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La Vida de Jesus por Elena de White

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

EN el corazón de toda la humanidad, sin distinción de etnicidad, religión o clase socioeconómica, hay un indecible deseo ardiente de algo intangible - el alma tan vacía y desconforme. Este anhelo es inherente en la misma constitución del hombre por un Creador misericordioso, para que el hombre no se sienta satisfecho con su presente condición, lo que sea que pueda ser. Pero es posible la experiencia de plenitud espiritual en Jesucristo. El profeta Ageo llama con justicia a Cristo "el Deseado de todas las gentes". Es el propósito de este libro presentar a Jesucristo como Aquel en quien puede satisfacerse todo anhelo - con abundante enseñanza, poder insondable, muchas vislumbres de su vida ejemplar de Jesús de Nazaret.

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a ser resucitado <strong>de</strong> los muertos. Cristo podría haberlos <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> su falso pesar. Pero dominó<br />

su justa indignación. No pronunció las palabras que podría haber pronunciado con toda verdad,<br />

<strong>por</strong>que amaba a la que, arrodillada a sus pies con tristeza, creía verda<strong>de</strong>ramente en él. "¿Dón<strong>de</strong> le<br />

pusisteis? --preguntó.-- dícenle:<br />

Señor, ven y ve." juntos se dirigieron a la tumba. Era una escena triste. Lázaro había sido muy<br />

querido, y sus hermanas le lloraban con corazones quebrantados, mientras que los que habían sido<br />

sus amigos mezclaban sus lágrimas con las <strong>de</strong> las hermanas enlutadas. a la vista <strong>de</strong> esta angustia<br />

humana, y <strong>por</strong> el hecho <strong>de</strong> que los amigos afligidos pudiesen llorar a sus muertos mientras el<br />

Salvador <strong>de</strong>l mundo estaba al lado, "lloró Jesús." aunque era hijo <strong>de</strong> Dios, había tomado sobre sí<br />

la naturaleza humana y le conmovía el pesar humano. su corazón compasivo y tierno se conmueve<br />

siempre <strong>de</strong> simpatía hacia los dolientes. llora con los que lloran y se regocija con los que se<br />

regocijan.<br />

No era sólo <strong>por</strong> su simpatía humana hacia maría y marta <strong>por</strong> lo que Jesús lloró. en sus lágrimas<br />

había un pesar que superaba tanto al pesar humano como los cielos superan a la tierra. Cristo no<br />

lloraba <strong>por</strong> Lázaro, pues iba a sacarle <strong>de</strong> la tumba. lloró <strong>por</strong>que muchos <strong>de</strong> los que estaban ahora<br />

llorando <strong>por</strong> Lázaro maquinarían pronto la muerte <strong>de</strong>l que era la resurrección y la vida. Pero ¡Cuán<br />

incapaces eran los judíos <strong>de</strong> interpretar <strong>de</strong>bidamente sus lágrimas! algunos que no podían ver como<br />

causa <strong>de</strong> su pesar sino las circunstancias externas <strong>de</strong> la escena que estaba <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él, dijeron<br />

suavemente: "mirad cómo le amaba." otros, tratando <strong>de</strong> sembrar incredulidad en el corazón <strong>de</strong> los<br />

presentes, <strong>de</strong>cían con irrisión: "¿no podía éste que abrió los ojos al ciego, hacer que éste no<br />

muriera?" si Jesús era capaz <strong>de</strong> salvar a Lázaro, ¿Por qué le <strong>de</strong>jó morir? con ojo profético, Cristo<br />

vio la enemistad <strong>de</strong> los fariseos y saduceos. sabía que estaban premeditando su muerte.<br />

Sabía que algunos <strong>de</strong> los que ahora manifestaban aparentemente tanta simpatía, no tardarían en<br />

cerrarse la puerta <strong>de</strong> la esperanza y los <strong>por</strong>tales <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Dios. estaba <strong>por</strong> producirse, en su<br />

humillación y crucifixión, una escena que traería como resultado la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> Jerusalén, y en<br />

esa ocasión nadie lloraría los muertos. la retribución que iba a caer sobre Jerusalén quedó<br />

plenamente retratada <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> él. vio a Jerusalén ro<strong>de</strong>ada <strong>por</strong> las legiones romanas. sabía que<br />

muchos <strong>de</strong> los que estaban llorando a Lázaro morirían en el sitio <strong>de</strong> la ciudad, y sin esperanza. No<br />

lloró Cristo sólo <strong>por</strong> la escena que tenía <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sí. <strong>de</strong>scansaba sobre él el peso <strong>de</strong> la tristeza <strong>de</strong><br />

los siglos. Vio los terribles efectos <strong>de</strong> la transgresión <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong> Dios. vio que en la historia <strong>de</strong>l<br />

mundo, empezando con la muerte <strong>de</strong> Abel, había existido sin cesar el conflicto entre lo bueno y lo<br />

malo. mirando a través <strong>de</strong> los años veni<strong>de</strong>ros, vio los sufrimientos y el pesar, las lágrimas y la<br />

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