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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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gracia recibisteis, dad <strong>de</strong> gracia." Durante su ministerio, Jesús <strong>de</strong>dicó más tiempo a sanar a los<br />

enfermos que a predicar. Sus milagros atestiguaban la verdad <strong>de</strong> sus palabras <strong>de</strong> que no había<br />

venido para <strong>de</strong>struir, sino para salvar. Su justicia iba <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él y la gloria <strong>de</strong>l Señor era su<br />

retaguardia.<br />

Don<strong>de</strong>quiera que fuera, le precedían las nuevas <strong>de</strong> su misericordia. Don<strong>de</strong> había pasado, los<br />

objetos <strong>de</strong> su compasión se regocijaban en su salud y en el ejercicio <strong>de</strong> sus faculta<strong>de</strong>s recobradas.<br />

Se congregaban muchedumbres en <strong>de</strong>rredor <strong>de</strong> ellos, para oír <strong>de</strong> sus labios las obras que el Señor<br />

había hecho. Su voz era el primer sonido que muchos habían oído, su nombre la primera palabra<br />

que hubiesen pronunciado, su rostro el primero que hubiesen mirado. ¿Por qué no habrían <strong>de</strong> amar<br />

a Jesús y cantar sus alabanzas? Mientras él pasaba <strong>por</strong> los pueblos y ciuda<strong>de</strong>s, era como una<br />

corriente vital que difundía vida y gozo <strong>por</strong> don<strong>de</strong>quiera que fuera.<br />

Los seguidores <strong>de</strong> Cristo han <strong>de</strong> trabajar como él obró. Hemos <strong>de</strong> alimentar a los hambrientos,<br />

vestir a los <strong>de</strong>snudos y consolar a los dolientes y afligidos. Hemos <strong>de</strong> ministrar a los que <strong>de</strong>sesperan<br />

e inspirar esperanza a los <strong>de</strong>scorazonados. Y 317 para nosotros se cumplirá también la promesa:<br />

"Irá tu justicia <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> ti, y la gloria <strong>de</strong> Jehová será tu retaguardia.'* El amor <strong>de</strong> Cristo,<br />

manifestado en un ministerio abnegado, será más eficaz para reformar al que yerra que la espada<br />

o el tribunal. Estas cosas son necesarias para infundir terror al violador <strong>de</strong> la ley, pero el amante<br />

misionero pue<strong>de</strong> hacer más que esto. Con frecuencia, el corazón se endurecerá bajo la reprensión;<br />

pero se enternecerá bajo el amor <strong>de</strong> Cristo. El misionero pue<strong>de</strong> no sólo aliviar las enfermeda<strong>de</strong>s<br />

físicas, sino que pue<strong>de</strong> conducir al pecador al gran Médico, quien es capaz <strong>de</strong> limpiar el alma <strong>de</strong><br />

la lepra <strong>de</strong>l pecado. Por medio <strong>de</strong> sus siervos, Dios quiere que los enfermos, los infortunados, los<br />

poseídos <strong>de</strong> espíritus malos, oigan su voz. Mediante sus agentes humanos, <strong>de</strong>sea ser un<br />

"Consolador" cuyo igual el mundo no conoce.<br />

En su primera jira misionera, los discípulos <strong>de</strong>bían ir solamente a "las ovejas perdidas <strong>de</strong> la casa<br />

<strong>de</strong> Israel." Si entonces hubiesen predicado el Evangelio a los gentiles o a los samaritanos, habrían<br />

perdido su influencia sobre los judíos. Excitando el prejuicio <strong>de</strong> los fariseos, se habrían metido en<br />

una controversia que los habría <strong>de</strong>sanimado en el mismo comienzo <strong>de</strong> sus labores. Aun los<br />

apóstoles fueron lentos en compren<strong>de</strong>r que el Evangelio <strong>de</strong>bía darse a todas las naciones. Mientras<br />

ellos mismos no comprendieron esta verdad, no estuvieron preparados para trabajar <strong>por</strong> los<br />

gentiles. Si los judíos querían recibir el Evangelio, Dios se proponía hacerlos sus mensajeros a los<br />

gentiles. Por lo tanto, eran los primeros que <strong>de</strong>bían oír el mensaje. Por todo el campo <strong>de</strong> labor <strong>de</strong><br />

Cristo, había almas <strong>de</strong>spertadas que comprendían ahora su necesidad y tenían hambre y sed <strong>de</strong> la<br />

verdad. Había llegado el tiempo en que <strong>de</strong>bían mandarse las nuevas <strong>de</strong> su amor a esas almas<br />

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