <strong>de</strong>sacreditar<br />

esta enseñanza. Al buscar una controversia con Jesús, confiaban en que arruinarían su reputación,<br />

aun cuando no pudiesen obtener su con<strong>de</strong>nación.<br />

<strong>La</strong> resurrección fue el tema acerca <strong>de</strong>l cual <strong>de</strong>cidieron interrogarle. En caso <strong>de</strong> manifestarse <strong>de</strong><br />

acuerdo con ellos, iba a ofen<strong>de</strong>r aun más a los fariseos. Si difiriese <strong>de</strong> su parecer, se proponían<br />

poner su enseñanza en ridículo. Los saduceos razonaban que si el cuerpo se ha <strong>de</strong> componer en su<br />

estado inmortal <strong>de</strong> las mismas partículas <strong>de</strong> materia que en su estado mortal, entonces cuando<br />

resucite <strong>de</strong> los muertos, tendrá que tener carne y sangre, y reasumir en el mundo eterno la vida<br />

interrumpida en la tierra.<br />

En tal caso, concluían que las relaciones terrenales se reanudarían, el esposo y la es posa volverían<br />

a unirse, se consumarían los matrimonios, y todas las cosas irían como antes <strong>de</strong> la muerte,<br />

perpetuándose en la vida futura las fragilida<strong>de</strong>s y pasiones <strong>de</strong> esta vida. En respuesta a sus<br />

preguntas, Jesús alzó el velo <strong>de</strong> la vida futura. "En la resurrección --dijo-- ni los hombres tomarán<br />

mujeres, ni las mujeres maridos; mas son como los ángeles <strong>de</strong> Dios en el cielo." Demostró que los<br />

saduceos estaban equivocados en su creencia. Sus premisas eran falsas. "Erráis --añadió,--<br />

ignorando las Escrituras y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios." No los acusó, como había acusado a los fariseos, <strong>de</strong><br />

hipocresía, sino <strong>de</strong> error en sus creencias. Los saduceos se habían lisonjeado <strong>de</strong> que entre todos<br />

los hombres eran los que se adherían más estrictamente a las Escrituras. Pero Jesús <strong>de</strong>mostró que<br />

no conocían su verda<strong>de</strong>ro significado. Este conocimiento <strong>de</strong>be ser grabado en el corazón <strong>por</strong> la<br />

iluminación <strong>de</strong>l Espíritu Santo.<br />

Su ignorancia <strong>de</strong> las Escrituras y <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong>claró él, eran causa <strong>de</strong> la confusión <strong>de</strong> su fe<br />

y <strong>de</strong> las tinieblas mentales en que se hallaban. Trataban <strong>de</strong> abarcar los misterios <strong>de</strong> Dios con su<br />

raciocinio finito. Cristo los invitó a abrir sus mentes a las verda<strong>de</strong>s sagradas que ampliarían y<br />

fortalecerían el entendimiento. Millares se vuelven incrédulos <strong>por</strong>que sus mentes finitas no pue<strong>de</strong>n<br />

compren<strong>de</strong>r los misterios <strong>de</strong> Dios. No pue<strong>de</strong>n explicar la maravillosa manifestación <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r<br />

divino en sus provi<strong>de</strong>ncias, y <strong>por</strong> lo tanto rechazan las evi<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>r tal, atribuyéndolas<br />

a los agentes naturales que les son aun más difíciles <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r. <strong>La</strong> única clave <strong>de</strong> los misterios<br />

que nos ro<strong>de</strong>an consiste en reconocer en todos ellos la presencia y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios. Los hombres<br />

necesitan reconocer a Dios como el Creador <strong>de</strong>l universo, el que or<strong>de</strong>na y ejecuta todas las cosas.<br />

Necesitan una visión más amplia <strong>de</strong> su carácter y <strong>de</strong>l misterio <strong>de</strong> sus agentes. Cristo <strong>de</strong>claró a sus<br />

oyentes que si no hubiese resurrección <strong>de</strong> los muertos, las Escrituras que profesaban creer no<br />

tendrían utilidad. El dijo: "Y <strong>de</strong> la resurrección <strong>de</strong> los muertos, ¿No habéis leído lo que os es dicho<br />

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